Planeta negro

Le pregunta un periodista a Lorenzo Silva, que acaba de ganar el Planeta con una nueva entrega de sus personajes Bevilacqua y Chamorro que si ya tiene una entrega en la cabeza.

 

Y así contesta Lorenzo: “Los tengo siempre encima. Son como un par de petardos que se cargan de pólvora hasta que llega el momento de la explosión. Tengo muchas historias y las dejo madurar. La frecuencia es de dos o tres años; la cosecha anual para la serie se puede cargar a los personajes. Con el boom de la novela policial paré un poco. Si no quería que me arrastrara el tsunami tenía que dejarlo pasar y ver que quería hacer. Me tomé cinco años tras cinco libros. O me pensaba el sexto o caía en la autoimitación. Sería el fin.”

Aunque el resto de la entrevista es igualmente jugosa (la podéis leer aquí) me gusta esa respuesta ya que en ella hay muchas cosas interesantes, de la moda de la novela negra a las sagas, pasando por la presión de la actualidad y la repetición de esquemas.

Del boom de la novela negra hemos escrito mucho. Lo que antes era un género para selectas minorías; denostado, despreciado e ignorado, de pronto se convirtió en objeto de consumo masivo, atrayendo a miles de lectores que antes no se hubieran acercado a esta literatura ni con máscara de gas. Pero lo peor es que también se sumaron al carro autores que, al calor de las ventas y la atención mediática, empezaron a escribir de polis y cacos lo mismo que antes escribieron de ángeles y demonios.

Quede constancia de que Lorenzo Silva no es un recién llegado: sus dos guardias civiles han protagonizado siete novelas, hasta la fecha, a lo largo de casi veinte años. ¡Que se dice pronto!

 

Pero está la realidad. Esa realidad que nos rodea y nos arrastra. Una realidad que está pidiendo a voces un Markaris que la desenmascare y que la vengue.

¿Podrían ser estos picoletos quiénes la desbrozaran? Y si no, ¿quiénes?

Esa es la cuestión.

Ni que decir tiene que apenas salga la novela la compraré y la devoraré. Como he hecho con todas las anteriores de la saga. Y sé que Lorenzo habrá parido una nueva novela canónica, con total seguridad, el mejor procedural escrito en España. Profesional. Muy profesional. Lorenzo conoce todos los resquicios de una investigación. Y él, a su vez, investiga hasta la extenuación y no se le pasa ningún detalle. Nada de corazonadas o casualidades en la resolución de sus tramas.

 

Además, sus personajes me caen bien. Son de esos personajes normales, con los que uno se identifica. Personajes que viven en este mundo, en este país y en este siglo XXI.

Funcionarios.

De los que funcionan.

De los que hacen funcionar el país.

¿Les habrán bajado el sueldo? ¿Les habrán recortado a ellos también o todavía no les habrá tocado?

La respuesta, pronto, en la librería más cercana.

Jesús Lens

Y ahora, a ver qué blogueamos los 16 de octubre de 2008, 2009, 2010 y 2011

Caso cerrado

Hoy publicamos en IDEAL la reseña de “Caso Cerrado”, de César Girón, Premio Ciudad de Carmona de Novela Negra, publicado por la editorial Almuzara en su exquisita colección Tapa Negra.

Las ciudades con Historia son ciudades con historias. Con muchas historias. Algunas de ellas, negras y criminales. Granada, por suerte o por desgracia, es una de esas ciudades y, en las postrimerías del franquismo, en aquellos años entre finales de los sesenta y primeros de los setenta, se vio sacudida por uno de esos crímenes que conmocionan a toda la ciudad.

¿Quién era el muerto que apareció en las orillas del Darro, al pie de la Alhambra? ¿Por qué fue asesinado? ¿Qué tenía contra él Andrés Pineda, el aparcacoches tullido que fue inmediatamente detenido por la policía? ¿A qué respondía su contumaz silencio, cuando fue enterrado? ¿Tiene algo que ver con el crimen la reciente desaparición de una muchacha de vida licenciosa?

El abogado del detenido, Celso Costa, dirige un bufete integrado por diversos letrados que servirán al autor de la novela “Caso Cerrado”, César Girón, para avanzar no solo en la investigación del crimen, sino para contar cómo era aquella Granada que despertaba a la modernidad y veía sacudidos sus rancios cimientos inmovilistas.

Como toda buena novela negra que se precie, “Caso cerrado” sirve para conocer un poco más y un poco mejor las sociedades en las que trascurren las tramas criminales a las que se enfrentan los protagonistas: bucear en los entresijos de un crimen ha de servir para escarbar en las miserias y las contradicciones de la ciudad, del territorio en que se produce. Y, desde esa doble condición, “Caso cerrado” es un libro ejemplar. La trama policíaca está conducida con temple y maestría por César Girón, hasta llegar a un final en el que terminan por encajar todas las piezas de una historia que se alarga muchos, muchos años en el tiempo.

