Quién mató al Ayatolá Kanuni

Esta novela os va a gustar a los que, cuando pongo algo de novela negra, le dais a Exit, exit, exit a toda velocidad:

Recientemente publicada por Alianza Editorial, la novela de la iraní Naïri Nahapétian parte de un muerto, es verdad. El ayatolá Kanuni aparece asesinado en su despacho, en las primeras páginas del libro. Y en la base de la narración está la ¿investigación? que se pone en marcha para averiguar quién le mató.

Está claro que con un título tan expresivo, el párrafo anterior no puede ser considerado un spoiler de la narración. Sobre todo porque la teórica investigación para saber quién se llevó por delante al ayatolá, en realidad, no le interesa ni a la propia autora, que aprovecha tal anécdota para contar su visión de lo que pasa en Irán.

O, más en concreto, de lo que pasaba durante la campaña electoral que llevó al poder, por sorpresa, al ultraconservador alcalde de Teherán, el ahora temido por unos y reverenciado por otros Mahmud Ahmadineyad.

(Sigue leyendo, que la reseña está en una de esas Páginas Hermanas con las que tan bien nos llevamos)

Jesús iraní Lens

El 14 de Noviembre blogueamos en 2008, 2009 y 2010.

Se vende mesa en Internet

¿Qué os parece?

No. No se trata de saber cuanto pujarías.

Se trata de adivinar por qué es hombre quién ha subido la foto a E Bay.

Venga, mira la foto con detenimiento.

No. No es el detallito de los candelabros.

O el mal gusto de la habitación.

Ni la mesa atiborrada de botellas.

¿No os habéis fijado en el pajarito?

Pues está ahí…

😉

Gracias a Silviña por la broma.

13 de noviembre de 2008, 2009 y 2010.

Empresas y aventuras

Ha querido la casualidad que hoy viernes, cuando cumplimentábamos el segundo día de una visita reveladora, extenuante, sorprendente y energizante a La Alpujarra, visitando a compañeros de CajaGRANADA y a algunos de sus clientes, empresarios de la hostelería, del jamón, viticultores, etcétera; IDEAL haya publicado este artículo en que hablamos, precisamente, del valor de los empresarios.

Leo el contenido de la palabra “empresa” en la Wikipedia y no doy con lo que busco. Y si googleo “empresario”, tampoco. Voy a lo concreto y tecleo “empresa” junto a “aventura” en el buscador. El resultado: descensos del Sella, puenting o alpinismo.

Hasta que no voy al tradicional Diccionario de Sinónimos y Antónimos no encuentro oficialmente la anhelada confirmación de que una empresa, además de ser “una organización o institución dedicada a actividades o persecución de fines económicos o comerciales”, también es sinónimo de aventura.

Así lo recordaba, de mis lecturas adolescentes: embarcarse para descubrir mundo era iniciar una empresa tan excitante como incierta y arriesgada. Y potencialmente enriquecedora, no sólo en el sentido material del concepto.

¿Cuándo dejó de tener la palabra “empresa” un significado romántico y aventurero y pasó a ser poco menos que un insulto, la descripción de un pecado capital? Ser empresario ha sido, durante mucho tiempo, sinónimo de explotador, vividor, señorito y acomodado burgués, rico millonario votante de derechas.

De las pocas cosas buenas que ha traído la crisis ha sido la revalorización del papel del empresario, una especie en vías de extinción, más amenazada que el mismísimo lince ibérico. Hasta hace muy poco tiempo, a un empresario se le seguía mirando con recelo, uno de los sospechosos habituales de la sociedad española. Ahora, se le contempla con la curiosidad con que se observa un fenómeno insólito de la naturaleza: la aurora boreal, un volcán en erupción o la caída de un meteorito.

Si alguien al que apreciamos, de repente, nos dice que está pensando en hacerse empresario, o le recomendamos que vaya a nuestro psiquiatra de cabecera o le compadecemos en silencio, esperando que sea un trastorno mental transitorio. Y si nos lo dice un familiar del que esperamos heredar algún bien material, nos vamos directamente al juzgado, a tramitar su incapacitación inmediata.

Y, sin embargo, el empresario se ha convertido en la gran esperanza blanca para ayudarnos a salir de la crisis, generar empleo y crear riqueza. Solo que ahora, volviendo al origen romántico del término, reivindicando la necesaria dosis de locura, arrojo e insensatez de la aventura, se le llama “emprendedor”.

Cada vez que hemos oído hablar a lo largo de estos años acerca del cambio del modelo productivo y de la economía del siglo XXI, el del emprendimiento ha sido uno de los conceptos que ha cosechado mayores unanimidades entre políticos, sociólogos y gurús de todas tendencias, procedencias y extracciones.

Pero, ¿reciben los emprendedores apoyo alguno o la burocracia sigue siendo un océano tempestuoso en el que zozobran y se ahogan sus expectativas? ¿Encuentran la financiación, el acompañamiento y el compromiso que necesitan?

O, quizá, la del emprendimiento es otra leyenda urbana: todo el mundo habla de él, pero nadie lo ha visto.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Dedicado a esas buenas gentes que hemos conocido estos días, del Hotel Alcadima de Lanjarón, el Balneario, la Asociación para el Desarrollo Rural de la Alpujarra, los Jamones Diego Martín, la Fábrica de Chocolates La Abuela Illi en Pampaneira, el Mesón Poqueira y su nuevo hotel, los Jamones Vallejo de Trevélez, el Hotel Alcazaba de Busquístar, los Jamones de Juviles, el Complejo Turístico El Cercado de Alcútar, el Museo Gerald Brenan de Yegen, El Sitio de la Alpujarra en Laroles o la fastuosa Bodega & Finca Cuatro Vientos de Murtas.

Y muchas gracias a los compañeros de medios de comunicación: Rafael Vílchez, Juanjo Romero e Irene Rivas por su ayuda y colaboración a lo largo de estos días de viaje y descubrimiento de la Alpujarra granadina.

PD.- El 11 del 11 de otros años no ha sido tan publicitado como el de éste, pero también bloqueamos en 2008, 2009 y 2010.