En la orilla

Cuando vi “Crematorio” quedé francamente impresionado. Hasta la fecha, es la gran serie de televisión española, con notable diferencia sobre las demás. Lo único que me fastidió de aquella historia radicada en Missent, trasunto de cualquier pueblo de la costa levantina venido a más por mor de la especulación inmobiliaria, fue que me dejó sin ganas de leer la novela homónima de Rafael Chirbes, publicada por Anagrama.

 En la Orilla crematorio

Por eso, en cuanto vi que el autor valenciano publicaba “En la orilla”, con la misma editorial, le encargué a Antonio, uno de mis libreros de referencia (1616 Books de Salobreña), que me reservara un ejemplar.

Lo empecé un viernes. Por la tarde. No llegó al domingo. Y, conste y sirva como aviso para navegantes, que no es fácil su lectura. En absoluto. Sin embargo, es fascinante. Seguro que alguna vez has pinchado uno de esos discos hipnóticos que parecen sumergirte en un trance y no puedes dejar de oírlos, una y otra vez. Pues eso pasa con la lectura de “En la orilla”. Aunque, como bien me decía mi prima Laura, una vez que lo cierras, te da miedo volver a abrirlo, asustado ante las nuevas maldades y perfidias que sus páginas te van a deparar. Pero, en cuanto tienes unos momentos tranquilos… te abalanzas sobre él.

Porque, efectivamente, “En la orilla” será uno de los libros del año igual que “Crematorio” fue elegido como uno de los títulos imprescindibles de lo que llevamos de siglo XXI.

 En la orilla

Tratar de explicar de qué va el libro de Chirbes sería un ejercicio de total y absoluta futilidad. Porque no va de nada. Y va de todo. Es decir, lo que cuenta es la crisis que estamos viviendo. Sus causas. Sus causantes. Sus consecuencias. Sus perjuicios. Y sus perjudicados. Y lo cuenta a través de un deslumbrante ejercicio de pura literatura: cambio de voces y puntos de vista, de estilos, de personajes… No hay acción. No hay trama. Apenas si hay un MacGuffin: el hallazgo de un cuerpo en el pantano de Olba. Punto. A partir de ahí, literatura. Torrencial. Verborreica. Eterna.

Todas y cada una de las palabras que emplea Chirbes en “En la orilla” son perfectas. La palabra justa, oportuna y necesaria. Todas tienen sentido. Porque todas describen una situación conocida: el que sabe de vinos, el del pase a un apartamento para trincar la plusvalía, el comisionista, el financiero, el de los coches, el de la mesa de mantel de lino, los de las rayas… Y los inmigrantes. Los que trabajan en la huerta. Los que cuidan viejos. Los que entraron en la carpintería. Y se fueron. Los que ponen gasolina. A los que se les cierra el grifo. Y las mujeres. Las que se fueron. Y triunfaron. ¿O no?

Irse o quedarse. ¿Resistir es vencer? Los fantasmas del pasado pesan como una losa en “En la orilla”. Y la manipulación de la realidad. De la historia. Sobre todo, en una España que solo quería mirar hacia delante y pasar página… utilizando la táctica del avestruz. Ojos ciegos. No mirar. No saber. No preguntar. Una España que, de pronto, era moderna. Más moderna que ninguna. Y rica, claro. Aunque el pantano de Olba siguiera oliendo a los detritus y a la mierda de siempre.

 En la orilla pantanosa

Foto: Anthony Coyle. www.pollitolibros.com

Lo que más me gusta de este prodigioso artefacto literario es que te levanta sobre sus hombros y te permite tener una visión panorámica de la España de aquí y de ahora. 360 grados que te permiten mirar hacia delante, hacia atrás y hacia los lados. Sin ángulos muertos ni espacios vacíos. Sin puntos ciegos. Porque en “En la orilla” está todo. Todo. Y está tan maravillosamente apuntado, insinuado y descrito que cada párrafo, cada diálogo, cada personaje no son sino la punta de un iceberg en el que el lector encontrará la biografía reciente de un amigo, de un vecino, de un conocido, de un familiar, de un compañero de trabajo.

Si ahora mismo viniera un extraterrestre y quisiera saber qué es esto de la crisis, cómo hemos llegado aquí y el porqué; yo le daría a leer “En la orilla”, en la plena convicción de que no necesitaría más para entender la España de 2013.

Y, reitero, desde el compromiso que Chirbes tiene con la literatura más pura que he leído en los últimos años. ¡Ni una concesión!

 En la orilla Chirbes

Si te consideras y te defines como lector, tienes que leer “En la orilla”. No prometo que te vaya a resultar fácil. Pero sí que, cuando la termines, me darás las gracias.

¡De nada!

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens

Efervescente “Carbónico 13”

Excelente iniciativa, la de darle la patada definitiva a un agosto que ya es un recuerdo lejano, dada la fuerza y la tensión con las que ha irrumpido septiembre, con dos días de buena y efervescente música. Así, el Corral del Carbón acogió, los pasados viernes y sábado, una cita musical doblemente interesante. Y por partida doble.

 Carbónico 13

Interesante, en primer lugar, por el doble cartel y por la propuesta musical elegida. Un viernes de blues que aunó la juventud de los Blues City Cops con la veteranía y el saber hacer de una Blues Band de Granada que, además de clásicos de la música más triste del mundo y de alguna composición propia, llevó a su terreno temas de The Band, de los Beatles y del Joe Cocker más cachondo y desinhibido. El sábado, en formato acústico, se pudo disfrutar de Brío Afín, de la vuelta a los escenarios de Luis Arronte y de Jean Paul y Raúl Bernal.

Y muy atractiva, en segundo lugar, la iniciativa de “Carbónico 13” por llevar una música distinta al flamenco y a la clásica a uno de esos espacios mágicos y emblemáticos que tenemos en Granada, donde hubo un casi lleno en el que se mezclaban oriundos y paisanos con turistas y viajeros venidos de lejos, encantados y sonrientes por haber disfrutado, en pleno centro de la ciudad, de una de esas experiencias que contribuyen a dar un plus de intensidad a cualquier viaje que se precie.

 Carbónicos 13

Gracias a “Carbónico 13” por haberle puesto música, alegría y buen humor al último fin de semana de agosto, uno de los más ingratos del año. Esperemos que la propuesta prenda y que el final de agosto de 2014 sea igualmente movido y efervescente.

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens