LA RED SOCIAL

¿Tienes Facebook? ¿Lo miras a diario? ¿Un par de veces a la semana? ¿Te abriste una cuenta, aceptando la invitación de alguien, pero nunca más se supo? ¿Pasas de Facebook, las redes sociales y las amistades virtuales? ¿Consideras a Facebook como una de las peores lacras de lo que llevamos de siglo XXI?

Entonces, “La red social” es tu película.

Porque “La red social”, como bien dice su director, el siempre interesante, apasionante y genial David Fincher, “va tanto sobre Facebook como “Toro salvaje” es un filme sobre boxeo”.

Mucho se ha escrito sobre “La red social” desde que el proyecto se anunciara, meses ha. Y, efectivamente, como bien señala en su Twitter nuestro querido, seguido y admirado J.E Cabrero, la película parecía haber concitado el unánime entusiasmo de la crítica antes incluso de que se hubiera exhibido un solo fotograma.

¿Por qué?

En primer lugar, porque desde el principio se filtró que Mark Zuckerberg, el creador de Facebook, renegaba del guión, lo que nos garantizaba que la película no iba a ser la típica hagiografía del triunfador americano, algo impensable en Fincher.

Y ahí radica el segundo (y definitivo) elemento esencial en el éxito anticipado de “La red social”: los nombres que están detrás del proyecto. El más visible, ese Fincher que convierte en arte todo lo que toca. Sus películas terminarán gustándonos más o menos, pero lo cierto es que todo lo que filma es siempre mucho más que interesante y está notablemente por encima de la media.

Pero es que, además de Fincher, en la producción está Kevin Spacy. Y en la música, Trent Reznor (ya hablamos AQUÍ de ella), gente acostumbrada a hurgar en el lado oscuro del ser humano, en lo más siniestro de su existencia, por mucho dinero, lujo y oropel que las presidan.

Y, por si fuera poco, al teclado del guión está uno de esos prodigios del nuevo Hollywood fílmico-televisivo: Aaron Sorkin. Y es que cuando un escritor de cine suena… agua lleva. Que ser el padre de “El Ala Oeste de la Casa Blanca” está al alcance de muy, muy poquita gente.

Por tanto, y sabiendo que ya es una de las grandes candidatas a los Óscar, conociendo todo el talento que hay detrás y ya que va sobre el logro y la consecución del sueño americano, ¿qué podemos decir de “La red social”, una vez vista, por fin, en los cines?

Pues, en pocas palabras, que es un peliculón. Que la acumulación de talentos reunida hace que el resultado esté a la altura de lo esperable, exigible y demandable. Que, efectivamente, no es una película sobre Facebook, sino un preciso análisis sociológico sobre la sociedad del momento, sus carencias, sus logros y sus miserias.

Una película coral en la que el protagonista lo es, pero sólo al principio. Una película que parte de un contencioso (las diferentes demandas que varias personas le pusieron a Mark Zuckerberg cuando Facebook comenzó a convertirse en lo que hoy es) para que todos los implicados puedan dar su versión de los hechos. Una de las películas menos maniqueas que he visto en mucho tiempo, en la que es difícil que ninguno de los personajes te caigan del todo bien o completamente mal.

Porque “La red social”, aunque queramos renegar de ella, está ahí. Es un hecho. Es un éxito. Y saber el cómo y el porqué del mismo nos ayuda a entender un poco mejor el mundo en que vivimos.

¿Es Zuckerberg el nuevo John Foster Kane?

Posiblemente.

Y “La red social”, desde luego, le hace tanta justicia al personaje como “Ciudadano Kane”, con la que ya se compara, le hizo al famoso magnate de los medios de comunicación norteamericano.

Valoración: 9

Lo mejor: La secuencia del remo, homenaje de Stanley Kubrick y “La naranja mecánica”. No es que sea lo mejor, pero me gustó el detalle.

Lo peor: como siempre decimos cuando vemos películas así, que no haya más de éstas cada año.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

PILLA PILLA

La columna de hoy de IDEAL nos ha salido juguetona, aunque de lo que hablamos no es de juegos, precisamente…

El pilla-pilla, un juego de antaño, era muy simple: uno se la quedaba y los demás chavales corrían, intentando escapar del perseguidor. Lo curioso era que, cuando estabas a punto de ser pillado, te quedaba un recurso fabuloso: encaramarte a una farola o subirte a un banco y gritar “¡casa!”

