Cafés pendientes

Hoy publico este artículo en IDEAL. A ver qué te parece la idea. ¿Compartes?

No sé si en Granada se habrá apuntado ya alguno pero, ¡por favor!, si saben de ello, díganmelo para ir y practicar esta maravillosa iniciativa: el Café Pendiente.

Cafes pendientes logo

La cosa funciona más o menos así: entras con un amigo en uno de los bares, cafés o cafeterías adheridos a esta fórmula revolucionaria y pides cinco cafés. Dos son para vosotros, lógicamente. Los otros tres, son Cafés Pendientes, que irán incluidos en la cuenta que te traiga el camarero, antes de irte. Y que abonarás religiosamente, dejando propina, por supuesto.

Posteriormente, a ese mismo local entrará una persona de la calle. Una de esas personas que lo están pasando mal, que están sufriendo los embates de la crisis y cuya vida amenaza con irse por el sumidero de un sistema sin capacidad para dar respuesta a una sociedad cada vez más incrédula, descreída, decepcionada y abandonada.

Esa persona preguntará si hay algún Café Pendiente y, en caso afirmativo, se sentará en un taburete, una banqueta o una silla y disfrutará de una bebida que le reconforte y le caliente tanto el cuerpo como el espíritu, aunque sea por unos minutos.

¿Habrá una manera más sencilla, económica, discreta y eficaz de ayudar a una persona?

cafes pendientes

Lo sé. Dos o tres euros apenas son una gota de agua en la inmensidad del océano y un café no es la solución a ningún problema. ¡Ay, LA solución! Cada vez detesto más ese LA, tan cargado de soberbia y superioridad. De desprecio y de abulia. Quizá sea porque vivimos en un país en que tanta gente apuntamos LA solución para todos los problemas del mundo mundial…excepto para los que nos atañen más o menos directamente y en cuya resolución podríamos y deberíamos participar.

Esta iniciativa del Café Pendiente surgió en Nápoles, según podemos leer en la página http://cafespendientes.es/ y, desde allí, se fue extendiendo a otras ciudades de Italia. Y ahora, llega a España.

No. Efectivamente, un café no es la solución para ningún problema ni le va a salvar la vida a nadie. No va a cambiar nada realmente importante o sustancial ni terminará con la crisis o paliará las grandes injusticias que nos asolan. Es cierto; un café no es nada más que eso: un café. Pero, ¿cuántas veces, al irte a dormir y hacer repaso de la jornada, no acabas concluyendo que el mejor momento del día fue, precisamente, el compartido en torno a una buena taza de café?

Con tu pareja, al despertar. Con un vecino, antes de ir al trabajo. Con los compañeros, a la hora del desayuno o, solo, leyendo el periódico. ¿Y esos cafés de sobremesa, largos, soñadores, creativos, jocosos y distendidos?

Cafés Pendientes

No. Un café no salvará nada ni a nadie, pero no despreciemos la importancia que tiene la posibilidad de reconfortar, aunque sea durante un instante, el cuerpo y el espíritu de quién más lo necesita. ¿Se apunta alguien? Razón: aquí.

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Tesis sobre un homicidio

Hacía tiempo que no iba al cine. Al cine de verdad, quiero decir. ¡Y volvió a envolverme la magia de la sala a oscuras con una pantalla gigante! Lo sé. Hay otras muchas maneras de ver películas. Pero los dinosaurios nos resistimos a dejar de ir al cine, aunque a veces tardemos más de la cuenta en volver.

 

La nueva película de Ricardo Darín era una de las que más ganas tenía de ver de la cartelera, junto a “Alacrán enamorado” y “Efectos secundarios”. Y digo bien “película de Ricardo Darín” porque el argentino es uno de esos escasos actores que, actualmente, consiguen que una película resulte atractiva solo por tenerle a él en pantalla.

 Tesis sobre un homicidio

El director de la cinta es Hernán A. Golfrid y el guion viene firmado por Patricio Vega, basado en una novela de Diego Paszkowski. Es decir, que para un espectador español medio… se trata de una película de Ricardo Darín. Y punto. Y es que, aunque aparezca el cada vez más solvente Alberto Ammann como actor secundario, cuya presencia en “Celda 211” e “Invasor” es notable; la cinta se apoya, casi por completo, en Darín. Y en un guion retorcido al máximo, al narrar la historia de un crimen perfecto. O casi.

 

Tratando de no contar nada sobre la trama, Darín interpreta a un prestigioso profesor de Derecho, antiguo abogado, que acaba de publicar un libro sobre la ley y la justicia y cuya perenne barba de cinco días y su consumo desaforado de whisky le acreditan como un perfecto cínico y descreído que está de vuelta de todo… menos de sus alumnos, a los que da clase en un exigente curso de posgrado.

