Dos veces había visto a Omar Sosa. Una, en el Festival de Jazz de Granada, con un concierto repleto de atmósferas extrañas, santería y brutal desmadre absolutamente controlado y orquestado. Después, en Semana Negra de Gijón, en un concierto más clásico y reposado.
A Senegal, al Festival de Artes Negras (sobre el que aquí dábamos unas primeras pinceladas), Omar llevó su espectáculo religioso, profundo y excitante, repleto de efectos de sonido y generador de atmósferas imantantes. Pero le tocó actuar después de Ray Lema y de que Richard Bona hubiera arrasado, por lo que mucha gente se fue. Omar, triste y decepcionado, dio un buen concierto, pero se le notaba tenso e irritado.
Dejamos varios cortes de un concierto que muestra este concepto musical de Sosa. Personal, único e irrepetible.
Jesús Sosaína Lens.