Además, hay que destacar la descripción de esa Granada contradictoria que se debate entre un rancio milenarismo y el despertar de lo que terminaría por ser el regreso de la democracia; el tardofranquismo y las ansias de libertad, personificadas en una joven letrada que se abre paso, a codazos, en un mundo de hombres.

Otro detalle importante: “Caso cerrado” se ve enriquecida por el profundo conocimiento y el apasionado amor de César Girón por Granada. La de ahora, y la de entonces. Los cafés, bares y restaurantes en los que entran los personajes rezuman autenticidad y la atmósfera de lugares como “El Rey Chico” traspasa las páginas del libro, así como el ominoso silencio de las calles vacías del bajo Albaycín, en las noches cerradas del invierno. Las calles, los paisajes y los paisanajes. Y los paisanos, por supuesto. Todos lucen con su propia luz.

Los jurados del Premio Carmona de Novela Negra determinamos premiar “Caso Cerrado” con el galardón del año 2012 al “valorar especialmente la minuciosa y absorbente narración de un turbio suceso acaecido en la Granada de las postrimerías del franquismo, que revela el influjo de los poderes dominantes entonces, así como la sobresaliente evocación de la sociedad de la época en sus más variados perfiles. Asimismo, se pondera la figura del personaje central de la trama, un jurista comprometido, capaz de poner su conocimiento y tesón al servicio de causas poco lucrativas, erigiéndose así en símbolo de una solidaridad, hoy como entonces, tan necesaria.”

Un premio más que merecido para una novela editada por la editorial Almuzara que es de lectura obligatoria para todos los interesados en la intrahistoria de una ciudad como Granada y muy recomendable para los amantes de la buena literatura en general.

Jesús Lens

Disfuncional

– Es mucho peor de lo que pensamos.

 

– ¿Por qué? ¿Qué ha dicho el médico?

 

– Que hemos fracasado.

 

 

Y es que su hijo veía el mundo así:

Y no de esta manera, como ellos habían tratado desesperadamente de enseñarle, de acuerdo con lo que la nueva sociedad esperaba de ellos.

Jesús letraherido Lens

 

Ahora, a ver los 15 de octubre de 2008, 2009, 2010 y 2011

Salvajes

El peligro era que Oliver Stone, en un nuevo viaje lisérgico, hubiera filmado “Salvajes” con el mismo tono paródico, desmesurado y fallido que le dio a dos de sus películas más nefastas y lamentables: “Giro al infierno” y “Asesinos natos”, supuesta respuesta a la tarantinización del thriller contemporáneo.

 

Pero no.

Y mira que el momento en que se retransmite por streaming una amenaza de decapitación, usando para ello un siniestro vídeo juego nos hizo temer lo peor…

Pero no.

Es lo que tiene, afortunadamente, partir de un material tan jugoso como son las novelas de Don Winslow: no hace falta exagerar. Porque lo que cuenta Don es tan desmesurado, tan aberrante y tan brutal que no tiene parangón en la imaginación de cualquier cineasta. Aunque esté tan hecha pedazos como la de Stone.

Es lo que tiene, desgraciadamente, partir de un material tan doloroso como es la realidad del tráfico de estupefacientes y los cárteles de la droga en México. Cualquiera que haya leído la descomunal “El poder del perro”, de la que se decía la HBO iba a convertir en una de sus imprescindibles series, sabe de lo que hablo.

Pero “Salvajes”, a pesar del título, no es tan bruta. No es que le falte sangre, que conste. Y, desde luego, Benicio del Toro le da a su personaje las necesarias dosis de insania que precisa. Pero el tono, la fotografía, el mar y los personajes gringos la emparentan más con “El invierno de Frankie Machine” que, dirigida por Michael Mann, nos traerá a Robert de Niro en lo que debería ser uno de las grandes títulos de la década.

 

Pero centrémonos en esta “Savajes” que, quizá por las dudas que me suscitaba antes de entrar a verla, me dejó un inmejorable sabor de boca. Aunque la presentación del triángulo amoroso protagonista se me hizo algo lenta, la verdad es que funciona. Al igual que la entrada en escena, sucesiva, de esos secundarios de lujo: el mencionado Del Toro y el pasadísimo Travolta.

 

La que no me dice nada (y esto puede ser considerado una herejía) es la Madrina, esa Salma Hayek que no está a la altura de un personaje que requería de mucho más carácter y, posiblemente, de mucha menos belleza.

Me gusta el ritmo, me gusta la fotografía, me gusta la tela de araña que crean los guionistas, me gusta el Azul, el ambiente y la atmósfera de la película. Me va gustando todo… hasta llegar al final.

 

Al final, Oliver Stone tiene que hacer de las suyas, claro. No vamos a comentar el tema, en alta voz, para no reventar a nadie la “sorpresa”, pero lo podemos hablar en un privado. O tomando unas Alhambras fresquitas, haciendo eso que tanto nos gusta hacer: hablar de cine.

Jesús Lens

Y ahora, a ver qué blogueamos los 14 de octubre de 2008, 2009, 2010 y 2011

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