¡Salud y felicidad!
A final de año, o estoy por ahí lejos o, cuando me quedo en casa, hago balance de los doce meses transcurridos así como vaticinios de los doce que están por llegar. Hago listas con los mejores libros o películas de año. Hago recuento de momentos. Hago promesas y propósitos para el año entrante.
Este año no está siendo así.
En realidad, no tengo sensación de que 2012 esté terminando o de que 2013 esté a punto de llegar. Quizá, había puesto demasiadas esperanzas en la profecía maya…
El caso es que no aprecio sustanciales diferencias entre lo que 2012 nos ha deparado y lo que 2013 nos promete.
A grandes rasgos, claro.
Por eso, insisto, como escribía en IDEAL hace unos días en este artículo; tendremos que ser nosotros, por separado y en conjunto, los que vayamos construyendo un 2013 mejor de lo que parece que va a ser. Más humano. Más dichoso. Más feliz. Más humanista. Más comprometido. Más fructífero. Más creativo. Más abierto.
Con miras más altas y más lejanas.
Otro de los motivos por los que no aprecio diferencias significativas entre 2012 y 2013 es porque Willy Uribe sigue en huelga de hambre y Reboredo, en la cárcel. Me parece tan injusto, tan increíble, tan aberrante…
Pensar en todo lo malo que ha tenido 2012 es absurdo. Temer todo lo peor que nos va a traer 2013, también. Y no porque queramos aplicar la táctica del avestruz, sino porque ya lo sabemos. Y ya lo damos por descontado. Y por asumido.
OK. De acuerdo. Está bien. 2013 va a ser durísimo. Vale.
Queda dicho. La cuestión es, ¿qué podemos hacer, tú y yo, para que sea mejor de lo previsto o, al menos, para que no sea tan dañino?
Willy Uribe nos está dando una lección de compromiso y dignidad, por ejemplo.
Vamos a ir pensándolo y hablamos de todo ello. Porque 2013 está ahí mismo. A tiro de piedra.
Y algo habrá que hacer, ¿no?
Jesús Lens.
Hace ahora justo un año me tomé unos días de vacaciones. Ya estaba trabajando en mi libro de cine y África.
Cogí la maravillosa edición de Lumen que recopila los cuentos de Ernest Hemingway y leí:
“Francis Macomber era muy alto, muy bien formado si no te importaba que tuviera los huesos tan largos, atezado, con el pelo rapado como un galeote, labios bastante finos, y se le consideraba un hombre apuesto. Llevaba la misma clase de ropas de safari que Wilson, solo que las suyas eran nuevas. Tenía treinta y cinco años, se mantenía muy en forma, era buen deportista, poseía varios récords de pesca mayor, y acababa de demostrarse a sí mismo, a la vista de todo el mundo, que era un cobarde”.
Ahora estoy repasando los algo más de 400 folios que, a lo largo del 2012, he escrito sobre cine en el continente negro. Un año sin apenas viajar en que prácticamente todas mis vacaciones las he consumido escribiendo. Por eso ayer estábamos en esto.
Pero merece la pena.
Porque me estoy volviendo a leer a mí mismo, y me gusta lo que he escrito.
Espero que, finalmente, el libro salga adelante, se publique y tú lo compres. Y lo leas. Y te guste. Está escrito con los dedos, claro, aporreando un teclado. Pero, sobre todo, con las entrañas y el corazón.
Porque África y el cine así me lo han exigido.
Y así lo he hecho.
Sábado. 29 de diciembre. 17.08 pm. Si quieres saber más: lee.
Jesús Lens
¡Seguimos!
¿Además de en mis vacaciones, andurreando por Las Alpujarras, corriendo mucho, preparando Visiones en Conjunto y escuchando jazz?
En esto, estoy.
Y por eso parece que no estoy.
Pero estoy. Y ya sabéis que tenemos un adelanto muy especial, que te está esperando, ¿verdad?
¡Salud, Gente!
Jesús Lens
.