¿Qué os parece? ¿Os creéis algo? ¿Habéis leído alguno de esos títulos que cita el artículo? Y, sobre todo, pensáis que Coppola debería filmar la cuarta parte de El Padrino, dado que la tercera le salió estupendamente o, dados los bodrios indigeribles que ha filmado últimamente, debería quedarse en Napa, haciendo vino tranquilamente, rodeado de la su familia?
Lo que más me gusta de “El Álamo”, el último libro de Paco Ignacio Taibo II, publicado por Planeta, es el subtítulo: “Una historia no apta para Hollywood”.
Y me gusta porque, como PIT II bien señala, el cine norteamericano se ha encargado de convertir en historia popularmente aceptada lo que no son más que leyendas absolutamente carentes de cualquier fundamento histórico y del más mínimo rigor científico. Pero ya sabemos, desde los tiempos de John Ford y de Liberty Valance, que cuando la historia se convierte en leyenda, hay que imprimir la leyenda. ¡Y no digamos, cuando se trata de convertirla en celuloide!
Que si David Crocket, que si Jim Bowie, que si “Recuerda El Álamo”, que si el cuchillo, que si el sombrero de piel de castor… imaginería y cuentos chinos para construir una imagen identitaria de un estado, de un país, de una Unión.
Y de un expolio, claro. Porque la constitución definitiva de los Estados Unidos de América pasó por la desintegración de la mitad de los Estados Unidos de México, que perdieron no solo Texas sino también Nuevo México, California y Arizona tras la guerra méxico-estadounidense de 1847.
Pero todo comenzó antes. Todo comenzó con la victoria, a todas luces intrascendente, de los mexicanos en El Álamo, una pequeña misión en la que se refugió un grupo de rebeldes yanquis con intención de declarar la independencia de Texas y su incorporación a los EE.UU. ¿Quiénes eran esos sujetos y qué les movió a tomar tal decisión?
Hay dos versiones: la real y todas las demás.
Todas las demás son las que nos han contado Disney, John Wayne, los seriales de radio y televisión, las leyendas y los souvenirs. Es decir, la versión que todos conocemos.
La real, es la que nos cuenta Paco Ignacio Taibo II en su monumental “El Álamo. Una historia no apta para Hollywood” y basada en documentos y fuentes históricas contrastadas. A través de las historias y las biografías de los distintos protagonistas de los acontecimientos acaecidos a mitad del siglo XIX en la frontera, PIT II nos muestra uno de sus maravillosos, ágiles y clarividentes frescos históricos.
¿Quiénes fueron los actores principales en lo que podríamos definir como una astracanada sangrienta? Un grupo de aventureros y soldados de fortuna que, agitando la bandera de la libertad, querían ampliar el sistema esclavista del Sur de los Estados Unidos a esos territorios de México en que la esclavitud no existía. Especuladores con ansia de ampliar sus propiedades de suelo. Gente de vida azarosa que, cargados de deudas y huyendo de acreedores y responsabilidades; en la independencia de Texas encontraron una buena excusa para dar rienda suelta a sus ansias de enriquecimiento y aventuras. Y la soberbia, la indolencia de Santa Anna, claro.
El último libro de Taibo es una lección de historia cargada de Historia. Y de historias. Pero todas ellas ciertas, reales y contrastadas. Y, por supuesto, magistralmente contadas.
Eso sí. Aunque este “El Álamo” esté editado por Planeta y escrito originalmente en castellano, en España y de momento, en pleno siglo XXI, no se puede adquirir. Porque tenemos un idioma común, maravilloso, que nos separa.
Menos mal que Fritz Glockner, el librero mexicano, y la Semana Negra de Gijón consiguen romper este bloqueo cultural durante diez días mágicos al año.
Esperemos que, pronto, tengamos esta versión de “El Álamo” en España. Entre tanto…
Jesús Alamoísta Lens
Veamos los 5 de octubre de 2008, 2009, 2010 y 2011 qué blogueamos
Una imagen de las pasadas Olimpiadas de Londres. Una disciplina olímpica en la que el campeón no debería ganar una medalla de oro, plata o bronce, sino una medalla bien Negra y Criminal. Y es que habría que conocer el perfil profesional de los campeones olímpicos en según qué disciplinas…
Me ha gustado mucho, en el Desayuno con Líderes que han puesto en marcha CajaGRANADA e IDEAL, escuchar a David Jiménez Blanco cuando decía que no podemos levantarnos por la mañana, ver que la Prima de Riesgo ha subido 10, 20 o 30 puntos, y echarnos ese peso a la espalda. ¡Cómo si pudiéramos hacer algo, nosotros, contra ella!
La saturación de información, de cifras y de datos puede llegar a aplastarnos. Hay que leer buenos artículos y análisis de fondo. Hay que leer libros de historia. Hay que parar, mirar, hablar con la gente. Hay que ver, analizar, decidir… ¡y ejecutar!
Me recordaba a una cosa que leía ayer: «Valls Taberner presumía de que su principal objetivo como presidente era ser prescindible… su tiempo lo dedicaba a conversar con colegas, directivos, clientes, accionistas e incluso, aprendices de periodista. Asistía a reuniones como la comisión ejecutiva o el consejo, pero su aspiración era no asistir. La clave de su acierto, según él, fue que cada vez dedicaba más días laborables a la contemplación estratégica alejado de Madrid.”
Me gusta la expresión: contemplación estratégica, fuera del ruido y la furia del día a día, que nos devoran las entrañas.
Y, sin embargo, la acción es necesaria. No se puede caer en la parálisis por el análisis, uno de los grandes males de lo que, hace unos días, llamábamos los Pasivos Tóxicos.
Hay que hacer cosas. Y, si no salen bien, hacer otras distintas. Prueba y error.
Pero no podemos quedarnos inermes, paralizados, estólidos y estupefactos; mirando.
Ser un voyeur, hoy y como están las cosas, es ser cómplices de la situación. Y, como señala David, de la crisis vamos a salir empujando desde abajo hacia arriba. Esto no es un mal momento coyuntural que, como un fenómeno metereológico, termina pasando y desvaneciéndose, sin más.
Esta crisis no se va a pasar si no luchamos contra ella. Cada uno tenemos que combatir la parte de la crisis que nos afecta. Y tenemos que estar preparados para vivir en el mundo de un futuro próximo que no se parecerá, ni por asomo, a ese pasado que ya hemos dejado atrás.
Siempre se ha dicho que hay que estar en el momento preciso y en el lugar indicado. Sin embargo, hay quién se toma demasiado en serio esa máxima. Como este lindo minino. ¿Querría ver de cerca un gol histórico? ¿Estaría loco por ver un primer plano del lanzador? O, sencillamente, en el momento preciso estaba en el lugar menos indicado de todos…