Pepe Garrido, periodista gráfico

Pepe Garrido, periodista gráfico.

Me gusta la definición de uno de los comisarios de la exposición: periodista gráfico. Porque en sus fotos, además de captar imágenes, Pepe Garrido cuenta historias. Tanto por los temas elegidos como por la composición y la técnica. Acabamos de inaugurar una exposición con la obra de Pepe Garrido, en la sala de Exposiciones de CajaGRANADA en Puerta Real.

En las más de sesenta fotografías que componen la exposición de Pepe Garrido tenemos tres temáticas diferenciadas, pero claramente conectadas entre sí.

En primer lugar, las fotografías de una Venezuela pujante, industrial y activa en la que la que el desarrollo de las explotaciones petrolíferas permitieron a Pepe Garrido mostrar una cara diferente y un aspecto distinto de una Sudamérica que escapa de los tópicos paisajísticos tradicionales. Una Venezuela con sus luces y sus sombras y con las contradicciones que siempre conlleva el desarrollo económico basado en grandes industrias como la petrolera Creole, que le contrata como fotógrafo oficial.

Pepe Garrido, nacido en 1925, es hijo, nieto y hermano de fotógrafos, por lo que llevaba la fotografía en sus genes, aprendiendo el oficio trabajando con su padre en el estudio abierto por su abuelo, hacia 1850, en Almería. Tras la Guerra Civil, Pepe Garrido y su familia se instalan en Granada y compagina “la foto al minuto” con las enseñanzas de Torres Molina en la Escuela de Artes y Oficios.

En Venezuela, a donde se trasladó en 1950, se encontró con un país muy adecuado para desarrollar su labor en el campo de las artes gráficas ya que había dinero, voluntad y talento. Pepe Garrido trabajará para el Diario Últimas Noticias, para las prestigiosas revistas Elite y Momentos y hará incursiones en la fotografía publicitaria y política.

No es de extrañar que por su “aportación al acervo cultural” del país, la Presidencia de Venezuela le concediera en 1983 la medalla Francisco de Miranda.

En 1978, cuando la democracia regresa a España, Pepe Garrido vuelve a Granada y, a través de una mirada limpia y abierta, deja testimonio gráfico de aquellos años mágicos, además de involucrarse en la pujante vida cultural de la ciudad, proponiendo la creación del Archivo Fotográfico Municipal, siendo parte activa de la fundación del Diario de Granada y trabajando para los Festivales más señeros de la ciudad: Música y Danza, Tango, etcétera.

Pepe Garrido impulsó en Andalucía el uso de técnicas nuevas, que había experimentado y consolidado en Venezuela. Así, llaman la atención esas instantáneas que usan distancias focales extremas, potentes teleobjetivos a angulares o las sorprendentes ojos de pez y las tomas cenitales.

Y están, también, las imágenes más extáticas y contemplativas de una Andalucía serena y atemporal, de esa Andalucía eterna que, entre todos, es necesario preservar.

En la exposición también hay un montaje gráfico y visual con otras muchas de sus instantáneas, que sirve para contextualizar la intensa vida de un fotógrafo comprometido con su labor periodística y con la sociedad en que vivía, potenciando siempre el trabajo en equipo y la creación de colectivos que reforzasen el trabajo de sus integrantes.

Con motivo de la exposición se ha editado un excelente catálogo en el que, junto a las fotografías de Pepe Garrido, hay textos de personalidades de la vida pública andaluza como Jerónimo Páez, Antonio Jara, Eduardo Castro, Juan Mata, Pablo Juliá, etcétera. Un libro que sirve como perfecta muestra de las necesarias, creativas e inspiradoras interacciones entre el arte y la sociedad.

Muy, muy recomendable.

Jesús Lens

Por un puñado de melocotones

Me gusta, al terminar una carrera, que los corredores sean agasajados con productos de la tierra, sobre todo, si son naturales. Como los espárragos de Huétor. O los Melocotones de Guadix.

Antes de estas carreras, siempre me gusta bromear sobre ello: los ganaremos con el sudor de nuestra frente.

