¿Cómo estoy en Bolivia?

Ya os lo contaré, pero lo de Bolivia ha sido durísimo. Precioso. Pero durísimo. Y he pasado algunos momentos de pesadilla, por cuestiones de salud, desconocimiento, aislamiento y miedo. Ya estoy de vuelta en Argentina, y las cosas van bien. Otra vez. Por tanto, mi resumen de estos días, ahora mismo, se traducen en el nombre de este almacén:

Como botón, una muestra de la garita que constituye la entrada a Bolivia desde Chile. Esto es la frontera. Y la aduana. Y todo:

Quebradas

Cuesta definir con palabras lo que siente caminando por el desierto, viendo montañas policrómicas por el efecto de los minerales, ver amanecer en un campo de géiseres o nadar a 4.500 metros de altitud, con diez volcanes de más de 6.000 metros como testigos mudos de días que pasan en el Desierto de Atacama, en lugares como el Valle de la Luna, el Valle de la Muerte o el Llano de la Paciencia.

Mañana o pasado me voy a Bolivia, a Uyuni, a disfrutar del salar más grande del mundo y a dar continuidad a un viaje que empezó el año pasado, en Perú, con el descubrimiento de la cultura Inca. O hace más, en Guatemala y México, con los mayas. Vaya usted a saber.

Pero estamos aquí y ahora y quería comentar sobre un volcán activo,que echa sus fumarolas desde su gran cráter. Y que se llama el Putana, justo como un río que recorre el valle. Putana. Vaya nombrecito. Recuerdo que pensé que me recordaba a esos macarrones que ponen en las pizzerías, a la putanesca, que tanta gracia nos hacía cuando éramos niños. Y menos niños. Siempre que hay un silencio en la pizzería, la referencia a la putanesca es muy socorrida.

Volcán Putana

Putana. Pregunto por el origen del nombre y me confirman que sí. Que aunque no me lo crea, sí tiene que ver con las putas. En concreto, con una, de nombre Ana. Lógicamente. Y es que la zona, antes, era zona minera. Y en los contornos había una Ana que, flexible de piernas y de moral ancha, hacía las delicias de los mineros.

¿No da gusto descubrir que un poderoso volcán en erupción, el río que da vida a la zona y, por extensión, a toda el área más rica de Atacama, lleva el nombre de la deliciosa y encantadora Ana, que tan felices hizo a tantos y, esperamos, tan feliz fue ella misma?

Jesús putanesco Lens

Encuentro en la Quebrada del Diablo

Estábamos en un lugar llamado la Quebrada del Diablo, viendo formaciones rocosas imposibles, cuando aparecieron dos ciclistas, que están recorriendo Sudamérica sobre dos ruedas. Ella es rubia y francesa. Él, ecuatoriano y negro zahíno. Salieron de Buenos Aires hace seis semanas y quieren recorrer unos 20.000 kilómetros, en dos años. Pedaleaban en vaqueros y camiseta y sus bicicletas pesaban quintales, pero no dejaban de sonreír, eufóricos. Y mira que estábamos en una zona con fuertes desniveles y en la que el viento arrastraba un polvo desértico, como si de una película de John Ford se tratara.

Y nos cuenta una anécdota que les pasó hace unos días, cuando estaban en un pueblito diminuto y escucharon a un niño pequeñito decirle a su padre:

– ¿Y por qué no matas al negro, lo secamos, y lo sumamos a la colección?

Jesús en ruta Lens.

Con una sonrisa, partimos

Pues sí, amigos. Esto es lo que hay y esto es lo que queda.

Tengo un petate preparado, esperándome para salir zumbando. Lejos. Muy lejos. Se me hizo extraño, ayer, rebuscar en el baúl de los recuerdos montañeros y recuperar guantes, pasamontañas, forros polares, cortavientos, botas, saco de dormir invernal, etcétera.

Pero me harán falta.

Me voy al invierno, en pleno verano, a subir riscos, cruzar quebradas, pasar puertos de montaña, bajar a valles en sombra y cruzar ríos tumultuosos.

Me voy a Sudamérica y, por lo general, estaré desconectado, off-line y descoberturizado. No me llevo portátil, ni smartphone ni ganas para usarlos o echarlos de menos.

Me voy a tierras lejanas, extrañas, agrestes y montaraces.

Por eso quería cerrar este capítulo veraniego con una sonrisa, que acompañará a los visitantes blogueros que entren en las próximas semanas.

Sed felices, cuidaos mucho y… ¡nos vemos a la vuelta!

Jesús sud-escapista Lens