Cinema Paradiso

“Un anciano que muere

es una biblioteca que se quema.”

Proverbio africano

Atribuido al escritor Hampate Ba

Una sala de cine es más, mucho más que una platea llena de butacas, una gran pantalla blanca y un proyector. Al menos, lo solía ser. Un cine era un lugar en que todo era posible. Entrabas siendo un niño, un jovencito, una mujer casadera, un señor maduro o una amable anciana y, durante noventa minutos, te convertías en un gángster con cara de pocos amigos, un vaquero de gatillo rápido, un poderoso caballero medieval montado en su caballo, una hermosa princesa besasapos, una beligerante heroína libertaria o un feroz pirata con parche en el ojo.

Así comienza la reseña que hemos preparado sobre “Cinema Paradiso”, para el ciclo “Cine dentro del cine” y que hoy proyectamos en el Teatro CajaGRANADA, a las 8 de la tarde. Ya sabéis: entrada libre hasta completar el aforo de la sala. El resto de la reseña, lo podéis descargar desde este enlace.

Pero si no tenéis ganas de cine, os podéis acercar a la Mediateca, a este extraordinario ciclo que nos trae Pedro Enríquez: “Anaquel de palabras”.

No será por oferta…

Jesús Lens.

¿Por qué ahora?

Mientras que la celebración del 1 de mayo apenas convocó a un millar de fieles, las calles de Granada fueron tomadas, ayer, por más de 5.000 manifestantes que, organizados a través de las Redes Sociales, exigen cambios. Una noticia que ha pillado por sorpresa a los de siempre. Y que nos llena de orgullo. Quizá empiece a ser la respuesta a la última pregunta que planteamos, hoy, en este artículo que publicamos en IDEAL, con el que no sé si estaréis muy de acuerdo…

La lista de los libros más vendidos de no ficción está copada por los panfletos que, en su versión original francesa y en su adaptación a la realidad española, instan a los jóvenes a reaccionar, indignarse y decir “hasta aquí hemos llegado”.

Lo primero que llama la atención es que dichos llamamientos a la acción vengan de parte de venerables ancianos, octogenarios, como Stephan Hessel o José Luis Sampedro. Pero ¿qué esperábamos? ¿Qué fueran los Ni-Ni (esos jóvenes que no tienen ni estudios ni trabajo) quiénes llamaran a la rebelión?

Y ahí radica el quid de la cuestión. Estando de acuerdo con el análisis de los dos autores y con el diagnóstico tan grave y pesimista que hacen de la actual coyuntura europea, me pregunto: ¿por qué ahora? Es decir, ahora es buen momento, claro. Millones de parados, falta de expectativas, empobrecimiento generalizado… de acuerdo. Ante una situación como ésta, un mensaje altisonante e incendiario es fácil que llegue a la gente. Pero, ¿por qué no se instó a la rebelión y a la toma de conciencia hace años, en la época de las falsas vacas gordas o edad de la gamba de plata a punto de pudrirse y echarse a perder?

¿Por qué no se indignó nadie cuando toda una generación de alumnos dejó las aulas, en muchos casos sin haber obtenido el graduado escolar, para subirse al andamio y ganar un pastizal que, a la vuelta del tiempo, se ha convertido en una losa insalvable? ¿Por qué nadie publicaba manifiestos cuando quiénes queríamos comprar una vivienda, para vivir, teníamos que pagar un sobrecoste brutal para satisfacer a tanto especulador que ahora va llorando por las esquinas?

¿Dónde estaban los panfletos criticando un modelo productivo basado, exclusivamente, en el cemento, el urbanismo desbocado, la construcción y las obras públicas faraónicas y descomunales? Y en el turismo. ¡Menos mal! ¿Dónde estaban los panfletos animando a los jóvenes a formarse y a protagonizar ese cambio de modelo productivo que nadie sabe en qué consiste?

Es fácil, cuando todo está peor que mal, clamar, gritar y patalear. Y llamar a la acción, claro. Lo difícil es que una sociedad narcotizada, una sociedad basada en el pelotazo y el enriquecimiento con pies de barro, una sociedad acostumbrada a cabalgar a lomos de la ley del mínimo esfuerzo, ahora, vaya a reaccionar.

En realidad, ¿quiénes estamos leyendo las obras de Hessel y Sampedro, en España? Y esa lectura, ¿qué efectos tiene? Porque aquí, el puto amo de la indignación es Mourinho y a buena parte de la generación Ni-Ni, lo que en realidad le interesa es el trato de favor de los árbitros al Barcelona. Como a buena parte de la sociedad con estudios y con trabajo, por otra parte.

