Incoherencias

Lo he dicho muchas veces. Yo soy yo y mis contradicciones. Y, a veces, la privilegiada lente de un fotógrafo como Juan Jesús García, sabe captarlas. Por ejemplo, en el concierto de Arturo Serra, de hace unos días, en el Magic. Pero es cargar con un 48, desde la cancha de baloncesto a los bares, a veces, resulta muy complicado 😉

Excrecencia

En Twitter: @Jesus_Lens

En defensa de los espacios públicos

De ayer, el artículo en IDEAL, sobre el viaje a Irán, pero hablando de aquí, también.

 

Cuando llegamos a Irán, el país acababa de celebrar su Año Nuevo y la capital, Teherán, habitualmente atestada de coches y gente por todos lados, estaba sorprendentemente tranquila, relajada y vacía. Comercios, tiendas y oficinas se encontraban cerrados y buena parte de sus muchos millones de habitantes habían aprovechado para viajar a otros puntos del país, a ver a sus familias y, también, a hacer algo de turismo interior, como tendríamos ocasión de comprobar en las siguientes escalas de nuestro viaje.

Mauseleo Poeta

Nos resultó curioso que el Año Nuevo comenzara con la llegada de la primavera, aunque, bien pensado, tiene todo el sentido: tras los rigores del gélido invierno, la vida vuelve a bullir con la llegada de los primeros calores, no en vano, Mitra, el Dios del Sol, es de origen persa.

Plaza de Esfahan día

Ver Teherán semivacía fue extraño. A mí me gusta visitar y conocer los lugares tal y como son, cotidianamente. Por eso nunca recomiendo a los amigos que vengan a Granada en agosto, por ejemplo. Sin embargo, en cuanto llegamos a ciudades como Kashan, Shiraz, Mashad y, sobre todo, Isfahan; la cosa cambió.

Lo primero que nos llamó la atención fue la cantidad de pequeñas tiendas de campaña que había instaladas en todos los parques, jardines y riberas de los ríos. Y, sobre todo, la limpieza que presidía cada uno de dichos espacios, teniendo en cuenta que había cientos de familias ocupándolos.

Y es que Irán, sometido a una ley islámica muy poco permisiva con todo lo que tiene que ver con la diversión, tal y como nosotros la concebimos; mima, cuida, protege sus espacios públicos de una forma muy especial y sentida. La radical prohibición del consumo de alcohol y la inexistencia de cualquier local parecido a un pub, bar o discoteca hacen que la vida social iraní se desarrolle, esencialmente, en la calle, excepción hecha de la existencia de algunos cafetines en los que tomar té o fumar shisha y de pequeños y poco acogedores restaurantes de kebab y brochetas de pollo.

Mezquita

Por ello, no es de extrañar que todas las ciudades iraníes que visitamos tuvieran grandes espacios públicos, plazas, parques y jardines, además de limpios y muy bien cuidados; decorados con diferentes motivos e iconografías. Por ejemplo, en Mashad había innumerables esculturas, de las más naif y sencillas a algunas realmente sorprendentes, como ese rodillo de pintura que dejaba a su paso una estela multicolor… confeccionada con flores de diferentes tipos y colores. Y pájaros. Muchos pájaros.

Parque público

Las paredes de innumerables casas aparecían decoradas con inmensos murales pintados sobre el cemento y con grafitis de una calidad extraordinaria. Había retratos de los líderes supremos del país, del histórico Jomeini al actual Jamenei. Y memoriales a soldados caídos en la guerra Irán-Irak. Pero también había paisajes y representaciones pictóricas de mil y un objetos diferentes.

Y otro detalle: junto a, o dentro de cada monumento histórico, de cada mausoleo, mezquita, museo o lugar de interés cultural; un espacio verde. Grande. Hermoso. Cómodo. Habitable. Disfrutable. Una fuente que permitía deleitarse con el rumor del agua. Un estanque. Jardines. Plantas. Flores. Y árboles. Muchos árboles. Y bancos, muros y poyetes en los que sentarse, descansar, etcétera.

Parque público Mashhad

Los iraníes, además, son unos grandes aficionados a los picnics, desplegando sus manteles sobre la hierba y disfrutando del té, los sándwiches y las ensaladas. Niños jugando por todos lados y, por la noche, pandillas de amigos que se juntaban para fumar shisha, tapados con mantas, disfrutando de la maravillosa luna llena del Año Nuevo persa, bajo un cielo especialmente estrellado.

Plaza de Esfahan

Para nosotros, que venimos de una sociedad que ha privatizado prácticamente cualquier parcela y actividad cotidiana de nuestra vida, por sencilla que sea, resultó curioso y hasta extraño, de repente, descubrir un universo repleto de espacios abiertos, verdes y públicos; tan bien usados, aprovechados y disfrutados por miles de ciudadanos, a cualquier hora del día o de la noche.

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