Argo, ¿favorita para los Oscar?

Más premios le han dado a “Argo” estos días. Y aún está en cartel. Yo que tú, no me la perdería. Y más reseñas de las películas nominadas a los Óscar: “Lincoln”, “The Master”, “La noche más oscura” o “Django desencadenado”.

Al que vuelva a decir que el cine es algo intrascendente, que no sirve para nada, que no es sino un mero entretenimiento; de mi parte y con todo cariño, le puedes espetar un sonoro y contundente… ¡Argoderse!

Fui a verla un lunes, a las 21 horas, a Multicines Centro. Y, por alguna razón, volví a sentir ese regustillo único y especial que supone ver una película en el cine. ¡Me encanta!

Evidentemente, en la sala no había nadie. Una pareja, no más. Por discreción, me senté bien lejos de ellos. ¿Sería por sitio?

 Argo

“Argo” comienza narrando unos hechos que a mí siempre me han parecido fascinantes: la caída del Sha de Persia, la llegada al poder del Imam Jomeini, la toma de la embajada de los Estados Unidos en Teherán y la crisis de los rehenes, que se prolongó meses y meses. Toda esta parte está rodada con un estilo documental que, al final de la película, comprobaremos cuán realista era.

Pero la trama de “Argo” se basa en una historia paralela: unos cuantos norteamericanos se escaparon de la embajada de su país y se refugiaron, de forma clandestina, en la de Canadá. Estando en una situación muy precaria e insostenible, la CIA decide que hay que sacarlos de Irán. Rápido. Y sea como sea. Para conseguirlo, ponen a sus mejores hombres a pensar y discurrir ideas que se presentan más como tormento que como tormenta.

 Argo

El resto es historia. Una historia fascinante, que puede parecer cómica, surrealista, absurda y subnormal. Pero que no lo es. Es decir, sí que lo es. Pero…

Sin entrar en detalles: la CIA decide que uno de sus hombres se haga pasar por productor de cine y vaya a Teherán, como si estuviera buscando exteriores para la filmación de una película de ciencia ficción, para ayudar a salir a los seis refugiados.

¡Toma ya!

La operación pasa por los filtros correspondientes y se pone en marcha. Toda esta parte de la película nos sirve para conocer un poco mejor cómo funciona la industria del cine. Por ejemplo, el magistral personaje de John Goodman suelta perlas como esta: “Hasta un mono podría aprender a ser director”, para defender la importancia del papel del productor. Y del guionista, claro.

 Argo

O el siguiente diálogo, analizando la situación:

Dice el refrán: “Lo que empieza en farsa termina en tragedia”

– No, es al revés

– ¿Quién dijo eso exactamente?

– Marx

– ¿Groucho dijo eso?

El humor y la tensión dramática van de la mano cuando, por fin, el personaje interpretado por Ben Affleck entre en Teherán y comience a poner en marcha la ejecución del descabellado plan.

 Argo

Ben Affleck. ¡Qué tipazo! Vale. Como actor, va mejorando. Pero como director y guionista, empieza a tener una filmografía a sus espaldas de mucho peso. Y mérito. No solo empezó por ganar el Oscar a los 25 años por el libreto de “El indomable Will Hunting”, sino que ha escrito y dirigido dos historias profundamente negras, criminales y estupendas como “Adiós, pequeña adiós” y “The Town. Ciudad de ladrones”.

Y “Argo” no le desmerece.

Terminé retorcido en mi butaca, con una cierta dosis de ansiedad, por saber cómo terminaría la película. Uno de esos títulos que te reconcilian con el buen cine y que yo, desde luego, no me perdería.

Jesús Lens

A ver los 28 de enero de 2009, 2010, 2011 y 2012

Con Alí Bey, de viaje por África y Asia

¡Pedazo de viaje! Pero hasta el viaje más largo comienza con un primer paso. Por ejemplo, yendo a la presentación de este libro, «Viajes de Alí Bey», de Domingo Badía y con prólogo y estudio a cargo de Roger Mimó; del que pronto, muy pronto, hablaré largo y tendido.

Presentación Vajes Alí Bey

Yo que tú, no me lo perdería…

 

Jesús Lens

Picasso al Cuadrado

Ha querido la casualidad que, en el Ciclo Policromías: La pintura en el cine, que hemos programado en el Museo CajaGRANADA, para el martes 5 de febrero, podamos disfrutar de la película que, sobre Picasso, realizó James Ivory. Al genio andaluz lo interpretó Anthony Hopkins.

