Perdida

Viene tan, tan, tan recomendada de los Estados Unidos que el temor es legítimo: puro marketing, sobre todo cuando los publicistas se empeñan en venderla como “La novela que apeó de la lista de ventas a las Sombras de Grey”.

 perdida flynn

Que no digo yo que sea mentira (dos millones de ejemplares vendidos solo en los últimos seis meses de 2012 y tercer libro electrónico más vendido… de todos los tiempos), pero que no sería aval suficiente como para estar expectantes ante su inminente publicación.

Y, sin embargo, su portada ya me llama. Ese fondo negro con una turbia espiral blanca y el título, en rojo: “Perdida”.

 perdida

Ya sabéis que mi combinación favorita de colores es precisamente esa: el rojo y el negro. Y no por casualidad, el megaéxito de la temporada, el libro que más va a dar que hablar desde esta misma Semana Santa, viene en la colección Roja y Negra que dirige Rodrigo Fresán, para la editorial Mondadori.

“La novela negra, y esta lo es, es novela social y realista y eso funciona muy bien en tiempos de crisis. Flynn, como ya hicieron otros clásicos del género como James M. Cain o David Goodis, indaga en cómo se criminaliza a gente común y aparentemente honesta. U atractivo que comparte, por ejemplo, con la serie televisiva Breaking Bad” de mi estimada AMC.

Vale. Lo dice el director de la colección, que es parte interesada. Pero, ¿sabes qué? Que Rodrigo lo ha clavado.

¡Es justo eso!

Es la novela negra del siglo XXI. La novela negra en la que los personajes, los protagonistas, podríamos ser tú o yo.

Y eso ya, para empezar, engancha.

Nick y Amy. Un matrimonio. Modelo. Y fashion. De Nueva York. Escritores de éxito y prestigio, que colaboraban con algunas de las mejores revistas y periódicos de los Estados Unidos… justo cuando la irrupción de los contenidos digitales, gratis total, arruinó la carrera de miles de valiosos y prometedores periodistas y escritores.

Y es que la peli ya está en marcha...
Y es que la peli ya está en marcha…

Así que toca plegar velas y volver a los orígenes. Y los orígenes son Missouri. En concreto North Carthage, de donde proviene Nick. Allí, junto a su hermana, Go, montará un bar. Y tratará de cuidar de su madre, enferma de cáncer.

Y será allí, justo cuando Nick y Amy se disponen a celebrar su quinto aniversario de bodas, que Amy desaparezca.

¿Dónde está Amy?

A partir de ese punto (y hablamos del mismísimo comienzo de la novela) la autora, Gillian Flynn, juega con nosotros de una forma tan inteligente como descarada, creando un puzzle en el que el pasado y el presente condicionan un futuro inmediato repleto de giros, revueltas y sorpresas. Y lo hace a través de todo tipo de artimañas, manipulando a los personajes y, por extensión, manipulando al lector.

Manipulando en el mejor sentido de la expresión. Haciendo como hacemos las personas, normales y corrientes: jugar. Aunque, a veces, los juegos se nos van de las manos y, como los petardos en manos inexpertas, nos explotan en la cara.

De momento, no voy a decir más.

Solo que la novela es adictiva y que sus protagonistas, todos, tienen una capacidad de enganche sobre el lector que, siendo de lo más atractivo y subyugante, pueden llegar a…

… ¡Que la leas, mujer/hombre, ya!

Que ardo por poder comentar y compartir. ¿Qué tal un Club de Lectura con “Perdida”?

 perdida gillian flynn

De verdad. Hazte a la idea. Más pronto o más tarde, la vas a leer. Así que, mejor ser de los primeros para, después, estar en condiciones de comentar, recomendar y hablar sobre ella.

¿Recuerdas fenómenos como de Larsson y nuestra maravillosa Lisbeth Salander? Pues, créeme: cuando empieces a leer “Perdida”, arderás por irte a la cama con Nick y Amy.

Lo que pase después, ya es cosa tuya.

Vuestra.

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Y ahora, a ver el 22 de marzo de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012.

Black Mirror 2

El principal problema de la segunda temporada de Black Mirror es la primera temporada de Black Mirror.

black mirror

Me explico.

Cuando vimos aquel episodio del cerdo, se nos desprendió la mandíbula y nos descubrimos, babeando, con la mirada fija, incrédula, sellada a la pantalla de la televisión.