¡Sobre todo en Guadix, cuya Media Maratón es durísima, pero fascinante! ¿Por qué será que las carreras que más me gustan son siempre las más duras y complicadas? Como la exigente Órgiva-Lanjarón-Órgiva. O la rompepiernas Carrera de las Dos Colinas.

Siempre se lo digo a mi Cuate, accitano de bien: ¿cómo es posible que, en 21 kilómetros, no haya un recto, llano o sin pendiente? Él se ríe. Pero uno de esos años conseguiré que corra esta carrera y ya veremos quién se ríe 😉

Un día excelente, un recorrido precioso y un puñado de kilómetros por recorrer. Al final, casi 21,5. Unos 300 metros más de una Media Maratón. Pero, en realidad, da igual. Nadie viene a correr a Guadix para hacer marca. Es imposible. Lo confirman dos máquinas de correr como el Trotanoches y compañero de trabajo Fernando Arco y el Hombre que Siempre Sonríe, Txomin. Es una carrera para terminarla, para curtirse. Para llevarse buenas sensaciones.

Y así ha sido. Llegamos a línea de salida con el tiempo justo, como es habitual, después de habernos quitado un buen peso de encima, por otra parte. La Gacela iba con hambre. Lo negaba. Lo dudaba. Pero su resultado final y su presencia en el pódium así lo atestiguan: 1h 42m y algún segundo. Sencillamente… ¡BRUTAL!

Por la lejanía, se nos intuye

Yo, que hice 1h 47m y 48s, estoy tan contento como destrozado. Me duelen desde las uñas de los pies hasta la nuca, con paradas especiales en estaciones especialmente dañadas como las piernas y la espalda.

Jodido, pero contento. (AQUÍ, que cada cuál mire sus tiempos)

He llegado el 360 de unos 800 atletas que tomaron la salida. El 77 de mi categoría.

Bien.

Y si pensamos que, hace dos meses, a mi vuelta de Semana Negra, estaba en los 100 kilos, muy bien. El verano de entrenamientos ha rendido.

No creo que pueda volver a mi estado de forma de hace cuatro años, cuando hice mis mejores marcas. En realidad, da igual.

La recompensa, hoy, es estar aquí contando la carrera de esta mañana. Partido y acalambrado. Pero orgulloso y contento. ¡Y admirado por la carrera de esa Gacela a la que ví alejarse en los primeros metros de la carrera y a la que no volví a tener delante hasta que, en la meta, me esperaba con una cerveza en la mano!

¡Y ya había recogido su Bolsa, la tía salvaje!

¿Lo hemos dicho ya? BRUTAL.

Me dio mucha alegría chocar los cinco con Víctor, que ya iba de vuelta cuando yo aun subía hacia la maravillosa Catedral de Guádix, antes de entrar en esa preciosa plaza porticada donde estaba la meta. Y me dio mucha rabia no ver a mi Alter, que me adelantó allá por el kilómetro 11 y al que no fui capaz de encontrar en la meta.

Mención aparte merece la extraordinaria organización de la carrera. Modélica. Agua en los sitios preciosos y, al llegar, ningún atasco o problema para recoger la Bolsa, en la que nos esperaba una camiseta técnica de lo más cómoda. Una XL, en mi caso, que es efectivamente grande.

No quise marcharme de la muy Noble y Dolorosa Ciudad de Guadix sin saludar a Pablo, el responsable de deportes de Diputación que está haciendo un magnífico trabajo con este Circuito, mejorando la participación en cada carrera en un 20% aproximadamente, con lo que ello supone como reto organizativo.

Nos hubiera gustado quedarnos por la zona, como hemos otras veces, comiendo cordero y bebiendo las más que merecidas Alhambras Especiales. Pero África nos esperaba esta tarde, también.

Así que, sintiendo aun el asfalto de las carreteras accitanas y quemados por el sol, partimos hacia Sudáfrica, para conocer la historia de Steve Biko.

