Antifragil

Hace ya unos meses escribía y publicaba en IDEAL este artículo, en que ya avanzaba la llegada del que, efectivamente, se ha convertido en mi libro de cabecera para la nueva temporada. El libro sin el que no puedes pasar el verano, por mucho que pienses en «desconectar», «evadirte» y otros conceptos semejantes.

 

Por ejemplo, el capítulo 4. ¿Cómo desconectar de este enunciado?

Antifragil

Hace unos años, Nassim Nicholas Taleb nos conmocionó con su preclaro, anticipatorio y extraordinario «El Cisne Negro». El mismo autor no duda en reconocer que «Antifrágil» es mejor. Que en este nuevo trabajo, igualmente publicado por la imprescindible editorial Paidós, está la quintaesencia de su forma de ver la vida. Y de actuar en ella. Que no estamos hablando de un sesudo académico que pontifica desde su torre de marfil, sino de un tipo que, cuando recibe amenazas de muerte, en vez de contratar a un guardaespaldas, como le aconsejan sus editores, estudia las artes y los sistemas de entrenamiento del tipo con más pinta de malote y pendenciero del Bronx… y los imita y sigue a rajatabla: nada de hacer innumerables sesiones de levantamiento de pesas, empleando pocos kilos, sino hacer siempre pocas levantadas, pero con el mayor peso que puedas levantar. Y después, a comer pasteles.

Antifrágil

Como una Bestia del Pensamiento, le describí en Twitter. Y no debió desagradarle, porque @nntaleb tuvo el detalle de contestar.

 

Pronto volveremos sobre la Antifragilidad. Sirva esto a modo de aperitivo. Y, entre tanto, busca la historia del pavo y de su (falsa) seguridad en el porvenir, que le viene dado por su sesudo estudio empírico del pasado. Hasta del más reciente. ¿Vale?

 

Mientras (nos)… ¡seguimos!

 

En Twitter: @Jesus_Lens

Bares cerrados

¡Qué pena, qué melancolía, qué rabia, qué coraje! Y qué diferente, el sentido de cerrar un bar. La expresión «golfo cierrabares», castiza, canalla y divertida; contrasta con esta otra, que muestra la triste realidad de una crisis que, dicen, ya está cediendo.

Bares cerrados

¿Dónde está la crisis? -sostiene siempre alguien… que no encuestra mesa en alguna terraza o a quien el camarero no atiende de inmediato.

 

Ahí está la crisis. En todos y cada uno de esos bares cerrados. No cerrados porque es tarde y hay que irse a dormir. No. Cerrados… de los que ya nunca abrirán.

Como firme defensor de los bares como lugar de encuentro, descubrimiento y reunión; laboratorios de ideas y cueva de los sueños olvidados o por olvidar… hoy toca entonar un réquiem.

Cafe-Bar Cimema baja

Réquiem por ese bar que, como las víctimas colaterales en los conflictos armados, ha echado por última vez la persiana, inundando de oscuridad un lugar que, por antonomasia, debería ser luminoso.

 

RIP

 

En Twitter: @Jesus_Lens