¿Cuál os gusta más?
Mes: mayo 2012
Barcelona skyline
Seguimos en esa línea colaborativa que tanto nos gusta, con revistas y publicaciones hermanas, como ese Calibre .38 que tantas alegrías negras y criminales nos da.
Hace unos días publicábamos una reseña de “Asesinato en el Kremlin” y hoy completamos nuestras lecturas para Mayo Negro, las envidiables jornadas organizadas por Mariano Sánchez Soler y Francisco J. Ortiz, con esta “Barcelona skyline”, de David C. Hall, ganadora de las XV edición del Premio de Novela Negra Ciudad de Getafe.
¡A ver qué os parece!
Jesús hermanado Lens
¿Y los 21 de mayo anteriores? Otra cosa no sé, pero nieve, fijo que no hubo: 2008, 2009, 2010 y 2011
La banda sonora del Nóbel
Hoy no hay debate que valga. Hoy constatamos un hecho: a Paul Krugman, el Premio Nóbel de Economía de 2008, se le fue la pinza cuando su profesor de español le pinchó el siguiente tema, para que aprendiera a distinguir distintos acentos del castellano que se habla en España…
Y claro, con tanto «opá yo vi a jasé un corrá», acabó escribiendo el disparate aquel del corralito. Un disparate como una catedral gótica de grande, por mucho que Grecia dejara el Euro.
En fin. Que hoy es lunes, pero que no hay debate y que hay que olvidarse de Koalas y Perezosos, que toca trabajar duro y dejarse de milongas, alarmismos y terrores, sean nocturnos y diurnos.
Jesús des-acorralado Lens
Os digo…
… a todos los que pensáis que correr es de cobardes…
… y me habéis sugerido que deje de correr, que ya no me sigue nadie…
… a todos los que os parece una chaladura eso de correr, sí o también, que carece de sentido y que no puede ser bueno, que no lleva a ningún sitio ni conduce a nada positivo…
… yo os digo, con tanto cariño como respeto…
Jesús risueño Lens
Veamos los 19 de mayo anteriores: 2008, 2009, 2010 y 2011; si eran tan fieros como éste
El valor de un café
Hoy publicamos esta columna en IDEAL. Para empezar la mañana con un sorbo de café. Negro. Y, siendo viernes… ¡cortado!
Hay personas tan insensatas y desconocedoras de la realidad social de este país que todavía son capaces de confundir el valor de un café con el precio que pagamos por él. En las últimas semanas han sido dos representantes del PP quiénes han cometido el garrafal error de jugar dialécticamente con el café, olvidando que ZP empezó a cavar su tumba cuando demostró su alejamiento del mundanal ruido por cuenta de ese oscuro, estimulante y misterioso brebaje negro.
El café es, posiblemente, la sustancia legalmente dopante más utilizada en todo el mundo. Cuando uno dice que uno no es persona hasta que se toma el primer café de la mañana, entra a formar parte de una cofradía universal, interracial y desclasada. ¿Quién no se ha pasado una noche en blanco, estudiando para un examen o terminando un trabajo, a base de cafeteras ardientes?
El primer café de la mañana termina siendo uno de los momentos más placenteros de la jornada. Con todo el día por delante, los sueños de la noche se mezclan con los recuerdos de la velada anterior y se trufan de los proyectos por venir. Deseos y realidades se mezclan, durante unos minutos, como el azúcar se disuelve en el café.
Además, si tienes suerte de encontrar compañeros cómplices y camaradas con imaginación, tomando café somos capaces de transformar la realidad, consiguiendo que Sergio Ramos chute entre los tres palos o que la rodilla de Ricky se recupere a tiempo para los Juegos Olímpicos. El café aplaca la Crisis, convierte los recortes en esquejes y permite encontrarle un rastro de humanidad al rostro de la mismísima Angela Merkel.
Por la tarde, quedar para tomar café es un rito imprescindible en sociedades civilizadas. Tomando café, sin prisa pero sin pausa, hay tiempo para arreglar el mundo y la vida de todos sus habitantes. Tomando café trazamos planes menos imposibles que improbables y proyectamos viajes tan inverosímiles como excitantes, descendiendo un volcán o escalando hasta la luna.
En España hay cuarenta millones de formas distintas de tomar café. Tantas como potenciales seleccionadores nacionales de fútbol y presidentes del gobierno con mando en plaza, no dependientes de Berlín o Bruselas. Porque, tomando café, un español se siente todopoderoso y plenipotenciario. ¡Mi reino por un cortado!
Por todo ello, cuando un preboste declara que el copago sanitario son cuatro cafés o salta otro a la palestra para sostener que los funcionarios han de olvidarse del periódico y el cafelillo, no solo demuestran un insensato desconocimiento de la esencia profunda del ser español, más cafetero que el mismísimo Juan Valdés, sino que insultan y menosprecian toda una forma de entender la vida.
Recuerdo una película en que el protagonista defendía que no importaba atesorar millones ni tener barcos, aviones o grandes mansiones porque, a nada que lo pensemos, tenemos que convenir en que la felicidad radica en algo tan sencillo como, al final de la jornada, tomarse una buena taza de café. Vale. Estamos arruinados y hundidos y nos queda una larga y penosa travesía por el desierto, sin fastos, fiestas ni excesos. Así lo asumimos. Pero, por los menos, ¡déjennos el café en paz!
Jesús Lens