Inside

Una de las cosas que más me gusta de la mesa de novedades de la librería “1616 Books”, regentada, dirigida y celebrada por Antonio Fuentes, el Librero Loco de Salobreña; es que está repleta de libros que no son novedades.

Libros como los de Juan Madrid, por ejemplo. O libros como esta “Inside”, de Borja F. Caamaño, publicado por la modélica editorial Alhulia hace unos años y cuya portada, negra y blanca, se me incrustó en la retina desde el momento en que traspasé la puerta de una librería que también es un imprescindible centro de activismo cultural de primer orden.

 Inside

Aun así, no pensaba llevármelo. Había encargado a Antonio algunos títulos (el “Noir” de Garci; “En la orilla”, de Chirbes y uno histórico aventurero sobre los fiordos) y ya había gastado en libros más de lo previsto en estos tiempos de austeridad y ajustes. Pero, al ir a pagar, Antonio me hizo una oferta de esas que no puedes rechazar:

“Te va a gustar “Inside”. Es uno de esos libros que, como tú dices, te manchan las manos mientras lo lees”.

Además, es el libro elegido por el Club de Lectura de la librería para este mes de agosto, tras haber dedicado jornadas de lectura y reflexión a otras novelas negras y criminales, aunque de corte clásico.

Un libro, “Inside”, que empecé a leer la tarde del sábado y que rematé a primera hora del domingo. Y no porque tuviera pocas páginas, como algún jocoso amiguete me dejaba caer en el Twitter, sino porque sus 219 páginas se deslizan entre los dedos del lector a la misma velocidad que los billetes lo hacían entre los del célebre Tesorero.

 Inside portada

Al principio parece que “Inside” es un libro de relatos. De relatos negros y criminales. Duros. Muy duros. Y crueles. Porque ese padre de familia que rehace su vida para que, justo entonces… Pero no. No se trata de relatos independientes, sino de las piezas de un mosaico que, a través de los sucedidos a varios personajes, muestran la imagen de una juventud (y menos juventud) española que no queremos ver. Ni creer.

Una juventud que nada tiene que ver con los Nadal o Marc Márquez que los medios de comunicación nos venden hasta la saciedad como el modelo de la Marca España. ¿Marca España? No hijo, no. Para Marca… ¡la Marca Blanca! La Gran Dama Blanca que se vende por gramos y que se introduce por la napia (snif, snif, todo por la nariz; que cantaba Siniestro Total).

Porque hay otra España, pero está en ésta. Una España que, según nos cuenta Caamaño, puede estar en Alicante. Esa Alacant de noches de verano sin fin, repletas de clubes, playas, bares y sitios guapos para la beautiful people. Una Alicante en la que, sin querer, se dan cita una multitud de personajes que solo tienen una cosa en común: estar dentro de un túnel en el que la única luz que se ve al final es, efectivamente, la del tren que viene dispuesto a arramblar con todo.

 Borja Caamaño

Putas y putos, chalados y psicópatas, perdedores y perdidas, niñatos y niñaterías, gángsteres y mafias, corruptos y corruptelas… lo peor de cada casa. Solo que lo peor de cada casa está ahí al lado. A la vista. Cerca. Muy cerca. Mucho más cerca de lo que nos gusta creer.

Pieza a pieza, Caamaño va componiendo el mosaico de una sociedad rota y despedazada que solo funciona a base de alcohol, coca y violencia. Una sociedad que solo mira a través del turulo por el que se esnifa la farlopa. Una sociedad que, aparentemente, va a toda velocidad, pero que se encuentra en vía muerta.

 puticlub

No seré yo quien te recomiende la lectura de “Inside”. Solo te diré que, si Tarantino decidiera llevar al cine alguna novela española de lo que va de siglo, posiblemente se haría con los derechos del libro de Borja F. Caamaño.

A partir de ahí. Tú mismo. Y misma. Mente.

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La ideal tumbada

Mi columna de hoy en IDEAL, quizá resulte desconcertante…

El otro día tuve una idea. Brillante, si me permiten la inmodestia. Fue una de esas ideas que prenden como un rayo y te abren e iluminan la mente. Se trataba de una idea llamada a convertirse, como poco, en una obra maestra. Porque era para escribir un cuento. Para un cuento que, obligatoriamente, sería magistral.

 Idea luminosa

Justo cuando me disponía a dejar la horizontalidad del sofá en que estaba instalado, una vocecilla empezó a susurrarme en el oído: “Pero, ¿a dónde vas, hombre de Dios? Con lo a gusto que estás aquí tumbado, ¿te vas a lanzar ahora sobre el portátil para dejarte las yemas y las pestañas en escribir un cuento que te reportará beneficio cero? Mejor seguir leyendo, ¿no?”

