Menos Irene, que me pasó la foto, a ver quién sabe qué oculta esa interrogante y dónde está este lugar…
PD.- El año pasado estábamos escribiendo esto… En el 2009, blogueábamos esto y en el 2008, estábamos lejos…
Si no lo escribí, pensé hacerlo: a algunos supuestos genios que cambian los títulos originales de las películas y, en sus traducciones españolas, intentan hacerlos más atractivos al público, habría que lincharlos en la plaza pública.
En concreto, con las comedias, los creativos suelen dar rienda suelta a su portentosa imaginación y así nos encontramos con títulos como Superfumados, Superpirados o Resacón en Las Vegas, cuya mera enunciación hace temblar el misterio y desechar cualquier posibilidad de ir a ver la película. Por decoro. Por estética.
Con títulos así pasa como cuando eras joven y pedías preservativos en la farmacia o revistas para adultos en los kioscos: tenías que disimular. ¿Cómo le dices a un amigo que vaya contigo a ver una película que se llama “Resacón 2: ¡ahora en Tailandia!”? Es que pierdes toda credibilidad. Así, o utilizas subterfugios (- ¿y si vamos a ver una comedia que dicen que está bien y la crítica ha alabado bastante?) o te pones en plan pedante y utilizas el título original en inglés, “The Hangover Part II” o, directamente, haces como yo y te vas solo al cine, diciéndole a la taquillera que quieres una entrada para la sala 1.
Lo malo es que ella, en aras de la claridad expositiva, para evitar errores y reclamaciones, para que quede claro qué película quieres ver; abrirá el micrófono y le informará a toda la cola (y a la mitad de los visitantes al centro comercial Neptuno) de que el mangallón, cuarentón y con las sienes llenas de canas que tiene delante, efectivamente, va a ver “Resacón 2: ¡ahora en Tailandia!”
El caso es que el primer Resacón, como no me he cansado de repetir hasta la saciedad cada vez que el tema ha salido en alguna de esas imprescindibles, cinéfilas, refrescantes y necesarias charlas de barra de bar, era un peliculón como la copa de un pino, una loca comedia inteligente, divertida, cáustica, sorprendente y demoledora.
¿Y la secuela?
Pues, la verdad, me temo que ya no tanto.
Los protagonistas son los mismos, la coartada es idéntica, el planteamiento es semejante y el hecho de que la acción se traslade de Las Vegas a Tailandia sólo hace que el espectador disfrute de unas cuantas poderosas imágenes de un país al que algún día tendré que volver porque en nada se corresponde lo que veo, escucho y leo sobre el estado asiático con lo que recuerdo de mi visita al mismo.
La película, por supuesto, no aburre. Tiene buenos golpes y algunos gags muy divertidos. Va directa al grano, juega con el tiempo y hace pasar un rato de lo más entretenido. Pero ya no sorprende. Y el efecto sorpresa era uno de los puntazos que tenía el primero y original Resacón.
Valoración: 6
Lo mejor: el amanecer de los protagonistas en Bangkok y las expresiones de sus rostros, preguntándose: -¿qué ha pasado aquí?
Lo peor: el deja vú que invade todo el metraje.
Jesús Lens
PD.- Tal día como hoy, no estábamos corriendo los Sanfermines. Estábamos blogueando esto… Y haces dos años, esto otro.
Jose, nuestro querido entrenador de baloncesto, una vez se inventó uno de esos gritos de guerra que nos gustaba soltar en los lugares y momentos más (in)apropiados:
– ¡¡¡ En defensa, no se descansa!!!
Hace unas semanas, os acordaréis, nos desayunábamos con una noticia que era un puro disparate: la Semana Negra de Gijón corría peligro. Escribíamos de ello, claro. Y encontramos una impresionante catarata de adhesiones, tanto de los propios amigos de la Semana como de otras personas que, sin haberla pisado, vivido o experimentado, sentían que aquello no podía ser.
A través de Facebook, llamadas de teléfono o mails; a través de la participación activa en foros y espacios virtuales de debate y discusión, un nutrido comando de intervención inmediata se movilizó en defensa de Semana Negra y de su concepción lúdica, alegre, exigente y desenfadada de la cultura.
Aún cuando se llegó al acuerdo de celebrar la edición de este año del Festival Cultural más populoso y visitado de Europa, los defensores de Semana Negra hemos seguido trabajando, codo con codo, en defensa del modelo. Del único modelo posible.
Bien sabemos que, una vez terminado el mes de julio y parafraseando el lema de “Juego de Tronos”, se acerca el invierno. Y que los ataques a Semana Negra seguirán, volverán y se recrudecerán.
Por eso, ahora que nos acercamos alegre y festivamente a la celebración de una nueva edición de nuestra querida, admirada, esperada y reverenciada Semana Negra, quiénes la queremos, la amamos y la sentimos nuestra, tal y como es, tenemos que recordarlo,
¡¡¡¡ En defensa, no se descansa!!!
Y si el Dios de la Muerte nos mira, la única respuesta posible es:
– Hoy no.
Semana Negra vive…
Jesús semanero convicto y confeso Lens
PD.- ¿Qué pateábamos hace un año, tal día como hoy? Un microdiáloco 😉
Hay películas cuya nacionalidad ya delata el contenido de su guión y su metraje. “Pequeñas mentiras sin importancia” es una de esas películas.
Francesa.
Venga, va. Confiesa. ¿Qué has pensado al leer que la película es francesa?
Si has pensado que se trata de una historia en la que los personajes hablan mucho, acertaste. Y si crees que va de relaciones humanas y de cómo afrontamos la vida, también.
Algunos pensarán que son pajas mentales.
A otros, nos gustan esos guiones pausados en los que los personajes tienen tiempo de crecer, evolucionar y madurar frente al espectador, a través de sus diálogos, charlas y conversaciones.
El punto de partida es muy sencillo: unos amigos se marchan juntos a disfrutar de las vacaciones de verano. Pero ya no son niños. Ni adolescentes. Ni postadolescentes. Ya son tipos talluditos, bien entrados en la treintena, cuando ya se deben tener las cosas más o menos claras en la vida.
Pero eso no es así. Nunca, jamás, se tienen las cosas claras, como los personajes de un reparto coral y bien ajustado se encargarán de demostrar. Porque justo antes de iniciar las vacaciones, uno de los miembros de la pandilla sufre un grave accidente, lo que hará que los demás (que se van juntos a la playa, en cualquier caso) tengan los nervios a flor de piel.
Parejas rotas, relaciones incipientes, dudas existenciales, el sentido de la vida, neurosis varias, carreras profesionales, el éxito, el fracaso, el arte, la música… de todo hay en una película deliberadamente lenta, en la que la cámara acompaña a los personajes en un devenir tan cotidiano como imprevisible.
Una película basada en un guión muy bien trabajado y en un excepcional trabajo actoral en el que Marion Cotillard refulge con luz propia.
“Pequeñas mentiras sin importancia”, un canto a la amistad y la complicidad entre las personas, pone el foco en las contradicciones de las relaciones humanas, pero sin estridencias o grandes y desmedidos dramatismos. Hasta llegar al final de la película, claro.
Que a unas les ha gustado mucho y a otros nos ha gustado menos, quizá porque rompe con ese estilo pausado del que venimos hablando en estas notas.
En conclusión: una película que no pasará a los anales de la historia del cine, pero que se ve con agrado y te reconcilia con los filmes pequeñitos, de autor, con diálogos apasionados, calor y sentimientos.
Valoración: 7
Lo mejor: el guión y los actores. Aunque el doblaje…
Lo peor: el exceso de melodrama en la resolución de la película.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.