Hoy, en IDEAL, escribimos de cine. Y lo hacemos por partida doble. Por una parte, tenemos un reportaje (que también está en otros periódicos del grupo Vocento y que podéis leer, bien maquetado e ilustrado) sobre todo lo que rodea al fenómeno de «Avatar» y que hemos titulado «Volver a Pandora» y que podéis leer (y votar, comentar, recomendar, enviar, etcétera) AQUÍ.
Por otra parte, contamos cómo arrancó Retroback, con la fiesta en que el Aliatar se convirtió en el mítico Rick´s Café de Casablanca. En las mismas condiciones, AQUÍ está «Bogart: el tiempo que no pasa».
Lo habéis visto. Estaban en Washington. Y estas caras de atención están escuchando a un gurú bíblico que explicaba las claves que se ocultan en el mensaje de Deuteronomio que citó Zapatero.
Unas claves, a priori indescifrables. Como este gesto histórico. ¿Qué se ocultaba tras ese gesto?
El gurú dio con la tecla. Tras ese gesto, se ocultaba esto:
Y ahora, efectivamente, sólo nos queda rezar.
Jesús Lens, místico total.
PD.- Mañana, además de en IDEAL, nos vemos en el Sur de Málaga, en el Correo de Bilbao, en El Comercio de Gijón y, quizá, en La Voz de Galicia, en Canarias 7… ¡¡¡Os espero!!!
No. La columna de hoy viernes de IDEAL no es (sólo) sobre baloncesto…
Desde el partido de presentación del CeBé Granada, mi hermano y yo le llamamos Bob, el Inglés, recordando al personaje que Richard Harris interpretara en la memorable «Sin perdón», un famoso pistolero que recalaba en Big Whisky para cumplir un encargo que terminaría por demostrarse harto complicado…
Rubio y letal, Ingles es un tirador excepcional y su muñeca prodigiosa le valió, la pasada semana, alzarse con el MVP de la jornada de la ACB de baloncesto. Pero si hacemos referencia al bueno de Joe en esta columna, más allá de por su indudable calidad baloncestística -entonces tendríamos que hablar de «Pata Negra» Aguilar, de las carreras de Gianella «Gacela de la Pampa» o de los solos de Hendrix dentro de la zona- es por su actitud en la cancha.
Nada más empezar el partido, el pasado domingo, Ingles le clavó un triple a su defensor. En la cara. Lo que los norteamericanos, tan dados a los eufemismos sonoros, llaman «in your face». Unos instantes después, le metió otro. Limpio. Y en ambas ocasiones, mientras volvía para defender, Ingles le miraba con todo descaro, retándole, buscándole la boca.
Precisamente, esa agresiva actitud le ha costado a Ingles alguna crítica y censura en otros partidos. Y es que el australiano no se achanta ni se deja avasallar por nadie, sean rivales, árbitros o el público contrario, encarándose con cualquiera, aunque le saque una cabeza y pese treinta kilos más que él.
Y a mí, personalmente, me encanta esa actitud. Acostumbrados como estamos los granadinos a que nos ninguneen en todos los foros y a que nuestros dirigentes sean mayormente unos pintamonas, siempre achantándose ante los poderes sevillanos y madrileños, da gusto ver al aussie, vestido con los colores nazaríes, sacando pecho y peleando por lo que cree justo y necesario.
Porque, además de peleón, Joe se parte el pecho en cada partido, dejándose la piel en todos y cada uno de los minutos que está en cancha, aunando calidad, voluntad y disposición. Lo que siempre se ha dicho que deben tener las personas grandes: aptitud y actitud, algo a lo que, por desgracia, estamos muy poco acostumbrados por estos lares.
¡Ojalá hubiera más Ingleses en otros ámbitos de la vida granadina! Porque su actitud rocosa y peleona no significa que no sea un exquisito deportista, sin maldad alguna en sus acciones. Un tipo que va de cara y al que se le ve venir… aunque después resulte letal en sus acciones. Es lo que caracteriza a la gente valiosa: no necesitan utilizar tretas falsarias ni arteras artimañas para ser los mejores. A base de entrenamiento, trabajo duro, compromiso, actitud e ilusión, son capaces de cargarse todo un equipo a las espaldas. Por eso, en los momentos en que las cosas no les salen bien, que siempre llegan, siguen contando con el cariño y el beneplácito de un público que admira su arrojo, descaro y valentía.
Venga, que vamos con una de esas cosas que se inventa la gente en el Facebook.
Echa mano del libro que tengas más cerca.
No. No vale irse a la biblioteca y buscar ese libro molón y resultón en que ahora mismo estás pensando.
Así que, coge el que tengas más cerca, ábrelo por la página 56, vete a la línea 10 y copia lo que la misma contenga.
En mi caso es esto ( y un chispo más):
Pero Louki no tenía motivo alguno para preocuparse. Ya no pensaba volver más a La Condé. La verdad era que tuve la suerte, las dos o tres veces que la estuve esperando en una de las mesas de ese café, de que ella no fuera aquel día.
¿A que es chulo?
Pues es pura casualidad.
El libro se llama «En el café de la juventud perdida», de Patrick Modiano, está editado por Anagrama y es la caña.