A medida que crecemos, más que olvidar los juegos, los adaptamos a las nuevas circunstancias, personales, sociales y laborales. El pilla-pilla, por ejemplo, sigue siendo uno de los juegos favoritos de un montón de gente, sólo que cambian las reglas: de lo que se trata no es de escapar sino de pillar un buen chollo en forma de lista electoral, asesoría, gerencia o comisión de servicios. Una vez que se entra en esa rueda y a nada que sean hábiles, los participantes en el juego manejan los puestos y los cargos igual que los niños hacen con los cromos: intercambiando las concejalías por asistencias técnicas o un Instituto de la Juventud por uno de la Mujer. Etcétera.

Por supuesto, si en algún momento de la partida los jugadores se sienten cansados o amenazados, les queda un recurso infalible: pedir “casa”. Y en Granada, al parecer, la casa, el reposo del guerrero, es la Diputación. Sería como el taller para los coches de F1. El repostaje.

Lo bueno que tiene la Diputación es que, en realidad, nadie sabe para qué sirve. Ni qué es. Ni cómo se entra en la misma. O se sale. Imaginemos que en este preciso momento llega un marciano, abduce al amable lector y le pregunta por las Diputaciones. ¿Qué le diría, sin tener una conexión de Internet a mano en la que hacer un Googling o una visita de urgencia a la Wikipedia?

¡Ojo! Que no estoy yo diciendo que las Diputaciones no sirvan para nada. Bien disfruto del Festival de Jazz o del Circuito de Fondo, por ejemplo, para hacer tan osada y peregrina aseveración. Pero, ¿no piensan ustedes que, en pleno siglo XXI y tras la revolución de los ordenadores e Internet, la división administrativa de España es abusiva y obsoleta?

Tenemos ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas, estado central y Unión Europea, con sus respectivas sedes, gerencias, concejalías, consejerías, ministerios, coches oficiales, plantillas, asesores, técnicos, presupuestos… e impuestos, claro.

Un maremágnum que puede llegar a convertir el protocolo en un sudoku irresoluble, un despelote incontrolable que genera un evidente despilfarro de dinero, esfuerzo y energías, convirtiendo la vida de los ciudadanos en un infierno burocrático repleto de duplicidades y triplicidades de instancias, ventanillas y funcionalidades. Sin olvidar los celos y envidias personales y departamentales que igualmente consumen y absorben tiempo, recursos y patrimonio.

Una pregunta, para terminar: en mitad de lo más crudo de la cruda crisis, ¿a quién no interesa que se plantee una revisión, a fondo, del obsoleto y disfuncional mapa político-administrativo de España?

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

DEL HUMOR COMO UNA DE LAS BELLAS ARTES

Escribir es un placer que, personalmente, me reporta satisfacciones directas e inmediatas, por el sólo hecho de practicar.

Pero, a veces, escribir conlleva recompensas inesperadas. Como la de encontrar un mensaje en tu bandeja de entrada en el que Pablo Guarnido (hermano de Juanjo, del que pronto volveremos a hablar) hace referencia a esta columna, publicada en IDEAL.

Y es que Pablo tiene un proyecto genial, llamado “El chiste de los lunes”, cuyo autor presenta así:

“Es un blog (éste) en el que cada lunes cuelgo una página de cómic, cuyo guión es un chiste que me ha contado algún visitante de dicho blog a través del enlace “Cuéntame un chiste bueno y lo dibujaré”.

Es decir, la página se alimenta de sus lectores mediante una simpática simbiosis. El objetivo, además de intentar conseguir una carcajada en cualquier momento de la semana, es el de tratar de endulzar el espeso lunes por la mañana de tanta gente que lo primero que hace es encender el ordenador de su trabajo”.

¿Qué os parece?

Pablo se toma el humor muy en serio. Como debe ser. Y empezar la semana con una carcajada, no tiene precio. No dejéis de leer este reportaje que le dedicó “Granada hoy” hace poco tiempo.

¿Compensa o no compensa el escribir, cuando te pasan como ésta?

Jesús Lens

CAMBIOS EN «SACUDIENDO LETRAS»

Queridos, ¿estáis escribiendo vuestros cuentos?

Siguiendo consejos y recomendaciones, vamos a cambiar el espíritu de la convocatoria y, en vez de pagar 100 € a los ganadores de cada mes, vamos a ahorrar ese dinero con el fin de editar un modesto volumen que recoja los mejores cuentos, sólo para regalar a amigos y conocidos.

Espero que os guste la idea, que eso de los 100 euros en metálico quedaba muy frío.

Gracias, Silviña, por la idea. ¡Es genial!

Seguimos estimulando la creación y el arte de contar cuentos, le damos visibilidad y ofrecemos una recompensa más romántica que puramente económica…

Ya sabéis. Cuentos. 2.500 caracteres como máximo. Con espacios. Los espero en jesus.lens@gmail.com

El lema para octubre es:

– Mamá, ¿esta noche tampoco hay nada para cenar?

Jesús “oídos abiertos” Lens.