Empecé a reflexionar. En realidad, aquella voz tenía razón. Los cuentos, en España, no tienen predicamento alguno, su publicación es casi imposible y no digamos ya la posibilidad de obtener un mísero euro con ellos.

Y entonces… ¡una nueva iluminación! ¿Y si partía de aquella idea gloriosa para, construyendo más personajes y ampliando las líneas narrativas, embarcarme en la escritura de mi anhelada, deseada y siempre postergada primera novela?

Empecé a desperezarme. Estaba nervioso y ya me veía con mi Moleskine, tomando notas y apuntes sobre lugares, espacios y ambientes; tendiendo hilos para conectar a los personajes con la trama y los paisajes. Y viceversa.

“A ver, chavalote. No te me excites demasiado ni antes de cuenta. ¿Tú sabes el jardín en que estás a punto de meterte? Quédate aquí tranquilo y sigue viendo películas o leyendo algún libro, que es lo que realmente te gusta».

Era, otra vez, la vocecilla. Seguí tumbado. Y volví a reflexionar. ¿Qué sentido tenía invertir horas y horas de mi (escaso) tiempo, quemando cientos de miles de neuronas para escribir una novela que, dados los índices de lectura de este país, no iba a llegar prácticamente a nadie?

 Ideas plagio

Pero la idea se resistía a desaparecer. ¡Es que era un ideón! Era LA-I-DE-A. Con mayúsculas. Uno de esos fogonazos por el que los mismísimos Homero, Cervantes o Shakespeare habrían matado. Sabiendo de mi decidida inclinación por el mundo del cine y las series, la idea sugirió transformarse en guion. ¡HBO o AMC matarían por ella! Y ahí estaba yo, tratando de recordar dónde tenía mis manuales de escritura de textos para la pantalla, cuando retornó. La vocecilla.

“¡Quieto, parado! ¿Estás tú tonto? ¿Acaso no sabes que España, en lo único que es potencia mundial, hablando de tú a tú a la mismísima China, es en piratería audiovisual y descarga ilegal de series y películas? Anda. Relájate, dale al play y disfruta cómodamente del trabajo de otras personas. ¿Para qué vas tú a molestarte?”

Dándole vueltas al tema, tratando de sacar el máximo rendimiento a mi capacidad creativa, fui adentrándome en los intersticios neuronales de mi cerebro… hasta que me quedé dormido. Y al despertar, desmintiendo a Monterroso, la idea ya no seguía allí.

 Idea

En Twitter: @Jesus_Lens

Arturo Cid, al cante

Hace unos meses ya, estuvo Luis Regidor en el Club Magic, de la mano de nuestra Asociación de Jazz de Granada, la Ool Ya Koo, tal y como señalamos en este enlace, que incluye vídeo con uno de los temas que cantó. Hubo un momento en que Luis dejó paso a uno de los miembros de la Asociación, Arturo Cid, que se descolgó con esta maravilla.

Este próximo jueves, en la Plaza de las Culturas del Museo CajaGRANADA, volvemos a traer a un artista polifacético que, más allá de su superdotación musical, tiene una amplitud de miras absolutamente desbordante. En esta ocasión, el Arturo Cid Swingtet nos conducirá a la Nueva Orleans de principios del siglo XX, en un viaje musical a las raíces más prístinas del jazz. Porque saber de dónde venimos nos ayuda a comprender dónde estamos y nos facilita el averiguar hacia dónde nos queremos dirigir.

El jazz es una de las músicas más mutables y cambiantes de la historia; una de las que más ha evolucionado y que más distintas y diferentes escuelas tiene. Pero el jazz nació en Nueva Orleans. En un lugar llamado Congo Square, como tuve ocasión de descubrir mientras escribía mi último libro «Cineasta Blanco, Corazón Negro», en el que la música, la música negra, tiene tanta importancia…

Yo que tú no me perdería la actuación del Arturo Cid Swingtet. Es posible que pienses que tienes cosas más interesantes o importantes que hacer.

¡Mentira!

Este jueves noche, en Granada, no hay nada más importante ni interesante que disfrutar de un viaje en el tiempo y en el espacio a una ciudad, a un universo sonoro tan excitante como cálido y ardiente.

¿Te vienes?

¡El comandante Cid y la tripulación de su Swingtet te dan la bienvenida a este vertiginoso y atractivo vuelo!