¿Qué demonios era aquello? ¿Podía ser cierto? Recuerdo que cogí el móvil y empecé a preguntar, a diestro y siniestro.

¿Qué es “Black Mirror”?

Y recibí, como respuesta, un nombre. Brooker. Charlie Brooker.

black mirror cerdo

La primera temporada de “Black Mirror” fueron tres intensos episodios largos, en los que se planteaban tres diferentes escenarios de tecnología ficción, pero muy cercanos en el tiempo y en el espacio y, por lo tanto, brutalmente creíbles. Hasta demasiado, a decir verdad. Por eso, quizá, daban tanto miedo.

¿Miedo?

No. No era miedo, en el sentido terrorífico de la expresión. Era temor. Inquietud. Desasosiego. Por la pregunta que todos nos hacíamos, mientras veíamos esos tres episodios. ¿Y si fuera verdad?

El terror es precisamente eso: que sea posible.

Como no soy persona de spoilers y sé que hay gente que aún no ha visto nada de Black Mirror, no diré nada sobre los argumentos de tres episodios largos, absolutamente independientes y autoconclusivos.

¡Cruzad al otro lado del Espejo Negro, aunque seáis reacios a las series! En realidad, “Black Mirror” es la serie menos serie que he visto nunca.

La soledad, ¿era eso?
La soledad, ¿era eso?

Sí podemos decir que la segunda temporada mantiene el nivel de la primera. Solo que ya no causa la misma sorpresa y perplejidad: los tres episodios que la componen abundan en los argumentos que ya nos dejaron patidifusos en BM-1: el exceso de la tecnología, los abusos de las Redes Sociales y la despersonalización de la vida, la deshumanización de la sociedad.

Tras las elecciones italianas, por ejemplo, el episodio protagonizado por Waldo no solo nos parece posible, sino más que probable. ¿Y el capítulo del Oso Blanco? ¡Por favor! ¡Era cierto! ¡Era siniestro! ¡Era terrible! Es de un refinamiento y una crueldad absolutamente descomunales, una total y legítima manipulación del espectador, que termina el capítulo, nuevamente, entre indignado, anonadado y sobrecogido.

black-mirror-temporada-2

De verdad. Hay que ver “Black Mirror”.

Y luego quedar para hablar de ella.

Pide, a voces, una buena tertulia.

A la vuelta de Semana Santa, lo organizamos.

¿Hace?

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Y ahora, a ver los 21 de marzo de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012.

The Black Barba

Hace unas semanas os presentaba a The Black Barba.

No imaginaba, entonces, que hoy estaría yo hablando de barbas, precisamente.

Esta mañana, a las 8, Pedro me miraba torvo, en la cafetería. Iba sin afeitar. Y yo siempre me afeito para ir a trabajar. O casi.

Después, a las diferentes personas a las que he ido viendo, se lo explicaba: “Dentro de tres días tengo que tener una barba de cuatro días”. Así es que no. No estoy desaseado. Ni dejado, abandonado.

Y, lo que es más extraño: tengo que mantener esa barba durante diez días más.

Que ya me explicará algún experto en estilismo cómo carajo se mantiene durante 10 días una barba de 4 días.

– ¿Y eso?

Porque me voy.

Tras un año en el dique seco, varado, quieto e inmóvil; voy a hacer honor al nombre de este Blog y a patear un poco de mundo.

Quiero bailar con leones
Quiero bailar con leones

En este caso, y si todo va bien, me voy a dar una vuelta por Irán.

– ¡Hay que Argoderse! –me dicen. –¡No habrá sitios en el mundo!

Y es verdad. Claro que hay sitios. Muchos. Y fascinantes. Y atractivos. Como la antigua Persia, cuna de civilizaciones, de Persépolis a Ifashan, pasando por antiguas estaciones caravaneras y por la cuna del Zoroastrismo.

Zoroastro

Y no me preguntes más.

No lo sé.

Pero espero saberlo a la vuelta.

Y contarlo.

Me voy.

El viernes.

Pero ya me estoy dejando mi barba de cuatro días. Para entrar en la misteriosa y enigmática Irán.

Sí.

Estás pensando… ¿y volverán?

Sí. Volveré.

Para contarlo.

No te quepa la menor de las dudas.

Volveré.

Y seré el mismo. Algo cambiado, claro. Espero. Pero el mismo. El mismo que viste y calza. El mismo que se afeitará su barba de cuatro días, cultivada a lo largo de dos semanas, y regresará para poder entonar nuestro grito de guerra:

¡Seguimos!