Sí. Indignarse está bien. Muy bien. Pero la pregunta sigue siendo: ¿Y ahora, qué?

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

PD.- ¡Qué me gustaría que, a la vista de esta portada de IDEAL, este artículo ya estuviera desfasado…!

García Montero y Sabina en CajaGRANADA: como en casa

El viernes por la tarde, en el salón de actos de la Sede Central de CajaGRANADA, me sentí como en casa. Y, en este caso, no porque trabaje allí y, a veces, pase tantas horas en el Cubo como en las barras de mis bares favoritos…

El pasado viernes me sentí en casa porque, escuchando el mano a mano entre Joaquín Sabina y Luis García Montero, (En el enlace, vídeo del acto) me transporté a ese espacio mítico que es Semana Negra, que dura 10 días, pero cuyos efectos se prolongan durante todo el año.

Llegué cansado, a esa tarde del viernes. La semana había sido dura, larga y, por momentos, demoledora. En el trabajo, y fuera, que me las tuve que ver, dos veces, con ese monstruo que es el Servicio de Recaudación.

El miércoles, con Jesús Conde y Manuel Villar, recuperamos el placer de hablar en público de libros, viajes y aventuras. Después, disfrutamos tomando esas imprescindibles cervezas, con los buenos amigos de siempre y con otros nuevos, de esos que te sorprenden y que, piensas, pueden estar llamados a jugar un papel importante en tu vida. Y seguimos charlando, contando, riendo, chafardeando…

El jueves nos asomamos al Gato Montés. Nos gusta, mucho, ese garito de Monachil. El trasnoche con el piano se alargó hasta la madrugada, pero aquella versión de “Alfonsina”, con la que me encuentro por segunda vez en pocas semanas, se merecía la vigilia. Y el mojito. Y la tristeza bossa novera.

Y llegamos al viernes. Y llegaron Sabina y Luis. Antes, habíamos reído con el desparpajo de Stewart, que escribirá igual que esquila ovejas, pero que es un gratísimo conversador. Y ese elogio de la melancolía y la soledad, del andar solos por los campos… impagable.

Lo mejor que tienen García Montero y Sabina es que, en sus actuaciones y a través de la alquimia de la palabra, consiguen convocar a personas que ya nos dejaron y a las que tanto queremos, como Ángel González, Alberti o nuestro Enrique Morente.

Con cada lectura, los poetas arrancaban sonoras y clamorosas ovaciones del público que abarrotaba el salón de actos de la Sede Central de CajaGRANADA. Un público que, mayoritariamente, asistía en ceremonioso silencio al declamar de los artistas. Se sucedían coplillas satíricas y humorísticas con otras más profundas, concienciadas y emocionantes. Como la de la Nube Negra que Montero le dedicó una vez a un Sabina sumido en una profunda depresión. Y sobre todo, me emocionan los versos de García Montero en que habla de esa cotidianeidad, tuya y mía, que tan poética puede ser.

Para los habitualmente no lectores de poesía, actos como éste son imprescindibles. Por eso, siempre, he reivindicado la magia de Semana Negra, una celebración de la palabra, con esas noches de tumultuosa poesía, en la Carpa del Encuentro.

Por eso, la tarde del viernes nos sentíamos como en casa, en Granada. Como si estuviéramos en julio y en Gijón.

Lo de Pereza y Prado, después, ya fue otra cosa…

Jesús nostalgiosamente casero Lens

Un deseo

Y ahí le tienen, felizmente angustiado, poseído por la reconfortante sensación de que está perdiendo, miserablemente, todo el fin de semana…

Yo, el Vago

Gracias Cuate, por esta instantánea. Que no es del fin de semana. Pero que podría serlo.

Con todo cariño, os deseo, de corazón, que perdáis el tiempo y que este domingo no sirva absolutamente para nada.

A veces, hace falta.

Jesús El Vago Lens.

Tras la llamada…

– ¿Fuiste por los zapatos?

– Sí. Dejé la caja en la puerta del vestidor.

– ¡A ver cómo han quedado, que no me fío yo de ese zapatero tan jovencito…! ¿A dónde vas?

– A la azotea. Dejé tendida una camisa y ya debe estar seca.

¿Quiénes estos tipos, de qué hablan y qué se proponen (al menos, uno de ellos)?

Razón AQUÍ.

Jesús Lens.