 Tesis sobre un homicidio libro

Y entonces, en los aledaños de la mismísima facultad de Derecho… aparece una chica muerta. Frente al aula en que da clase el profesor a sus alumnos. Un crimen espantoso. Cometido con crueldad y ensañamiento. La policía, dado su prestigio y su anterior vinculación a los Tribunales, permite al profesor acceder a la escena del crimen e involucrarse en la investigación. Y, a partir de ahí…

 

Hay a quién no le ha gustado la película. Sobre todo, la resolución. Yo no me encuentro entre ellos. A mí me ha gustado tanto el fondo como la forma. Tanto el planteamiento como el nudo y el desenlace. Sí tiene la película un bajón de ritmo, antes de la mitad, durante el que la historia da demasiadas vueltas sobre el mismo tema. Obsesivamente. Como el protagonista. Pero rápidamente vuelve a remontar el vuelo.

 Tesis homicidio

Me gusta el duelo dialéctico entre profesor y alumno. De hecho, los diálogos son parte esencial de la cinta, las agudas réplicas y contrarréplicas. Sin desdeñar todos los matices morales que presiden la actuación del personaje interpretado por un Darín que está, como siempre, excelente. Y eso que esta vez no le toca un papel muy lucido que digamos.

 

Y está esa Buenos Aires. Esos cafés. Ese parque con el símbolo de la flor abierta y los pétalos desplegados. La nueva Buenos Aires, sus galerías de arte, sus librerías, su fastuosa Facultad de Derecho…

 Tesis sobre un homicidio Darín

Sobre la potencia visual de determinada secuencia onírica no podemos hablar, so pena de arruinar la historia. Pero sí cabe destacar cómo la película es una amarga crónica sobre el fracaso, sobre la soledad y los estragos del paso del tiempo. Sobre lo mal que le puede ir a una persona a la que, en teoría, le sonríe la fortuna. Y sobre la posibilidad de enmendar los errores del pasado.

 

¿Lo crees posible? Quizá. ¿Quién sabe?

 

En Twitter: @Jesus_Lens

Presentación de Cineasta Blanco Corazón Negro

Ahora sí. ¡Ahora SÍ! Ya está. El libro ha salido de la imprenta y está empezando a distribuirse por librerías. ¡Es un hecho! Y tenemos fecha para la presentación granadina. En la Feria del Libro y, como no podía ser de otra forma, en mi querida Sala de Exposiciones de CajaGRANADA en Puerta Real.

Presentación Cineasta Blanco Corazón Negro

¡Reservad fecha!

En Twitter, tan feliz como aquí: @Jesus_Lens

Y los 15 de abril también blogueamos: 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012

Pájaro

– ¿Qué busca Pepe, que no para de entrar en todos los puestecicos de juguetes?

Eso le preguntaba a Panchy, mientras consumíamos nuestras últimas horas en Irán, paseando por el ordenado, aseado y pulcro bazar de Mashhad.

– Ni idea. Ya sabes. Pepico y sus cosas.

Al rato, le vi llegar una cara de felicidad extrema. Y me lo dio. Un imán. Un imán para el frigorífico… con la forma de un pájaro.

Y es que es uno de esos apelativos cariñosos y cómplices con el que mi Cuate y yo nos saludamos, bromeamos e identificamos: ¡¡¡¡Pááááááájarooooooo!!!!

Viendo el partido entre Miami y Chicago, el jugador Chris Andersen, no por casualidad apodado «Birdman», El Pájaro, hizo tres o cuatro jugadas magistrales. Tanto, que hasta el Rey Lebrón y sus compañeros lo celebraban desde el banquillo.

Y entonces me acuerdo de la novela de Ken Kesey, posteriormente llevada al cine, con un Jack Nicholson magistral:

One flew East,

One flew West.

One flew over the Cuco’s nest.

Porque nos gusta volar. Y porque siempre son necesarios unos gramos de locura…

¡Gracias, Páááááájarooooooo!

En Twitter: @Jesus_Lens

Cuestan las Cuestas

Hubo un momento, tras la larguísima primera subida de la Carrera de Alhama, del Circuito de Fondo de Diputación, en que encontramos a un tipo tumbado sobre el asfalto; roto. Destrozado. También vestía de verde. De hecho, mi hermano se asustó pensando que era yo, que hoy estrenábamos en competición nuestra flamante equitación verde, diseñada por Colin Bertholet y confeccionada por Camisetas Artemis.