En Twitter nos podemos seguir (pero será más aburrido 😉 @Jesus_Lens

El hipnotista

Fuimos a verla justo antes de marcharnos a Escandinavia. Si, durante mis viajes, me gusta leer novelas e historias que acaecen en el país de destino, antes de visitar algún rincón lejano de nuestra geografía me gusta ver películas cuya trama de desarrolle en aquellos parajes. Películas, no documentales de viajes. Y, desde luego, no programas del tipo “Españoles – Andaluces – Canarios – Gallegos – Vascos – Madrileños – Catalanes por el Mundo”, que tanto daño han hecho.

Pero esa es otra historia.

Volvamos a las películas. De ficción. Con planteamiento, nudo y desenlace. Volvamos a “El hipnotista”, dirigida por Lasse Hallström sobre el guion de Paolo Vacirca, basado en la novela de Lars Kepler.

 el hipnotista cartel

Vaya por delante una confesión que tampoco es nueva: no soy muy fan de los policiales nórdicos. Ya sabéis que abomino de esas novelas y esos autores cuyos personajes, antes de girar el pomo de una puerta, se lo piensan durante dos o tres páginas. Y, en ese sentido, los nórdicos son demasiado dados a la introspección. Es lo que tiene, supongo, vivir en países gélidos donde es de noche buena parte del tiempo. Pero las películas son otra cosa. Y las series. Que, en el caso de “Millenium”, es lo mismo.

Y traigo “Millenium” a colación porque, sin recordarla muy exactamente, las imágenes de Estocolmo que mostraban tanto la adaptación nórdica como la de David Fincher, nos permitían vislumbrar una ciudad interesante y atractiva. ¡Todo lo contrario de la Estocolmo fotografiada por Mattias Montero en esta “El hipnotista” absolutamente gris, fría y desangelada!

Al salir del cine, le preguntaba a Reyes: – “¿Será Estocolmo, de verdad, tan jodidamente fea?”

 El hipnotista estocolmo

Cuando, unos días más tarde, paseábamos por aquella ciudad repleta de islas, canales, mar, edificios maravillosos, museos grandiosos, casas preciosas, parques gigantescos, frondosos paseos y bulevares y demás lugares encantadores; no podía dejar de recordar los escenarios de “El hipnotista”. Porque, como declaraba públicamente en mi Twitter durante el viaje, Estocolmo me pareció la ciudad más hermosa, bonita y espectacular que he conocido en mi vida. Y he conocido unas cuantas…

¿A dónde puñetas se trasladó el equipo de rodaje de “El hipnotista” para encontrar esos barrios repletos de edificios clónicos y sin alma, feos y oscuros? Porque mira que pateamos Estocolmo, horas y horas, y no vimos nada por el estilo. Que no dudo yo que habrá ese tipo de barrios, pero que no eran fáciles de encontrar.

Y, sin embargo, forman parte esencial de la trama de “El hipnotista”. A la trama creíble, me refiero. Porque la parte increíble de la historia contada por Hallström daría igual dónde transcurriese.

 El hipnotista

La parte creíble tiene que ver con la complicada relación familiar que mantienen los protagonistas, con una Lena Olin absolutamente insoportable -en su papel, quiero decir- que no deja de zaherir a su marido, un médico hipnotista con insomnio cuyo hijo adolescente pasa bastante de él. Y de ella, en realidad. También es creíble la obsesión del policía protagonista y su falta de vida propia, más allá del trabajo; su relación con su compañera y la parte de la investigación de un asesinato múltiple que lleva a cabo… utilizando métodos ortodoxos.

La parte increíble de la película tiene que ver con todo lo demás: el asesino en serie, la hipnosis, la resolución y el desenlace de la historia. Que no es que esté mal filmado (el final consigue transmitir mucha, mucha tensión al espectador), es solo que no es mínimamente razonable. Y eso, en una historia negra y criminal, ya sabemos lo que significa.

 El hipnotista muerta

Digámoslo de forma sencilla: “El hipnotista” es una película de fin de semana de invierno, para ver en casa, en el sofá, tapado con una mantita mientras fuera, en la calle, llueve y aúlla el viento. El esfuerzo de verla en el cine, yo no lo haría… ni aunque estuviera pensando en viajar a Estocolmo.

En Twitter: @Jesus_Lens

PD.- Detalle mitómano: donde sí estuvimos, en nuestro recorrido por Estocolmo, fue en el Melqvist Kaffebar. No es solo uno de los mejores cafés de Estocolmo, sino también el garito más frecuentado por Stieg Larson, donde escribió páginas y páginas de su trilogía Millenium y al que llevó a algunos de sus personajes, por ejemplo, al final de la primera novela de la saga, “Los hombres que no amaban a las mujeres”. Se encuentra en el número 78 de la calle Hornsgatan, en un ensanche de la misma que forma una pequeña y coqueta placita, con agradable terraza iluminada por el sol de la mañana. Las películas también lo sacaron.