Mandela: el largo camino hacia la libertad

Una de las películas que más ganas tengo de ver es esta:

 

«Mandela: el largo camino hacia la libertad» promete ser uno de los estrenos del 2014 y para mí, desde luego, será una de las bombas del año. Como el «Searching for Sugar Man» de este 2013. ¡Demonios! Ha sido publicar «Cineasta Blanco, Corazón Negro» y empezar a rodarse, como setas, películas con Sudáfrica como escenario y telón de fondo de historias ciertamente apasionantes.

mandela largo camino hacia la libertad

La nueva película sobre Mandela está dirigida por Justin Chadwick («Las hermanas Bolena») y el guion corre a cargo de William Nicholson («Los miserables» y «Gladiator»). La cinta cuenta la vida del líder desde su infancia en una aldea rural hasta que fue elegido democráticamente como primer presidente negro de Sudáfrica, después de haber pasado 27 años en la cárcel como preso político.

Mandela Idris Elba

mandela long way to freedom

Parece que el film se centrará principalmente en la etapa más luchadora de Mandela, cuando pretendía derrocar al régimen del Apartheid.

El protagonista es Idris Elba, a quien vimos en «Prometheus» y próximamente en lo nuevo de Guillermo del Toro, «Pacific Rim», y quién ha trabajado notablemente el acento sudafricano. Junto a él, Naomie Harris en el papel de Winnie Mandela; Robert Hobbs y Mark Elderkin.

Mandela Naomi Harris

Y ya se habla, nada menos, que de los Oscar 2014, para los que esta nueva «Mandela» estaría muy bien posicionada.

Mandela trouble maker

Y es que… ¡África lives!

En Twitter: @Jesus_Lens

PD.- Si quieres saber más sobre lo que el cine occidental ha contado sobre África, incluyendo varias películas sobre Mandela, tu libro es «Cineasta Blanco, Corazón Negro», de un tal Jesús Lens, publicado por la editorial Almed… Un libro colosal. Lo sabes, ¿verdad?

La noche no es para mí

Me gusta el jazz. Lo adoro. Sobre todo, en directo. Y si es en un club, con la posibilidad de tomar una cerveza helada, mucho mejor. Hace unas noches estábamos disfrutando de una estupenda jam session que, tras el descanso, prometía ser incluso mejor ya que Sergio Pamies, el sensacional pianista granadino afincado en Estados Unidos, se encontraba entre el público.

 

Cuando mi Cuate y yo miramos el reloj y vimos que era casi la una de la mañana, con todo el dolor de nuestro corazón, decidimos hacerle más caso a la razón que a las ganas y a las tripas y nos retiramos prudencialmente a dormir, no sin maldecir los insensatos horarios de esta España de charanga y pandereta que atentan contra cualquier lógica o racionalidad productiva.

 

Mi Cuate y yo, distendidos, antes de mirar el reloj
Mi Cuate y yo, distendidos, antes de mirar el reloj

Vivimos en un país en el que una buena cantidad de sus funcionarios y trabajadores comienzan su jornada entre 7 y 9 de la mañana. Pero el prime time de las televisiones no comienza hasta las 22 horas y buena parte de los programas más populares terminan bien entrada la madrugada.

 

Vivimos en un país que se permite poner algunos de los partidos de fútbol más excitantes de las jornadas laborales en horarios en los que los espectadores, de haber prórroga, se encontrarían con el transporte público cerrado al salir del estadio. Vivimos en un país, en fin, en que buena parte de los currantes se pasan unas doce horas en su centro de trabajo, con dos o tres horas muertas, a mediodía, para comer.

 

Y luego está lo de la pertinaz y atávica (im)puntualidad hispánica. Si hay algo que odio es que me tomen el pelo con los horarios. El día solo tiene 24 horas y que me escamoteen tan solo una de ellas me parece un atraco a mano armada. Se anuncia un evento para las 22.30. Y como a esa hora no hay ni moscas, se va dejando el tiempo pasar, a ver si llega la peña. Y la actuación comienza, con suerte, a las 23.30. O más tarde. Pero, ¿de quién es la culpa?

 

Se puede decir más alto, pero más claro...
Se puede decir más alto, pero más claro…

Uno, que ya tiene sus años y ha tenido la suerte de viajar por muchos sitios, disfruta de la seriedad de clubes tan afamados como el Blue Note, donde las 19.30 son las 19.30. O’clock. O del Jazz Standard, donde Chano Domínguez se queda sin cenar, pero no se retrasa un minuto en salir al escenario. Y el espectador que llega tarde, además de ganarse el mudo reproche de todos los presentes por molestar, se pierde parte del concierto. ¡Él verá!

 

Esta sana costumbre, adoptada por eventos serios como el Festival de Jazz de Granada, el Jazz en la Costa de Almuñécar, la Semana Negra de Gijón o el Etnosur de Alcalá la Real era sistemáticamente ignorada por otros festivales a los que ya renuncié a ir, a pesar de sus potentes carteles e interesantes propuestas.

 jazz en la costa cartel 2013

Sé que una columna como esta choca con la estética y el gusto por la bohemia y la vida canalla tan propias del mundo de la farándula, pero tenemos que tomar una decisión: o empezamos a ser un país serio que racionaliza los horarios, cuida a los espectadores y respeta a la cultura, creyéndose eso de que es un motor económico de primera magnitud; o seguimos siendo una sociedad tercermundista en la que unos trabajan mientras otros se divierten. Eso sí, no olvidemos que, para poder ordeñar a la vaca, hay que darle de comer. Todos los días.

 

En Twitter: @Jesus_Lens