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Lo has conseguido: David ha salido de la cárcel

Abro mi correo electrónico y me encuentro con el siguiente mensaje, de Edmundo Reboredo.

Hola Jesús:

 

¡Lo hemos conseguido! David ha salido de la cárcel.

 

El viernes el Gobierno concedió el indulto a una de las penas de David. Y ayer, por fin, David salió de la cárcel. Estamos muy, muy contentos.

 

Esto es una victoria de todos.

 

David lo decía a los medios a su salida: “con el apoyo de miles de personas a una causa se pueden conseguir cosas muy grandes. Es lo que a mi me ha sucedido con tantos miles de firmas y apoyos. Es increíble”.

 

Ahora esperamos el segundo indulto para que David quede totalmente libre. Por eso seguiremos adelante con la campaña y queremos seguir contando contigo.

 

Pero hoy David ya está entre nosotros. Ahora pasará los días con su familia y acudiendo a un centro de inserción social.

 Reboredo

Yo no podría tener mejor regalo del padre. Y sin ti no hubiera sido posible.

 

Gracias.

 

 

 

Edmundo y la familia de David Reboredo

 

 

 

** La familia de David nos ha mandado esta foto por el Día del Padre. Tú también has hecho que David pueda celebrarlo con su padre y su familia.

Yo sé que tú también has firmado la petición en favor del indulto. Y que habrás recibido un mensaje como este. También sé que, quizá, firmaste al recibir aquel mensaje que tanta polémica causó en su momento, cuando nuestro querido Willy Uribe hacía su huelga de hambre y allá nos lanzamos, a tumba abierta.

Y por eso, quiero agradecerte personalmente tu firma.

Por eso y porque estoy emocionado, feliz, contento y dichoso.

¡Gracias!

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Cosas que se dicen en voz baja

O que se piensan. Y no se dicen. O que se sienten. Sin pensarlas.

Hoy estoy fracturado. No es que me sienta así. Es que lo estoy. Quebrado. Partido por la mitad.

En días como hoy, es difícil encontrar palabras.

Por eso, vídeos como este, sobre el nuevo libro de Daniel Rodríguez Moya, tienen un eco y una resonancia especial. Llegan más. Te penetran con más fuerza.

Acostumbrado a hablar en voz alta, altavoz siempre en ristre, ¿cómo decir cosas en voz baja?

Descubro la imagen de David Reboredo, en la calle, por fin, besando a su padre, sin barrotes que los separen.

David Reboredo

No es el indulto completo. Pero es un paso.

Y un beso.

Hoy veo fotos. No muchas. Cuatro. Cinco…

Suficientes.

Más que suficientes.

Preciosas.

Y escucho a Keith Jarrett, sus gemidos y sus murmullos, cuando toca el piano y se funde con él. En tardes como ésta no cabe otra música que “Hearts in space”, “Waves” o “Tsunami”.

Entonces vuelvo a las historias de soledad y miedo de Peeters y Tomine. Y sé que hoy hay Black Mirror. Y siento miedo. Terror. Porque en la noche, hay monstruos.

Entonces vuelvo a la poesía. A “Sarajevo”, por ejemplo. Al “Sarajevo” de Izet Sarajlic.

Delicadeza humana,

¿Dónde estás?

¿Tal vez

solo en los libros?

Sarajevo Sarajlic

O el dedicado a Bora Spasojevic:

Antes de la guerra,

te prometí un poema

sobre Sarajevo.

.

Aquel último día que te vi

lo escribiste tú mismo,

mientras llorabas delante de las cámaras de televisión

por la ciudad destruida.

.

A mí solo me queda firmarlo.

Sarajevo. Estuve una vez. He vuelto muchas veces, desde entonces. A Sarajevo. Esta tarde, una vez más.

Y me acuerdo de una historia de Khalil Gibran, que leí cuando estaba en el Líbano. Y en Siria. En Alepo. En Damasco. Hoy devastadas.

Una historia sobre las ciudades del pasado. Pero, sobre todo, del futuro.

Y así va pasando la tarde.

Sentado.

Y de pie.

Dando vueltas.

Bebiendo.

Agua.

Sin parar.

Y pastillas.

Y pensando

que da igual estar partido

porque no estás fraccionado.

o roto.

Sino entero.

.

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Imagino que otros 18 de marzo serían diferentes: 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012.