– …y pensé que, dado que no había leído nada de John Le Carré hasta la fecha, no sería mala idea comenzar con una de sus últimas novelas, “La canción de los misioneros”…
– ¡Craso error, querido amigo!
– Lo sé. Ahora ya lo sé. Tras haber leído más de trescientas cincuenta páginas de una novela que…
– … que no. Pero que no, no.
– Efectivamente. Que no. Y mira que LeCarré es un peso pesado de las novelas de espionaje. Y que la historia del Congo se presta a escribir un pedazo de novela sobre las miserias del siglo XXI, el neocolonialismo y las conexiones entre las megacorporaciones transnacionales, los soldados de fortuna y esos conflictos de baja intensidad que, de repente, prenden en recónditos puntos del planeta; en remotos parajes de África, América o Asia.
– ¡Y que el personaje principal, un mestizo de origen congoleño, educado en Inglaterra y políglota, parecía de lo más interesante…!
– ¡Efectivamente! E intérprete, además. ¡Con lo que siempre me ha llamado la atención esa figura, la del intérprete que traduce lo que dicen personalidades de la política y los negocios, accediendo a un caudal de información que podría valer su peso en oro!
– ¡Ya te digo!
– Y, sin embargo…
– …sin embargo… ¡nada!
– A ti tampoco te ha gustado excesivamente, ¿verdad?
– Por decirlo suavemente…
– Y no es porque, en realidad, en la novela no pase nada de nada, ¿a que no?
– No. Bien sabes que la HBO me ha hecho más paciente y me ha curtido, de forma que le he cogido querencia a esas historias de lenta combustión y extrema morosidad. Pero es que en “La canción de los misioneros”, lo poco que ocurre, además, resulta inverosímil.
– Y la tensión narrativa es tan impactante como, como, como…
– ¡Como un episodio de Winnie The Pooh!
– Y la prosa tampoco es que impacte, aunque los primeros pasajes del libro, en que se describen los paisajes de Goma y el Kivu, sí llegan a provocar alguna sensación en el lector…
– …sensación que no tarda en desvanecerse…
– …como la nieve bajo el sol de primavera…
Jesús & Lens