¡Bienvenida, Carmela! Y muchas felicidades, Mamen y Jose, sus lógica y orgullosamente felices padres. Y a la pequeña Julia, claro, que ya tiene a su hermanita.
Día: 10 de septiembre de 2010
EL SER PERRUNO
La columna de hoy de IDEAL va dedicada a una forma de ser muy de nuestra tierra, y no sé si de otras. O lo mismo es una percepción injustamente personal… ¿qué os parece?
Mi amigo Álvaro es un ejemplo a seguir por muchas cosas, pero sobre todo por cómo afronta sus retos y desafíos deportivo-culturales: se fija un objetivo, entrena duramente y lo cumple. Lo mismo le da correr una media maratón que jugar un torneo de baloncesto, recorrer Irlanda en bici o hacer la integral de Sierra Nevada, caminando. El esquema es siempre el mismo: un objetivo ambicioso, entrenamiento y ejecución.
¿A que parece sencillo? Pues pensemos en la cantidad de planes, retos, proyectos y objetivos frustrados a lo largo de nuestra vida, por las razones más diversas y variopintas. Por cada logro conseguido, ¿cuántos se quedaron en el camino?
Cuando Álvaro me cuenta un nuevo plan, mi admiración no pasa tanto por su envergadura o desmesura, que hablamos de un tipo templado, cabal y sensato, cuanto por el empeño, la dedicación, el cariño, la ilusión y el esfuerzo que emplea en culminarlo con éxito. Y haciéndolo compatible, a la vez, con una brillante carrera profesional y una modélica vida familiar. Es, sencillamente, cuestión de prioridades, determinación y ganas.
Una forma de ser que contrasta con esa otra, tan granadina, brillantemente definida y explicada por mi amiga Carmen como el ser perruno o perrunismo: dejar para mañana lo que puedas hacer hoy, mirar hacia dentro, sólo hacia dentro y muy hacia dentro, no abandonar los límites espacio-temporales marcados por un radio de cien kilómetros a la redonda trazados desde Puerta Real, sospechar de toda idea nueva o distinta y desconfiar de cualquier ser humano no nacido en el corazón de la ciudad de la Alhambra.
El ser granadino hace que cualquier nueva propuesta, del tipo que sea, sólo coseche ataques, suspicacias, sospechas y desconfianzas. Lo primero, dependiendo de dónde venga la propuesta, es “partidizarla”. ¿Viene de los míos? Y, de ser así, ¿de qué facción? Y dentro de la facción, ¿quién es el inventor de la idea? ¿Quién está detrás, en la sombra? ¿Quién la apoya? ¿Qué interés tiene? ¿Qué tajada quiere sacar?
A partir de ahí, llega el posicionamiento. Dado el Reino de Taifas en que vivimos, el posicionamiento habitual suele oscilar entre el No radical, el No condicionado o, con mucha suerte, el Sí, pero… Un posicionamiento basado en filias, fobias, familias, estirpes y, sobre todo, en intereses creados. O por crear.
Hay ocasiones en que, a pesar de todos los pesares, una idea prospera, como el espermatozoide que fecunda el óvulo después de haber sorteado mil y un obstáculos y peligros, en una feroz carrera en la que sólo podía quedar uno. Con más o menos (des)gana y (des)entusiasmo, nace un proyecto de futuro. Es entonces cuando interviene el perrunismo granadino para alargarlo hasta lo indecible, espesarlo hasta lo intragable, espinarlo hasta lo inasible. Tanto que, antes de verlo nacer, terminamos aburridos y hastiados de él.
¿Ejemplos? Milenio, Nevada, Centro Lorca, Gran Espacio Escénico, Vega, Anillo, Autovía, AVE (con o sin estación)… ¿Seguimos?
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.