DE QUÉ HABLO CUANDO HABLO DE CORRER

El dolor es inevitable.
El sufrimiento es opcional

 

Posiblemente, leyendo el título del más reciente libro de Haruki Murakami y viendo la portada del mismo, pienses que, cuando el autor habla de correr, habla de correr. Y, por supuesto, Murakami habla de correr. Pero también de otras muchas cosas, (casi) tan importantes como correr: de su vida como escritor, de su juventud, de los tiempos en que regentaba un garito de jazz, de sus novelas, de sus procesos creativos… de la vida, en una palabra.

«Creo que este libro es algo así como unas Memorias. Sería exagerado llamarlo autobiografía, pero se me hace muy difícil calificarlo sólo de ensayo… Por lo que a mí respecta, me apetecía tratar de ordenar, a mi manera y utilizando como mediador el hecho de correr, mis ideas sobre cómo he vivido durante los últimos veinticinco años, en tanto que novelista y en tanto que persona normal y corriente.»

El título del libro, tan ambiguo como ambicioso en su planteamiento, es un sentido homenaje a ese grandioso cuentista, Raymond Carver, que en los títulos que elegía para sus recopilaciones de relatos ya escribía auténticos microrrelatos cargados de sentido e intención: «De qué hablamos cuando hablamos de amor» o el memorable «¿Quieres hacer el favor de callarte por favor?» que Su Mismísima Majestad le podría haber espetado al Gorila Rojo, de una forma mucho más cortés y cortante que su célebre «¿Por qué no te callas?»

Pero dejémonos de digresiones y vayamos a lo que realmente nos importa. ¿Por qué escribe de algo tan aparentemente banal un tipo como Murakami, novelista admirado en los cinco continentes? Pues porque, de no haber sido corredor, sus libros no serían lo que son. Podrían ser mejores o peores, pero serían distintos. Porque correr, como yo mismo he insistido tantas veces cuando escribía de correr, es más, mucho más que un deporte.

No me quiero poner místico y hablar de religión, de zen o de cosas por el estilo. Muchas veces lo hice antes y, en no pocas ocasiones, me encontré con cariñosos comentarios vuestros, del tipo: «tú estás zumbao» o «se te ha ido la pinza, chaval». Y precisamente por eso, en cuanto empecé a leer las intentas doscientas y pocas páginas del libro y vi de lo que iba, les puse un SMS a algunos de mis amigos de Las Verdes, diciéndoles que había que leer a Murakami, claro, pero, sobre todo, que había que dárselo a leer a esas personas de nuestro entorno que, queriéndonos y apreciándonos, no terminan de entender nuestra fijación con eso de correr.

«De qué hablo cuando hablo de correr» es uno de esos libros que parece que el autor lo ha escrito pensando en ti. En tu forma de ser, de entender el deporte, de entender la literatura y, por tanto, de entender la vida. Me acuerdo, hace un tiempo, cuando estaba trabajando con mi jefe y, notándome particularmente espeso, me soltó lo siguiente:

– «Anda Jesús, vete a tu casa, sales a correr un rato, y esta tarde seguimos trabajando».

Ni que decir tiene que, después de correr, rendí mucho mejor. ¡La de artículos, columnas, cuentos, relatos y reportajes he «escrito» mientras corría! La de ideas que se me han ocurrido. La de problemas que se me han desatascado, trotando por esos caminos.

Para mí no hay diferencia entre correr, escribir y pensar. Como bien dice Murakami en este libro, «yo, como debe ocurrirles a la mayoría de los que se dedican a escribir, pienso cosas mientras escribo. No es que ponga por escrito lo que pienso, sino que pienso mientras elaboro textos. Doy forma a mis pensamientos mediante la labor de la escritura. Y, al revisar los textos, profundizo en mis reflexiones.»

Y me acuerdo de algunas de las sufridas carreras en las que he participado, como aquella Media Maratón de Montaña de La Ragua, en que terminé desfallecido. O mi primera Media Maratón, en Motril. O la Maratón de Sevilla, claro. Y leo a Murakami cuando dice: «Participar en la carrera y acabarla es para mí lo esencial. Alcanzar la meta, no caminar y disfrutar de la carrera: éstos son, en ese orden, mis tres objetivos fundamentales.»

Y los míos. Que tantas veces, cuando hablo de las carreras, la gente me pregunta eso de «¿y en qué puesto quedaste?» En fin.

Murakami. Un autor que, para mí, fue una revelación, como ya comenté en ESTA entrada. Murakami, un tipo que escribe perlas como ésta: «Para mí, escribir una novela es enfrentarse a escarpadas montañas y escalar paredes de roca para, tras una larga y encarnizada lucha, alcanzar la cima. Superarse a uno mismo o perder: no hay más opciones. Siempre que escribo una novela larga tengo grabada esa imagen en mi mente.»

Y que me recuerda que, desde que corro, he publicado libros, colaboro con IDEAL, he ganado concursos de cuentos y mi vida profesional no ha hecho sino ir hacia arriba. Y, por eso precisamente, es hora de volver a las carreras. Es hora de perder peso. Es hora de volver a pensar en grandes desafíos. Es hora de volver.

Gracias, Haruki.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

DÍA DEL TRABAJO

No sé la razón, pero en este día del trabajo me acuerdo de este cuentito de Eduardo Galeano:

«En la isla de Vancouver los indios celebraban torneos para medir la grandeza de los príncipes. Los rivales competían destruyendo sus propios bienes. Arrojaban al fuego sus canoas, su aceite de pescado y sus huevos de salmón; y desde un alto promontorio echaban al mar sus mantas y sus vasijas.

Vencía el que se despojaba de todo.»

Feliz 1 de Mayo.

Jesús Lens.