Gustos pequeños para comenzar el 2012

No tener resaca, no madrugar, no tener dolor de cabeza… más o menos así son los deseos para el comienzo del 2012, más allá de los grandes propósitos, los grandes sueños, los grandes planes.

Pero estos deseos vienen en clave negacionista.

Seamos positivos.

¿Cuál es el primer gusto que, de forma consciente, voluntaria y elegida, piensas darte en el 2012, una vez que pasen los estragos de la Nochevieja?

En serio, todos queremos contribuir a la paz mundial, a la erradicación del hambre en África y a terminar con la lacra del paro.

Pero, ahora mismo, no nos referimos a esos nobles e imprescindibles propósitos. Hablamos de ser egoístas, pero dentro de la austeridad 😉

Venga, confiesa: ¿Qué pequeño gusto será el primero en darte el ya inminente 2012?

En cualquier caso, claro que sí:

¡FAN!

Jesús gustazo Lens

PD.- Ahora, veamos qué chorradas se nos ocurrieron los pasados 31 de diciembre, en 2008, 2009 y 2010.

Y, sin embargo, funcionan

Despedimos el año, en IDEAL, con este artículo que quizá sorprenda a más de uno. Pero que a mí me ha salido del alma…

De todos los lugares comunes en que solemos incurrir, uno de los más tópicos y habituales es el de malmeter y reírnos, ironizar y bromear con la figura del funcionario hasta el punto de que escuchamos la palabra y un torrente de adjetivos (des)calificativos se nos viene a la cabeza, de forma automática.

Estas semanas, por distintos motivos, me ha tocado lidiar con varios funcionarios de administraciones distintas. Empecé por el hospital. Me convocaron a una operación de cirugía menor que resultó ciertamente engorrosa, pero el cariño, el buen humor y el calor humano con que me atendieron tanto la médica como todas las enfermeras me resultaron, además de reconfortantes, de lo más enternecedor. No voy a llegar al extremo de decir que me gustaría volver a pasar por ello, pero más allá de molestias, puntos y cicatrices, el recuerdo que me queda de esa tarde es el de un equipo humano que responde a un ideal que yo pensaba inalcanzable.

También he estado liado con la policía, por temas de inmigración y cartas de invitación. Flipaba cuando recibí una llamada a través de la que me informaban de todo lo informable y, con simpatía y amabilidad, me indicaron todo lo que tenía que hacer y la mejor manera de hacerlo. Y flipaba más aún cuando, casi sobre la marcha, me volvieron a llamar para comunicarme la resolución favorable del expediente.

¡Hasta con la hacienda local, me las he visto! Y lo mismo. Atención exquisita, pulcritud administrativa, facilidades de todo tipo…

Ahora, a buen seguro, el lector se estará acordando de aquel funcionario que le extravió un papel o de ese otro que no le dijo las cosas como debería habérselas dicho. Es cierto, haberlos, haylos. Pero, ¿y las innumerables veces que todo sale como es debido, más o menos?

Cada vez atiendo más a la etimología de las palabras y, con ejemplos como los antedichos, recuerdo que el término funcionario viene de funcionar. Son los trabajadores que, con su trabajo, permiten que un país, una comunidad y una ciudad seguir avanzando, crecer y proporcionarnos calidad de vida.

Como la envidia es muy mala, cuando se anunciaron los recortes a los funcionarios, la bajada de sueldo y el empeoramiento de sus condiciones laborales, hubo quién se alegró. Ahora que empezamos a sentir en nuestras carnes los efectos de la crisis, aplicados a la función pública, quizá veamos las cosas de otra manera: menos quirófanos, más colas para cualquier trámite y, posiblemente, más errores administrativos.

Lo que está por venir no lo sabemos, aunque nos lo tememos. Pero, aunque sea a trancas y barrancas, nuestro mundo seguirá funcionando. Y lo hará, en buena parte, gracias a esos cientos de miles de trabajadores que, con la mejor de las voluntades y una sonrisa en el rostro, de forma tranquila, sorda y silenciosa; nos permiten parafrasear el título de una película maravillosa de Federico Fellini: Y la vida va.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros

En 2008, 2009 y 2010, publicábamos eso mismo…

Chita, ha muerto

Pues sí, amigos. Arde Twitter con la triste noticia de la muerte de la mona Chita, a los 80 años de edad. Además de dejar esta estupenda biografía de la célebre simi-actriz, subimos la foto de la intérprete, ya veterana, cuando recibió el más que merecido premio del Festival de Cine de Peñíscola.

