«Y el público puesto en pie, agitando las banderas, grita una y otra vez… ¡mierda! ¡Qué mierda más gorda! Qué asco de idealismos sociales, qué asco de ilusiones que sólo llenan de falsas esperanzas. ¿Dónde están las bonitas verdades? Por aquí no andan. ¡Si acaso, de vez en cuando, pasan como tormentas de verano por mis asquerosos pensamientos!»
Así empezaba el controvertido «Iros a tomar por culo», que ya el mismo título tenía una imprudente y provocativa falta de ortografía. Y no precisamente porque Robe Iniesta, el líder de la banda de culto «Extremoduro», no sepa escribir o sea un tipo inculto, como su novela «El viaje íntimo de la locura» pone bien a las claras de manifiesto.
Comenzaba esta reseña con ese párrafo tan peculiar para contextualizar la poesía de un personaje cuya primera novela, con un título tan especial, hace presagiar emociones fuertes. Cualquiera que conozca a Extremoduro sabe que sus letras, a través de una poesía tan sencilla como efectiva, llegan muy hondo, hablando lo mismo de amor borrico, de ciegos, borracheras, drogas, amor a la naturaleza o amor castúo.
Así las cosas, cuando me enteré de que Robe había escrito su primera novela y que se titulaba nada menos que «El viaje íntimo de la locura», le puse un mail a María José, la responsable de la librería Picasso que tenemos en nuestro querido Centro Cultural CajaGRANADA, para que me encargara un ejemplar. Y apenas me llegó, me lancé a devorarlo. Porque éste es uno de esos libros a los que, cada vez que le metes mano, le arrancas cincuenta o sesenta páginas de una sentada.
Voy a intentar explicar el argumento para que, sin contar nada, os hagáis una idea acerca de qué va. Don Severino es un severo notario con una vida de lo más ordenada, monótona e incluso aburrida. Hasta que en su cotidiana existencia empiezan a pasar cosas. Raras. Como luces que se funden y cañerías que revientan. Y grietas que aparecen. A partir de ahí, como bien dice el título de la novela, la locura.
Imaginemos una mezcla de «Up» con «Tarzán de los monos», los pelotazos inmobiliarios, Pandora y la voracidad de las constructoras, la deforestación del Amazonas, la especulación y el mito del buen salvaje, todo ello, con la inocencia y la claridad propias de las mejores letras de Robe.
O sea, que la novela no está repleta de potas, vómitos, ciegos, drogas ni nada por el estilo, lo que alguno podría pensar que es la base de cualquier músico de rock transgresivo que se precie. No. No hay nada de eso. Hay una fábula muy sencilla y atractiva que permite que la novela se lea en un santiamén, dejando un regusto de lo más agradable en el lector desprejuiciado al que no estorbe que Sol y Luna se escriban en mayúsculas, por ejemplo.
Si sois fans o, al menos, os gustan las letras de Extremoduro y la poesía de Robe, os gustará el libro. Pero si no lo sois… yo creo que también. Ya me contáis.