¡Camaleón!
¡Camaleón!

Además, la cartelera está proyectando actualmente «La Banda de Picasso», una comedia de Fernando Colomo, muy bien acogida por la crítica.

O sea, que esta semana tenemos Picasso al Cuadrado. ¿Qué os parece?

La Banda de Picasso

Además, este viernes se estrena la película sobre el rodaje de Psicosis, en la que el papel de Alfred Hictchcock es interpretado por… ¡Anthony Hopkins!

Pero no adelantemos acontecimientos. Eso sí. Apunta la mañana del sábado 2 de febrero en la agenda, por favor. No te arrepentirás.

Jesús Lens, el picassiano.

¿Y los 27 de enero de 2009, 2010, 2011 y 2012, qué blogueamos?

Liquidación final

Un libro que comienza con la siguiente advertencia, no puede ser un libro vulgar: “Se desaconseja cualquier imitación de los hechos narrados en esta novela”.

Markaris Negra y Criminal

¿A que parece fuerte? Suena, lo menos, a sadomasoquismo extremo. O a gore procedente de Texas y ejecutado con una sierra mecánica.

Pero no. Lo peor es que no.

Porque seguimos con la cita de un alto cargo de diversos gobiernos griegos y Primer Ministro en 1955: “Grecia es un enorme manicomio”.

Liquidación final

Estamos hablando, efectivamente, de “Liquidación final”, la segunda entrega de la Trilogía de la Crisis, escrita por el autor griego Petros Márkaris y recién publicada en España por Tusquets.

Si os acordáis, no hace mucho publicábamos la reseña de “Con el agua al cuello”. Me había gustado, pero daba la sensación de haber sido escrita con una cierta prisa, urgencia y hasta precipitación. La trama negra era demasiado endeble y se notaba en exceso que no era sino una excusa para hablar de lo que de verdad interesa a Márkaris: el salvaje desmantelamiento del estado del bienestar que estamos viendo y sufriendo a nuestro alrededor, por culpa de la crisis, y sobre lo que hablaba en este arículo sobre la Predistribución, hace unos días.

Un privilegio, aprender del maestro, en Semana Negra
Un privilegio, aprender del maestro, en Semana Negra

Márkaris escribía para hablar de la crisis, de sus consecuencias… y para tomarse una especie de venganza literaria, al convertir en víctimas de un justiciero asesino a algunos de los banqueros más desvergonzados del país.

Petros Markaris

En “Liquidación final”, y de ahí la advertencia con que se abre la novela, los muertos que comienzan a aparecer en la historia y a cuyo asesino debe encontrar nuestro querido, entrañable y encantador comisario Kostas Jaritos, son notorios defraudadores de hacienda.

Muertos, asesinados con cicuta y cuyos cadáveres aparecen en antiguos recintos arqueológicos de una Atenas imposible e intransitable, en la que las protestas callejeras, las manifestaciones y las algaradas se suceden mañana, tarde y noche, sin solución de continuidad.

Lo que pasa es que, apenas se hace público que hay un liquidador final que está obligando a las grandes fortunas de Grecia a ponerse al día con el fisco, so pena de morir asesinadas, la gente lo convierte en un héroe popular, un Robin Hood aclamado y venerado por buena parte de la ciudadanía, esa a la que se acusa de haber vivido por encima de sus posibilidades y a la que ya lo le quedan agujeros en el cinturón para apretarse.

Liquidación final

¡Pobre Jaritos, cuya propia hija, cansada de trabajar gratis, empieza a plantearse la posibilidad de emigrar y de irse a trabajar… a África! Así están las cosas. En Grecia. Y así llevan camino de estar en toda Europa, si continúa el Austericidio homicida impuesto por el Reich alemán.

No creo que se enfaden conmigo los amigos de Tusquets y los amigos libreros por aconsejarte hacer un ejercicio muy sencillo: píllate un ejemplar de “Liquidación final” y, con discreción, lee el capítulo 1, muy corto, el que va de las páginas 11 a 15.

No podrás evitar que se te haga un nudo en las tripas. Porque sabes que lo que cuenta Márkaris, por desgracia, podría ser verdad y que casos parecidos ya se están sufriendo en nuestro entorno.

Esta es parte de esas reflexiones...
Esta es parte de esas reflexiones…

Evidentemente, seguir leyendo la novela es esencial, pero ya tendrás que comprar el libro. O sacarlo de una biblioteca. O pedirlo prestado. ¿Estamos? Nada de robarlo o piratearlo. Que los malos son los otros.

Jesús Lens