Lo conté en el Twitter, pero hay quién no se lo cree, así que tomo prestado el título de una película de Almodóvar para contarlo.
10.30 de la mañana. Cafetería. Sábado por la mañana. Entra una madre joven acompañada de su hija de tres años. Conforme llegan, la niña empieza a gritar y correr por toda la cafetería, armando una escandalera insoportable. Pasan dos o tres minutos hasta que se pone frente al expositor de los bollos y pasteles y empieza a darle fuertes manotazos al cristal.
Entonces, la madre, que hasta ese momento se ha mantenida impertérrita, le pega una voz:
– ¡Mara, te voy a pegar dos hostiones que te vas a enterar!
La niña vuelve a la mesa de su madre y la paz vuelve a la cafetería.
No han pasado un par de minutos cuando la madre de dice a su hija, en alta voz:
– ¡Pero qué cerda eres!
Y lo dice con crudeza, con frialdad. Sin un atisbo de cariño, simpatía, buen rollo o complicidad.
Tres años, cuatro a lo más, debe tener esa adorable criatura que, efectivamente, es inaguantable, insoportable y molesta como la música de un hortera en un coche descapotable.
Una criatura a la que la madre amenaza con darle dos hostiones que se va a enterar y a la que tilda de cerda, delante de todo el mundo.
No sé, pero…
En fin.
Menos mal que, después, fui a una carnicería en la que conocí a una pareja de lo más maja… pero no me apetece mezclar una historia de simpatía, agradabilidad, trabajo, esfuerzo y sentido común con la de la madre que amenaza a su hija de tres años, cuatro lo más, con darle dos hostiones que se va a enterar y a la que tilda de cerda, delante de todo el mundo.
“Madre solo hay una”, reza el dicho.
A veces, puede ser demasiado.
Por ejemplo, la madre que amenaza a su hija de tres años…
Jesús boquiabierto Lens
Esperemos que los anteriores 21 de abril fueran de otra forma: 2008, 2009, 2010 y 2011.