 Lens's Green

Un compañero le sostenía las piernas en alto mientras la ambulancia iba en su auxilio. Durante esa subida vi a varios corredores que, fundidos y desesperados, se paraban y andaban.

No era una auténtica pared, pero el viento azotaba en contra y, sobre todo, el calor. ¡Joder! Hace una semana estábamos en invierno y, de pronto, ha entrado el verano, tras una larguísima primavera de… ¡tres días! ¿Os acordáis que el año pasado corrimos esta misma prueba a cero grados y que, al llegar, nos tuvieron que dar plásticos con los que cubrirnos, del frío que hacía?

Hoy, de golpe, hacía calor. Mucho. Y el calor golpea. Sobre todo, cuando tienes que subir cuestas.

Y es que cuesta, subir cuestas.

José Lens

Por eso, hay gente que empieza muy fuerte y, hacia la mitad, cede. Se desfonda. Y hasta se para. Son duras, las cuestas. De hecho, hay corredores que evitan participar en carreras rompepiernas, de las que te destrozan el cuerpo y te parten el espíritu.

A mí, sin embargo, me gustan las cuestas. Reconozco que las adoro. ¡Cuánto más duro es un recorrido, más lo disfruto!

Y no porque no sufra, como los demás. O porque se me dé especialmente bien. Que tampoco. (Solo pensar en casi dos metros y cien kilos de carne, subiendo, da un poco de repelús 😉

Pero, por alguna razón, en cuanto el terreno pica hacia arriba, mis piernas se tensionan, el corazón de desboca y empieza a bombear sangre y… ¡adelante!

Hace tiempo, trataba de ver los recorridos antes de las carreras para hacer una mínima planificación o preparar alguna estrategia: dónde ir más fuerte, dónde aflojar, dónde tirar a muerte… Luego comprendí que John Lennon tenía razón: “La vida es lo que te sucede mientras estás haciendo otros planes”.

¡Y así es!

Ahora ya no planifico. Me lío la manta a la cabeza y, consciente de mis fuerzas, de mi experiencia, de mi preparación y de mi determinación, tiro adelante. Unas veces llego antes a la meta. Otras, después. Unas veces sufro más que otras. Pero llego. Y, al final, todos los sufrimientos, los sinsabores y el dolor… ¡merecen la pena!

Porque lo más importante para acabar una carrera es lo más sencillo: atarte bien los cordones de las zapatillas, presentarte en la salida, poner un pie delante de otro, respirar hondo y no cejar en el empeño. Y no mirar a lo alto de la montaña, sino de vez en cuando. No obsesionarte con el final de la cuesta, para poder disfrutar de cada metro de esfuerzo, regando el camino con tu sudor, sin la angustia de lo que aún queda por correr, sufrir y sudar.

Jesus Lens Alhama

Escribía esta mañana en el Twitter, tras haber dormido poco, pero mal, un viejo adagio de la sabiduría popular: “La Ilusión despierta el empeño, pero solamente la Paciencia lo termina”. Y una conclusión, que podría ser lema: Let’s Run for Fun!

No es fácil subir cuestas. Pero lo peor es que, después, hay que bajarlas. Yo soy malo, bajando. Torpe. Lento. Inseguro. Cuando estoy de bajada, necesito que me espoleen, que me pellizquen, para espabilar. En las bajadas, me dejo llevar. Y las bajadas también son cuestas.

Y no hay que dejarse o abandonarse. Nunca.

Contra las bajadas también hay que pelear. Metro a metro.

Por eso me gustó que hoy, corriendo ya por las hermosas calles del centro de Alhama, mis piernas me precipitaran cuesta abajo, con el corazón latiendo a casi 170 pulsaciones por minuto, comiéndome el asfalto y ganándole tiempo al espacio. ¿Estaré aprendiendo a correr, también, en las bajadas?

Cuestan, las cuestas. Y dejan secuelas. Dejan microrroturas fibrilares. Tensionan los tendones y presionan las rodillas. En días de sol, como hoy, terminan por provocar un importante desgaste. Te duele la cabeza y el cuerpo no es capaz de absorber todo el líquido que necesita, con el estómago y las tripas enguachinadas.

Lens Montalvo

Pero todo ello te demuestra que estás vivo. Que ha pasado un día más y que has sido capaz de vencer, de nuevo, esa abulia, esa pereza y ese acomodamiento que tan peligrosos resultan.

Porque, lo hemos dicho muchas veces, parafraseando al clásico latino, “Vivir no es importante. Correr sí”. Y no hay mejor carrera que la que transita por caminos sinuosos y repletos de subidas y cuestas.

¿Y tú? ¿Estás en la carrera?

¡Te espero!

¡Salud!

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Y ahora, a ver los 14 de abril de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012.