Descanse en paz.

Jesús chitón Lens

Esto bloguábamos, en 2008, 2009 y 2010.

Inversión térmica o volver a Sierra Nevada

Había puesto la alarma del móvil a las 6.59 am, para escuchar las noticias. Y el pronóstico del tiempo, que era raro. El día iba a estar despejado, pero se produciría un fenómeno que el locutor describió como “Inversión térmica”: haría más frío en los valles que en las cumbres de las montañas.

La explicación técnica me la perdí, lo reconozco, pero dado que hoy habíamos quedado para subir a lo alto del Caballo, uno de los tresmiles más carismáticos de Sierra Nevada, el pronóstico parecía interesante, cuando menos.

– ¿Y no podíamos haber empezado por hacer un Trevenque o unos Alayos?

Era una pregunta retórica, lo reconozco, la que le hacía a mi hermano cuando bajábamos de vuelta al coche.

No. Claro que no. Después de cinco o seis años alejados de la alta montaña, incluso de la baja montaña, lo suyo era empezar, en Navidad, subiendo al Caballo, con los crampones y los piolets, a ver cómo se nos daba.

Y una ve coronada la cima, ¿por qué no bajamos a ver la laguna y el refugio? Ya puestos…

Y bajamos, claro que sí. Al principio, con paso titubeante. Luego ya, más confiados, aunque los crampones se nos escaparan de los pies, en algún momento.

La verdad es que hay poca nieve en la Sierra. Muy poca. Eso sí, la poca que hay, está dura y compacta. Helada.

En serio: hemos disfrutado de una jornada de montaña excepcional. Tras dejar los coches en el mirador que hay sobre el cortijo Echeverría, iniciamos una rápida ascensión que, desde la cumbre, nos permitía deleitarnos con el resto de picos de la Sierra y, al final, el mar. Y las costas de África.

Después, la bajada al refugio. Torpes. Muy torpes. Mi hermano y yo, que José Miguel, José Antonio y Antonio el Maquinón se tiraron hacia abajo con la confianza de Soraya en la tribuna de prensa de la Moncloa.

Otra vez subir, acercarnos al extremo del collado a ver la costa, quitarnos los crampones, volverlos a poner, guardarlos definitivamente… Y sí. Hacía frío. Pero, efectivamente, hacía más frío más abajo que en la propia cumbre, donde nos zampamos los megabocatas de Mamen bajo un sol de invierno cuyos efectos sobre el ánimo deberían estar prescritos por la Seguridad Social.

Y sí. Hubo algo de viento. Pero solo lo justo para disfrutar de su rumor sobre la hierba, rala, de la alta montaña.

Apenas nos cruzamos con alguna persona. Es difícil, estos días, escapar de la vorágine del fin de año, las compras y los compromisos. Nosotros, lo hicimos. Durante unas cuantas horas. Charla, risas, miedos, temores, ilusiones… José Antonio se va al Kilimanjaro en dos semanas. ¡Uf! Qué recuerdos.

La bajada, lenta. De siempre he preferido subir a bajar. Esas rodillas y esa torpeza manifiesta… Y, por fin, esas Alhambras Especiales antes de volver a casa y darse una ducha casi hirviendo, para entrar en calor y darle la patada a la inversión térmica.

Soñando con volver a la cama y al sueño de los que fui súbitamente arrancado hace un puñado de horas para revivir, durante un estupendo día, algo que formó parte de mi vida durante un buen puñado de años: las excursiones, Sierra Nevada, la montaña y las altas crestas nevadas.

Foto de grupo realizada por José Antonio Guerra

Un revival alegre, acertado, inspirador y feliz.

¡Gracias, chavalotes, por haberlo hecho posible!

El desafío: no dejar pasar, de nuevo, otros cinco o siete años antes de repetirlo, claro.

Jesús serrano Lens

Seguro que los últimos tres 27 de diciembre hicimos cosas más tranquilas. ¿O no? 2008, 2009 y 2010.