The killing

Para quienes nos gusta correr, la nueva, esperada y publicitada serie “The killing” comienza de una forma bastante angustiosa, tensa y complicada: paradójicamente, arranca con una mujer de mediana edad corriendo.

Es pelirroja y viste con unas mallas en las piernas, pero una complicada parca cubriéndole el cuerpo. El tiempo es desapacible y ella parece preparada para correr en condiciones climatológicas adversas.

Corre por campo abierto, en plena naturaleza. Su rostro es hierático. Ni parece disfrutar ni tampoco parece sufrir un ápice. Solamente corre.

En montaje paralelo, vemos a otra mujer que corre. Ésta es joven y su rostro sí transmite sensaciones: miedo. Pánico. Horror. Ella no corre por gusto, por hacer deporte, por salud, afición, costumbre o gusto. Corre para salvar su vida. Alguien la persigue. Y la encuentra…

La mujer pelirroja es una agente de policía, de homicidios, en su último día de trabajo. Está a punto de mudarse de la lluviosa y desapacible Seattle a la cálida y luminosa California, con su hijo adolescente, para casarse. La chica, como la publicidad se ha encargado de anticipar, es la nueva Laura Palmer. Con eso ya está todo dicho ¿no?

Sí. Me ha gustado el arranque de “The killing”. Me ha encantado. Me ha imantado a la televisión. Pero no puedo ser objetivo. Oscura, negra y criminal… “The killing” lo tiene todo, absolutamente todo, para engancharme. Empezando por esa hierática policía, interpretada por una Mireille Enos que hace de su mirada y sus silencios toda una declaración de intenciones y una marca de fábrica.

El resto de personajes, dentro de un larguísimo y magnífico reparto coral, también están muy bien trazados, empezando por el compañero novato de la protagonista, con la que mantiene diálogos como éste, que empieza él, justificando el porqué ha cambiado narcóticos por homicidios:

– Al menos existe un malo

– ¿Sí? ¿Cuál es? – le responde con lucidez la curtida inspectora que está a punto de dejar su trabajo.

Hay políticos idealistas en campaña electoral, con todo su séquito detrás. Están los destrozados padres de la chica desaparecida y sus compañeros (y profesores) del instituto. Y los jefes de los polis. Y sus compañeros.

Y está Washington, el inhóspito estado en que nació el grunge, obligatoriamente oscuro y guitarrero.

Y está, o va a estar muy pronto, en AXN, la serie danesa “Forbrydelsen”, de la que “The killing” es un remake. Una serie que cuenta, en 20 episodios, cada uno de los días de la investigación del asesinato de una chica, en Copenhague.

En pocas palabras: que hay que ver “The killing”. Y habrá que ver su hermana mayor europea. O sea que la rentrée, televisivamente hablando, ha empezado fuerte. Que el lunes vuelve ese puro cachondeo surrealista llamado “True blood”.

Jesús, católicamente on line Lens

El vacío temporal o la espontaneidad del tiempo libre

Mis Estimados, comienza un fin de semana que, felizmente, promete la nada, el vacío, la sin acción y la total, radical y absoluta congelación de actividades, citas, compromisos, reuniones, quedadas, etc.

Si recopilo, el lunes, tras 26 días fuera de casa, volví al tajo, borracho de jet lag. Tanto que, aún hoy, cuando me desperté, no sabía si estaba en Granada, en Senegal o en Argentina, si me tenía que poner unas botas para caminar por la montaña o unos zapatos para ir al trabajo, si tenía que presentar un libro en Gijón o si tenía resaca musical por algún concierto, si fuera de la cama estábamos a 38 grados o a -5.

Porque antes del viaje pudimos disfrutar de la Semana Negra, tan intensa (o más) que siempre y, los fines de semana anteriores, del Jazz en la Costa tropical granadina y del fastuoso Etnosur de Alcalá la Real. Sin olvidar que, ya a comienzos de julio, era presa del abotargamiento y otro jet lag provocado por la escapada a Senegal y la maravillosa pero igualmente intensa presencia entre nosotros de Somaly Mam.

En total, dos meses sin parar, con alguna escapada a Madrid incluida.

Excesivo.

Pero necesario.

Cuando la oferta cultural es tan potente, hay que aprovechar. Por si llegan las vacas flacas. Que llegarán.

Pero eso no quita para que la perspectiva de este viernes por la tarde, sábado y domingo SIN ABSOLUTAMENTE NADA QUE HACER me resulten lo más parecido al paraíso que imaginarme pueda.

En principio, me iba a Carchuna. Pero, al final, no va a ser.

Terminaré saliendo a correr, yendo al cine o tomando una caña. O no. Pero lo importante, lo relajante y absolutamente estimulante, es NO TENER QUE HACERLO. Vamos, que hoy, mi cuadro favorito es éste:

"Cuadrado blanco sobre fondo blanco", de Malevich

Porque, aunque soy un firme defensor del movimiento perpetuo y la acción sin tregua, del teléfono que echa chispas y la bandeja de entrada repleta de mensajes; a veces, admiro, deseo y envidio el ser momia. Que ya conocéis mi teoría de los Calcetines Rojos

Hoy, lo soy.

Jesús momificado Lens

Príncipe Gebrselassie

¡Qué felicidad! El pequeño gran hombre, Haile Gebrselassie, ha ganado el Príncipe de Asturias de los Deportes. Para mí, Gebre, es Dios. Y punto. Cuando estuve en Etiopía, intenté correr «su» carrera, pero ya no había dorsales disponibles.

 

Pero me traje esta foto.

Hoy se ha reconocido una trayectoria atlética impecable y, además, el compromiso de un hombre por su tierra y por su gente. AQUÍ escribíamos de ello.

Hoy, estamos más que contentos. El Príncipe Gebre ha sido coronado. ¡Larga vida al pequeño gran maratón Man!

 

Jesús gebreliano Lens