“Hace cien años, África era un vasto continente desconocido. Solo unos pocos exploradores y misioneros, los buscadores de marfil y los infames traficantes de esclavos arriesgaban la vida por unos caminos empapados de sangre. El premio era colmillos de elefante y esclavos lustrosos de sudor, vendidos por los jefes de tribu durante las incesantes guerras tribales o capturados por los negreros. El león y el leopardo cazaban sin piedad entre los rebaños de animales. Y los hombres, incapaces de comprender a los otros hombres…se volvían como las bestias. Y sus vidas eran como las de las bestias.”
Así, así puede que reaccione el mundo de la cultura, frente al anuncio realizado esta mañana por el Ministro: el presupuesto de Cultura se recorta en un 20%.
¡Toma ya!
Lo venimos diciendo, tuiteando y feisbukeando: lo que nos queda es la Cultura de Guerrillas. Volver a echarnos al Monte, la cultura de café, la cultura casera, callejera y abierta.
Lo demás: un bonito recuerdo. Otro más. Como tantos que se perderán como lágrimas en la lluvia…
¡Seguimos!
PD.- Esta noche, a las 22.30, estamos en Loja, en el marco del I Festival de Cine Joven. En el Pub Llagogo. Ya sabéis: bares, cafés y películas. ¿Os venís?
La primer vez que supe de ellos fue en aquel fantástico fin de semana que pasé en Salobreña, la primavera pasada.
Eran los Garabatos Digitales, cuadros que Colin Bertholet pintaba en y con su Samsung Galaxy, haciendo trazos tan veloces como precisos y certeros. ¿Cómo empezó la fascinación de Colin por los Garabatos?
No lo sé, pero pronto lo sabremos.
Mogollón de Garabatos
Porque el jueves 4, en Cocorocó, se inaugura una exposición con los Garabatos Digitales de Colin, que ya se pueden comprar a través de Internet, siguiendo este enlace.
Los Garabatos Digitales de Colin son una explosión de luz y color que, a la manera de los apuntes del natural de los pintores clásicos, captan y reflejan un momento, un flash, una imagen, una idea, un chispazo.
Flores rojas sobre el blanco encalado de las casas de Salobreña. Un mar azul cobalto al amanecer. Una figura humana perdida en la inmensidad de la arena…
No faltan temas. Sobra inspiración. Y, sobre todo, hay talento. Talento para captar lo que en fotografía se conoce como el Momento Decisivo, el instante preciso.
Cuando empecé a verle el final a mi proyecto, Una Ventana África, le pedí a que Colin lo interpretara a través de uno de sus Garabatos Digitales. Y este fue el maravilloso resultado.
Por eso le pedí otro, abusando de su confianza, para la portada del Facebook de Una Ventana Africana. Y sigue siendo lo más visto, más y mejor comentado y más valorado de dicha página. No podía ser de otra forma.
Estoy por pedirle a Colin que trabajemos en clave negra y criminal, a ver cómo se nos da. Pero no adelantemos acontecimientos.
Y es que la exposición a Colin genera adicción. Y provoca tensión creativa. Si veis su página, fliparéis con la calidad de sus Garabatos Digitales que, impresos en buen papel y discretamente enmarcados, son un soplo de aire fresco en cualquier pared, como bien pudimos ver en la exposición conjunta de este verano, en la Bóveda de Salobreña.
El 4 de octubre presentaré a Colin y sus Garabatos Digitales en Cocorocó, donde estarán varias semanas expuestos. Pero la página de Colin ya está en la web, ofreciendo unos trabajos que son una auténtica joya.
Hace unos días comentábamos que queríamos dar a conocer las diferentes, nuevas, osadas, revolucionarias y maravillosamente locas ideas de amigos, seguidores y compañeros.
Locas ideas… o cuerdas. Pero siempre valientes.
Y, si ya empezamos por hablar sobre la nueva empresa de Javier Úbeda, hoy le dedicamos este espacio a Laura Muñoz.
Seguro que has visto algunas de sus fotos. Por ejemplo, estas.
Laura tiene muchas habilidades. Muchísimas. Pero una de las más meritorias es la de haberme sacado bien en algunas fotos.
Siento el egocentrismo de dicha afirmación, pero es que un servidor, en las fotos, solo sale de dos maneras: mal o peor. Excepto cuando Laura dispara. No sé qué especie de pacto con el demonio de la fotografía habrá hecho esta niña, pero es de las pocas personas que ha sido capaz de hacerme buenas fotos.
Magro aval sería ese para informar de la nueva iniciativa empresarial de Laura, que también es una brillante periodista cultural y una fantástica escritora (es la ganadora de la I Edición del Premio de Relatos de Cerveza Ficción): la puesta en marcha de un portal fotografía a través del que canaliza su creatividad y del que ofrece sus servicios profesionales como una de las mejores lentes emergentes de este país: LauraMH
PIT II, en claroscuro
Su galería de retratos de los autores de Semana Negra, que Laura publicó en la revista Esquire, la acredita como una de esas artistas que, además de mostrar lo evidente, sugiere, poetiza, enfatiza lo que hay más allá de un rostro, unas manos, una mirada o un cuerpo.
Yo creo que Laura, como además de fotografiar, escribe; consigue que su cámara capte los mundos imaginarios, oníricos y fantasiosos de las personas a las que retrata. Logra mostrar no solo a los autores, sino también a sus personajes, sus historias, sus zozobras, sus quimeras… la huella que van dejado en sus creadores.
Aquí, Carlos Salem es más Carlitos que nunca
Los elfos acompañan a Ana María Matute, por ejemplo. Pero, ¿qué decir de los escritores más negros y criminales? No olvidemos que sí. Que los asesinos, los ladrones, timadores, delincuentes, policías, periodistas, detectives y demás gente del lumpen también tienen su corazoncito. Y los autores que les dan vida, los buenos autores, saben reflejarlo en sus novelas, sus cuentos y sus reportajes.
Fotaca de LauraMH
Es un lugar común decir que un buen fotógrafo sabe captar el alma de las personas a las que retrata. Pero, ¿sabéis qué? Que aquí y ahora, yo rompo una lanza por ese lugar común y defiendo que Laura es de las artistas que, a través de sus fotografías, muestra todo lo que rodean, acompaña y complementa a quiénes tienen la inmensa suerte de ser retratadas por su lente prodigiosa.
Yo, lo tengo claro.
Mi fotógrafa de cabecera, siempre que sea posible, Laura Muñoz Hermida.
¿Qué buscaba este buen muchacho? ¿Qué le llevó a saltar del avión? ¿Lo hizo voluntariamente o se vio obligado por las circunstancias? ¿No había otro sitio en el que aterrizar? Decía la canción que la vida te da sorpresas. Y que sorpresas te da la vida…
No le arrendamos las ganancias a este individuo, dada su clarividencia, aunque adrenalina, la va a soltar. ¡A chorros!
