El mundo es nuestro: exhibición alternativa

Nadie lo ha dicho, pero cuando publiqué estas notas sobre los precios de las entradas de cine, esperaba que alguien hubiera señalado una película que está rompiendo esquemas en todo lo referente a producción, promoción y exhibición: la muy universalmente sevillana “El mundo es nuestro”, cuyo estreno celebramos en esta entrada.

¿La has visto? ¿No?

Pues ya no tienes excusa.

Porque apenas cuatro meses después de su estreno en las salas de cine, la película está a la venta, por el módico precio de 6 euros, en todos los kioscos del país.

Y está on line, por iTunes y Filmin, a 3 euros.

 

O sea, que no hay excusa para no verla, cómoda y legalmente.

Pero es que, además, más de 120.000 personas ya han disfrutado las correrías del Cabesa y el Culebra en el cine.

¿Sí? ¿De verdad? ¿Y eso?

Pues porque, tras el estreno normal y tras aguantar en cartelera una semana o dos, como la mayoría de las películas españolas, europeas, orientes y sudamericanas; fue reestrenada, en algunas salas concretas, a 2 euros la entrada.

Salas a las que iban, de vez en cuando, los actores y el equipo técnico de la película, a encontrarse con los espectadores, a intercambiar opiniones, hacerse fotos y echarse unas risas. Salas que, en contraste con el páramos que son los cines entre semana, se han llenado.

 

He estado siguiendo el largo y cálido verano del equipo de “El mundo es nuestro”, a través de las Redes Sociales, de estación de tren en estación de autobús o quemando llantas en madrugadas eternas, para defender y difundir una película valiente, divertida, ingeniosa y más que recomendable.

Una película cuya producción contó con el decidido apoyo de decenas de pequeños productores, micromecenas e inversores enteristas que creyeron en el proyecto. Un proyecto que podría haberse malogrado, de no ser por el empeño de la gente que lo ha levantado, que lo ha hecho triunfar. ¡Y aún hay que esperar a los Goya, que puede volver a darle vida, ya en el 2013!

Ellos creyeron. Y se han batido el cobre, plaza por plaza; cinta por cinta; pueblo por pueblo; barrio por barrio. Seguro que hubieran preferido estar tomando unas cañas en El Serranito. O viendo otras películas, leyendo… o, por supuesto, trabajando en nuevos proyectos.

 

Pero, como buenos trabajadores del arte y currantes del cine, Alfonso Sánchez y el resto de enteristas han pasado más de medio año, desde que la película fue exitosamente estrenada en el Festival de Málaga, viviendo on the road y dando juego y espectáculo para promocionar su película.

Una película que, como ya sabéis, habla de un atraco a un banco y está contextualizada en lo más crudo de esta crisis que nos está corroyendo. Y lo que lo está cambiando todo. Para mal, en general. Aunque con particularidades. Como las que nos proporciona el Cine de Guerrillas, que puede tener que ver con estas notas sobre las cámaras y la digitalización.

Tranquilos. Los auténticos Hombres de Negro son mucho más peligrosos

Una película que hay que ver.

Y, ahora, no hay excusa.

Jesús Lens. Enterista. Y discutidor de cine.

Veamos los 12 de noviembre de 2008, 2009, 2010 y 2011.

Si el Guerrero hablara…

¡Lo mucho que tendría que contar, el Guerrero, si hablara! Bueno, el Guerrero y, también, el Miró, el Chillida o el Barceló que Rajoy tiene en su despacho y en las salas aledañas de la Moncloa.

Hace unos días, cuando Oli Rehn estuvo departiendo con Rajoy para recordarle que el rescate de España está preparado, listo y a la espera del ¡ya!, vimos unas fotografías de su encuentro en las que ambos mandatarios aparecían sentados en unos sillones inmaculadamente blancos, vestidos con traje y corbata oscuros sobre camisa… blanca. El único destello de color en esa imagen era el de un cuadro abstracto que combinaba vivos azules con naranjas abrasadores y toques de amarillo.

Parece mentira, pero Europa ha vuelto sobre sus pasos y se encuentra inmersa en aquel neorrealismo italiano de mitad del siglo XX que, a través de un demoledor y descriptivo blanco y negro, narraba la miseria, la pobreza, el dolor y la desesperación de la sociedad. Las fotografías del NYT, tan criticadas, reflejan a la perfección la grisura, la negritud de la deriva a la que la severa austeridad teutona nos está conduciendo.

Una grisura que apreciamos en las barbas de Rajoy, en sus trajes y en sus discursos y alocuciones. Discursos y alocuciones que, en realidad, solo nos podrían contar el Guerrero que cuelga de las paredes de su despacho ya que el gallego, de puertas para fuera, hace mutis por el foro. “Serie Sur con Rojo”, es el título de un cuadro que, además del rojo sangre, combina distintas tonalidades de azul y morado y que se erigen es los únicos rastros de color en las instantáneas que nos llegan de Moncloa.

¿De qué hablará, en la intimidad, Rajoy con Rehn, con Merkell y con Hollande? ¿Qué se contarán el presidente y sus ministros y asesores? Los ciudadanos no lo sabemos. Los cuadros, sí. Estoy pensando, una tarde de estas, subir a la planta más alta de nuestro Centro José Guerrero, en la que se expone la colección permanente de la obra del pintor granadino, y sentarme frente a su monumental “La brecha de Víznar”, por ejemplo, para tratar de ponerme en el lugar de Rajoy durante unos instantes.

No tiene que ser fácil, desde luego. No tiene que ser fácil para el Guerrero de la Moncloa ver cómo ese hombre, el presidente que cavila, piensa, pregunta y discute frente a él, termina tomando decisiones tan sangrantes como la de recortar el presupuesto de Cultura en un 20%, nada menos.

Y no deja de ser sintomático que el ejecutivo la haya emprendido a machetazos, hachazos y tijeretazos con la única disciplina que le aporta un rayo de luz y una explosión de color a su ajado aspecto triste, desmejorado y macilento. Habrá que fijarse de aquí en adelante, pero es muy probable que los Guerrero, Chillida y Miró luzcan menos brillantes y más apagados, a partir de ahora, en las fotos de Rajoy. Como si destiñeran.

Jesús Lens