Ahí va un Petit Cuento. Micro, pero micro. A ver si os gusta.
Cuando le gritó que habían terminado, de una vez por todas, sus vecinos prorrumpimos en un estruendoso, espontáneo y visceral aplauso; hartos de aguantar, sufrir y padecer sus continuos, fogosos y exaltados encuentros sexuales.
Salió de casa, con las maletas vacías. Disimulando nuestra alegría, le ayudamos a guardar la ropa y enseres que ella le había ido arrojando por la ventana del dormitorio mientras le espetaba todo tipo de insultos, exabruptos, menosprecios e imprecaciones.
– Con lo que hemos sido –decía él, ante nuestro feliz, irónico y satisfecho silencio.
Fue entonces cuando ella se compró un perro.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros