Mes: febrero 2013
¡Vosotros sois los héroes!
Ahí va el (comentado y discutido) artículo del domingo, en las páginas de opinión de IDEAL. ¿Estás de acuerdo? ¿Por qué?
Quedarse es más difícil que irse, más arriesgado que marcharse, más valiente que huir, más honroso que esfumarse.
Permanecer, cuando las cosas se ponen realmente difíciles y empiezan a ir de mal en peor, cuando la situación se complica y se hace realmente peligrosa; demuestra un talante, una forma de ser templada, corajuda y arrojada. Osada, absurda e inconsciente, quizá. Pero remarcable. Notablemente remarcable.
Ejemplos como el de Pedro Ros, por ejemplo, el único ciudadano blanco que se quedó en la ciudad maliense de Segou, con su esposa Genevieve y su hijo de corta edad, afrontando serenamente la amenaza de las milicias islamistas radicales que estuvieron a punto de tomar la ciudad y pese a los consejos, ruegos y casi súplicas de las autoridades diplomáticas españolas, que le insistían en que evacuase su casa, su ciudad, su vida.
Cuando leía la historia de Pedro me acordaba de una de las películas que más me han conmocionado en los últimos tiempos. Documentándome para mi próximo libro, sobre cine y África, vi una joya titulada “De dioses y hombres”, dirigida en 2010 por Xavier Beauvois. Se trata de un western contemporáneo protagonizado por unos monjes cistercienses que vivían en su monasterio, radicado en una zona montañosa de Argelia, a finales del siglo pasado.
El siglo pasado, aunque haya introducido el término “western” en el párrafo anterior, es el siglo XX. Y los monjes protagonistas, efectivamente, son dignos herederos de la heroica estirpe de personajes hawksianos como el sheriff de “Río Bravo” o los aviadores de “Solo los ángeles tienen alas”. Porque, en los años noventa, cuando Argelia se vio desangrada por una especialmente cruenta y aterradora guerra civil en la que el terrorismo segó la vida de miles y miles de personas, degolladas a sangre fría en la mayor parte de los casos; un grupo de monjes cistercienses, aun a sabiendas del riesgo que corrían, se quedaron en su monasterio, colaborando con la comunidad en la que estaban imbricados, cultivando sus huertos, manteniendo el dispensario médico y ayudando a todos los que precisaban de auxilio, con independencia de su credo, origen, procedencia o extracción.
La película, rodada con una sensibilidad exquisita, muestra los miedos, las dudas y las zozobras de los monjes. Sin necesidad de aspavientos o melodramas, vemos a los monjes dialogar, discutir, opinar y, finalmente, tomar una decisión: quedarse. Posiblemente, la más difícil de sus vidas. Pero también la más consecuente, comprometida y honrosa. Aunque pudiera costarles la muerte.
Basada en hechos reales y en un procedimiento que aún se encuentra sub júdice, en Francia, “De dioses y hombres” es una obra maestra del cine que conmueve hasta las entrañas sin necesidad de manipular al espectador ni de espolear sus más bajas pasiones. De hecho, la cámara actúa a modo de espejo y los actores que interpretan a los monjes parecen dirigirse al espectador y preguntarle: Y tú, ¿qué harías?
La figura del religioso que, aun en las circunstancias más adversas, permanece a pie firme y sin retroceder un milímetro, apoyando y defendiendo a las personas de la comunidad que han confiado en él; es recurrente en muchas películas cuya trama se desarrolla en África. Desde “Mogambo” e “Historia de una monja” hasta la más reciente “Disparando a perros”.
Sirvan estas líneas como reconocimiento y homenaje a esas personas y organizaciones, seglares y religiosas, que se quedan cuando todos los demás se marchan. Misioneros, médicos, diplomáticos, soldados, cooperantes, periodistas… o personas normales y corrientes, como Pedro.
¡Vosotros sois los héroes!
Jesús Lens
Gran Premio de Fondo de Diputación Armilla 2013
Cambio de recorrido. Solo una vuelta, que fueron unos 9 kilómetros. ¿Mejor que el anterior? AQUÍ, la reseña del año pasado y un buen debate que organizamos
Para mí, sí. No me gusta eso de tener que dar dos vueltas al mismo circuito, aunque haya sido necesario meternos en un polígono industrial un tanto siniestro, en domingo. ¿Será por eso que a tantos corredores nos ha dado amago de flato al pasar por allí? Pero bien por la gente de Diputación, que no deja de trabajar por mejorar las cosas y hacer cada carrera mejor que la anterior.
Hoy hacía frío. Y viento. Pero éramos unos mil quinientos chiflados en la línea de salida. Ese récord de participación supone que el arranque de la carrera tenga que ser necesariamente atropellado y complicado. Sobre todo, si mi hermano y yo nos situamos casi al final del pelotón.
Y si, encima, me encierro a mí mismo en el carril bici, más blindado que Fort Knox… En fin. Daba igual. Tampoco quería forzar la costilla. Aunque luego…
¡Luego me salieron varios kilómetros en el entorno de los 4,30-4,40 minutos, lo que está muy bien, para lo chungamente que he estado entrenando estos días!
Al terminar, saludo a algunos amigos y salimos a escape. Y es que, tras el suculento y exquisito, privilegiado y lujoso menú nocturno desgustado el sábado en Chez Hoces (dos tipos de tortilla de patatas, jamón, ensaladilla de pimientos, dos tipos de pastela moruna y taco de atún con mermelada de tomate caramelizado y sésamo; pespunteado con un tiramisú y mojitos varios) no tenía ganas ni de tomar una cerveza.
Sí me quedé desconcertado con la Bolsa del Corredor, que no depende de Diputación, ya que la camiseta de talla única, la M, para un mostrenco como yo, es una ridiculez. Y me estaba quedando helado.
Así que, tiramos millas para recoger a Mamen y las niñas y disfrutar del resto del domingo, cogiendo aceitunas. Me gusta eso de convertir el fruto que está en el árbol en aceite que nos llevamos, por la tarde, de la almazara. Toda una lección para Julia y Carmela… ¡y para nosotros los mayores, qué demonios!
No suelo quedarme a las entregas de trofeos. Ni siquiera la posibilidad de llevarme un jamón en un sorteo hace soportable aguantar una hora a pie firme, entre pitos y flautas. Prefiero irme a un bar y pedir una buena Alhambra Especial, helada, con su tapa.
Me dicen que la cantidad de cerveza gratis, en meta, cada vez es más exigua. Lo ignoro. Es posible. Yo reconozco que prefiero una buena organización, generosa hidratación durante recorrido, buena señalización y atención médica que todo lo referente a la Post-Carrera. Máxime cuando se ve a gente que no ha corrido bebiendo cerveza por el morro o, en algunos lugares, ocupando los pocos bancos o asientos en que los atletas pueden descansar al llegar, en algunos casos, deshidratados, doloridos y muy perjudicados.
A medida que esto de correr se va popularizando y somos más la gente que participamos en el Circuito de Fondo de Diputación, más generosos y comprensivos tenemos que ser, unos y otros. Señores que no corren: ¡no consuman la bebida de quiénes nos dejamos la piel en el asfalto! Un poquito de decoro, por favor.
Señores que vamos a rodar medio lentos: ¡pongámonos a mitad de pelotón y no demos codazos por situarnos al principio, para terminar rebasados por cientos de corredores, a los que estorbamos y molestamos! Y quiénes piensen ir muy lentos, pues sitúense al final de la partida. Que no pasa nada.
Y señores de los ayuntamientos: gracias por su contribución y apoyo al Circuito. Pero échele un poquillo de cariño a las Bolsas del Corredor. A fin de cuentas, ahí va la imagen de su localidad. Ya que hacen el esfuerzo de cortar las calles, de poner la policía local a disposición de la organización, de buscar voluntarios… no escatimen con una camiseta que, después, podremos lucir con orgullo por esos caminos, en nuestros entrenamientos. Además de evitar que nos quedemos pajaritos en la meta.
Es cierto que estamos en tiempos de estrechez. Pero los corredores también contribuimos, estos domingos, a darle vidilla a los bares, cafeterías y hoteles de sus localidades. Y tanto mejor hablaremos de las mismas cuanto mejor nos traten a través de algo tan simbólico como una buena o mala camiseta.
Quid pro quo!
Gracias a todos, comprueba tu clasificación, mira tu entrada en meta a través de IDEAL y haz una portada con tu imagen y… ¡nos vemos en Albolote!
Jesús Lens
Los hombres mojados no temen la lluvia
¿Leíste esta entrevista, que le hice a Juan Madrid, nada más saberse que se había alzado con el Premio Fernando Quiñones de Novela?
Pues… ¡la novela ya está en las librerías!
Y no pienses, por esa apacible estampa que acabas de ver, que ha sido fácil hacerse con ella. De hecho, mi Cuate Pepe y yo hemos tenido que pelear duramente por hacernos con nuestro ejemplar, en la librería Picasso, al salir de la presentación de «Qwerty Vintage» que hice esta mañana.
Y, una vez en el fragor de la batalla, cuando no nos quedaban contrincantes de peso, nos revolvimos contra nosotros mismos… ¡Joder con los efectos colaterales de la buena literatura negra y criminal!
¡Qué tensión! Andreu Martín, Juan Madrid y Mariano Sánchez Soler publican sus nuevas novelas. Todas premiadas. Todas atractivas. Así que… ¡adiós! Me voy a leer, que ando con la última de Andrés Pérez Domínguez entre manos y, como sostenía aquel célebre filósofo norteamericano Jack Bauer… ¡no hay tiempo!
Jesús Lens
¡Apaga la televisión!
¿Te acuerdas de esta reseña? La Banda de la Tenaza, un libro estupendo con dibujos de Robert Crumb como este que hemos puesto arriba.
Si eres uno de esos que Ven la Vida en Serie, no te ofendas. Nos referimos a la televisión normal 😉
¡Menos tele y más barras!
Jesús Lens, el Embarrado
¿Y los 1 de febrero de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012?