Eso sí, esta noche, un par de buenos melocotones caerán en la cena. Unos melocotones ganados con el sudor de nuestra frente, la tensión de los músculos y la fuerza de voluntad que siempre se requiere para terminar una carrera tan dura como esta.

¡Hasta el año que viene!

Y, entretanto… ¡Seguimos!

Jesús melocotones Lens

¿Y los 16 de septiembre de 2008, 2009, 2010 y 2011?

Hoy, festividad local

Eran las 9.45 de la mañana de este sábado, festividad de las Soledades, las Angustias y las Dolores y, por tanto, día grande de celebración en Granada, cuando pasé por la puerta de la peluquería, que estaba abierta.

Al peluquero le había pasado como a mí: no se acordó de la magna y sufriente festividad local, por lo que tenía varias reservas confirmadas. Pero en ese momento, estaba solo, así que aproveché para esquilarme.

No llevaba ni cinco minutos sentado en el sillón cuando aparecieron un padre con su hijo adolescente. Unos quince años tendría el mocetón.

El peluquero le dijo que hasta las 10.45 no podría atenderle, pero padre e hijo convinieron en que el muchacho se quedara allí sentado, esperando su turno. El hombre dejó pagado el pelado y se fue. El chico permanecía mudo.

Por el espejo, veía al chavalote. Me extrañó que no sacara una consola para jugar. O que bicheara con el móvil. Tampoco llevaba iPod, MP3 ni cualquier otro rastro de cacharrería postmoderna.

Seguí atento a las evoluciones de ese Entre Niño / Entre Hombre, que no hacía amago de coger o tan siquiera mirar las portadas de los periódicos o revistas que siempre hay a disposición de los clientes en cualquier peluquería, para amenizarles la espera.

Su actitud era desconcertante.

En estos tiempos de sobreexposición a todo tipo de estímulos auditivos y visuales, aquel sujeto se mantenía quieto e inalterable, sin que nada distrajera su atención, la mirada suspendida en el vacío.

Nadie hablaba.

Solo se escuchaban las tijeras del peluquero.

¡Hasta el caer de mis canas al suelo podía oírse!

Y aun quedaba una hora para que, al chaval, le llegara su hora.

Entonces, de pronto, se movió.

En concreto, movió el brazo derecho y condujo su mano hacia el rostro. Metió un dedo en la nariz y, tras hurgar en su interior, devolvió el brazo a su posición natural, sobre la pierna mientras, con dos dedos, comenzaba a amasar una pelotilla, lenta y concienzudamente.

Al momento de irme, seguía sin decir nada.

El muchacho.

Jesús impávido Lens

¿Y el 15 de septiembre de 2008, 2009, 2010 y 2011?

¡Más cultura! ¡Más Alhambra!

De cara a este fin de semana, una doble recomendación que, en realidad, es una:

Aquí había una preciosa foto de la Alhambra, por la noche y con luna. La Sierra, entera cubierta de nieve al fondo. Pero su autor se ha puesto en contacto conmigo a través de un despacho de abogados instándome a eliminarla, lo que acabo de hacer.
Una Alhambra, a la luz de la luna

 

Por la noche, una Alhambra bien fría.

La Alhambra, ¡un monumento!

O dos.

Jesús Alhambradicto Lens

¿Y los 14 de septiembre de 2008, 2009, 2010 y 2011?

Diamantes de sangre

«Es interesante porque el título es «Diamantes de sangre» y la película habla específicamente del conflicto de los diamantes en África y de la tragedia de Sierra Leona, pero para mí habla de toda África en general, desde los niños soldado a los refugiados, pasando por la situación política en el continente.

El diamente se convirtió en un símbolo de los recursos africanos y de lo que pasa cuando se lucha por ellos.

La película cuenta la situacion del África de hoy y de lo que se puede hacer para resolver la situación.»

Leonardo DiCaprio, hablando sobre «Diamantes de sangre». Una película imperfecta, pero que hay que ver.

Jesús Lens

Veamos los 23 de septiembre de 2008, 2009, 2010 y 2011