La sombra del minotauro

¡Canarias también existe! Desde un punto de vista negro y criminal, quiero decir. Las novelas de autores como Antonio Lozano, Alexis Ravelo o José Luis Correa nos demuestran que en las Islas Afortunadas hay una tensión narrativa policíaca muy potente.

Desde su atalaya en la privilegiada villa de Agüimes, Antonio Lozano baja a Las Palmas de Gran Canaria para mostrarnos, en “La sombra del minotauro”, la vida de uno de sus personajes paradigmáticos: José Luis García Gago, detective privado al que ya conocimos en “Preludio para una muerte”, la primera de sus aventuras.

Antonio Lozano es uno de los mejores exponentes de una corriente mediterránea del género negro y criminal: personajes muy callejeros, que beben más vino que whiskey, que disfrutan de una abundante comida y no se contentan con una hamburguesa asquerosa o una pizza recalentada. Personajes que tienen buenos amigos y están muy enraizados en la comunidad.

Como José Luis García Gago, por ejemplo. Un detective privado que cuenta con el apoyo de varios socios improvisados, más amigos que colaboradores. O, posiblemente, buenos colaboradores al ser grandes amigos. Como ese taxista que siempre aparece exactamente cuándo y dónde se le necesita. O el dueño del Valbanera, un restaurante que, los jueves, sirve las recetas compiladas por Montse Clavé en su imprescindible “Manual práctico de cocina negra y criminal”.

Y Margarita, claro. Esa buena amiga que necesita todo hombre solitario. La amiga que le aguanta sus tonterías, que le hace bajar de la ensoñación al mundo real, que le ayuda a ver las cosas de una forma más clara, gracias a su sentido común, y que ofrece el necesario refugio del guerrero a un tipo querido y entrañable como es García Gago.

Un detective que, en “La sombra del minotauro”, se alía con un policía, Márquez, en la resolución del crimen de una prostituta a la que unos clientes habían encargado seguir. Un crimen extraño que se complicará aún más cuando aparezca el cadáver de uno de los próceres de la sociedad canaria más rancia y aburguesada.

Una historia con muchas derivaciones y meandros a través de la que Antonio Lozano nos conduce con su prosa maestra, deslizando datos y mostrando detalles, aparentemente inconexos y carentes de importancia que, en un final tan sorprendente como inesperado, terminan encajando a la perfección.

“La sombra del minotauro”, publicada por la editorial Almuzara, es una novela de género que, me atrevería a asegurar, no defraudará a los buenos aficionados, a los sospechosos habituales; y resultará tan atractiva como adictiva a los lectores no tan fervorosamente negros y criminales.

Jesús Lens

¿Y los anteriores 14 de mayo? 2008, 2009, 2010 y 2011

La canción de los misioneros

– …y pensé que, dado que no había leído nada de John Le Carré hasta la fecha, no sería mala idea comenzar con una de sus últimas novelas, “La canción de los misioneros”…

– ¡Craso error, querido amigo!

– Lo sé. Ahora ya lo sé. Tras haber leído más de trescientas cincuenta páginas de una novela que…

– … que no. Pero que no, no.

– Efectivamente. Que no. Y mira que LeCarré es un peso pesado de las novelas de espionaje. Y que la historia del Congo se presta a escribir un pedazo de novela sobre las miserias del siglo XXI, el neocolonialismo y las conexiones entre las megacorporaciones transnacionales, los soldados de fortuna y esos conflictos de baja intensidad que, de repente, prenden en recónditos puntos del planeta; en remotos parajes de África, América o Asia.

– ¡Y que el personaje principal, un mestizo de origen congoleño, educado en Inglaterra y políglota, parecía de lo más interesante…!

– ¡Efectivamente! E intérprete, además. ¡Con lo que siempre me ha llamado la atención esa figura, la del intérprete que traduce lo que dicen personalidades de la política y los negocios, accediendo a un caudal de información que podría valer su peso en oro!

– ¡Ya te digo!

– Y, sin embargo…

– …sin embargo… ¡nada!

– A ti tampoco te ha gustado excesivamente, ¿verdad?

– Por decirlo suavemente…

– Y no es porque, en realidad, en la novela no pase nada de nada, ¿a que no?

– No. Bien sabes que la HBO me ha hecho más paciente y me ha curtido, de forma que le he cogido querencia a esas historias de lenta combustión y extrema morosidad. Pero es que en “La canción de los misioneros”, lo poco que ocurre, además, resulta inverosímil.

– Y la tensión narrativa es tan impactante como, como, como…

– ¡Como un episodio de Winnie The Pooh!

– Y la prosa tampoco es que impacte, aunque los primeros pasajes del libro, en que se describen los paisajes de Goma y el Kivu, sí llegan a provocar alguna sensación en el lector…

– …sensación que no tarda en desvanecerse…

– …como la nieve bajo el sol de primavera…

Jesús & Lens

Veamos, en 13 de mayo anteriores: 2008, 2009, 2010 y 2011

Carteles

La verdad es que, lo que me pide el cuerpo, es hablar de la estupenda velada salobreñera de ayer, para variar.

Pero no puede ser.

Hay que cambiar de registro, no sea que empecéis a pillarle ojeriza a la buena gente, las buenas ideas y la extraordinaria actividad cultural, comunitaria o social de nuestra otra casa, de nuestro rincón costero.

La próxima vez, venís y lo disfrutáis.

Hoy vamos a quedarnos con dos carteles, recordando el de ayer del Festival de Cine de San Sebastián.

Porque Cannes ya está aquí. Y celebra cumpleaños. Y, ¡atentos a quién sopla la velita!

Un Festival que va a presenciar el estreno de los nuevos títulos de buena parte de los pesos pesados del cine más o menos independiente de Yanquilandia, Europa y alrededores.

Aunque para estreno esperado, deseado y anhelado…

¡On the road! (Ya saludábamos aquí, alborozados, el excelente tráiler…)

¡Qué ganas, qué ganas, qué ganas!

Jesús el que sueña con carreteras Lens

¿Y los anteriores 12 de mayo? 2008, 2009, 2010 y 2011.

Lo que es un cartel

¿Qué os parece el cartel de la edición número 60 del Festival de Cine de San Sebastián? La explicación, abajo:

El Zinemaldia cumple 60 años, una cifra importante que hay que celebrar.

Nuestra idea era que todo el peso recayera sobre el número 60, como elemento central del cartel. Queríamos que fuera el símbolo indiscutible de esta edición y que cobrara vida. Bajo esta premisa buscábamos algo que lo hiciera reconocible y lo relacionara con el cine. Finalmente decidimos darle efecto cinético, jugando con la idea del taumátropo, juego que antecede a la invención del cine.

El color rojo de la rotulación está relacionado con la alfombra roja por la que pasean las estrellas de cine y, por tanto, con el glamour. Este color será aún más notorio a medida que lo vayamos aplicando a los distintos soportes.

El cartel simboliza la ilusión del movimiento. Cada elemento que lo compone se integra armónicamente y crea una unidad estética sencilla, pero de gran impacto visual.”

Ahora, veamos en qué estábamos, el 11 de mayo de 2008, 2009, 2010 y 2011.