Hace unos meses decíamos que esta película, basada en la vida de Mandela, iba a dar que hablar. Ahora, en Toronto, ha arrasado la nueva cinta de Steve McQueen, titulada «12 años de esclavitud», interpretada por Chiwetel Ejiofor, del que también se habla para luchar por un Óscar.
Tiempos intensos para hablar de la esclavitud, en el cine. A aquella famosa sesión de Cinéfilos contra la Esclavitud, en la que vimos «Lincoln» y «Django desencadenado«, se une ahora otro título más que interesante.
Porque el cine, aunque la televisión le haya comido mucho terreno, sigue vivo.
¡Todos a las salas! ¡Que no es lo mismo ver una película que ir al cine!
Además del famoso título de los Beatles, Help!, como SOS, es una petición de auxilio. Y es que, si para algo ha servido lo de Buenos Aires es para poner en la palestra dos asuntos: lo mal que hablamos inglés y lo mal que nos expresamos. Sobre todo, en público.
Me descojonaba, hoy, viendo este anuncio. Esto es hacer de la necesidad virtud. Nunca mejor dicho.
Y luego está el tema de que la Botella, por lo menos, lo intentó. La mejor respuesta a esa tesis la aporta hoy Juan Cruz, en una coplilla que ahora reproduciremos. Pero antes, una situación hipotética. Imaginas que tienes un nivel de inglés… ¿medio-bajo? como el de Blanco & Botella. Y tienes que hacer una entrevista de trabajo. Y el entrevistador te plantea que, si la haces en inglés, puede ser un punto a favor. Pero que si quieres hacerla en español, está bien. ¿Qué harías?
Y ahora, la coplilla:
«Cantar bien o cantar mal
en el campo es indiferente,
pero en llegando adonde hay gente,
cantar bien o no cantar».
Y, ahora, un ruego: para aprender inglés y para hacer negocio, ¿no se le ocurre a ningún cine algún tipo de campaña agresiva para fomentar la Versión Original, como el de las Escuelas de Idiomas?
Esta mañana le iban a hacer a Horner un análisis para controlar el tema del dóping. El reciente campeón de la Vuelta está «ilocalizable». Yo quiero pensar que el hombre anda todavía con una resaca del quince, tras la celebración de su triunfo. De hecho, el equipo de Horner acaba de decir que los tipos que iban a practicar el control se han equivocado de hotel y han ido a buscar al ciclista a uno en que no se encontraba.
Pero en realidad, y con independencia de este nuevo tragicómico y kafkiano episodio; me da igual. Yo ya no veo el Ciclismo profesional como un deporte. Es, más bien, una representación teatral en la que cada uno desempeña su papel. Como una película cargada de dramaturgia y efectos especiales. Como una serie de televisión cuyos protagonistas, fuera de las cámaras, llevaran otra vida completamente ajena a la del guion escrito por los productores del invento.
En fin.
Que a la vejez viruelas.
Jesús Lens, suspirando por el cuestionado y nebuloso Poder Viejuno.
La de hoy, en Guadix, la popularmente conocida como Media Maratón del Melocotón ha sido, de largo, peor que aquella.
¿Por qué, entonces, he estado tuiteando que estoy contento con el resultado?
Por dos razones: Por ir. Y por terminar.
Ir a una Media Maratón no es fácil. Es decir, no es fácil tomar la decisión de ir. Y hacerlo. Sabes que, voluntariamente, vas a someter a tu cuerpo a un castigo y a un desgaste brutales. Porque las Medias Maratones no son solo correr 21 kilómetros. Es más. Mucho más.
Y, desde luego, si estás tan flojo como yo, que en los últimos meses apenas he pasado de los 14 kilómetros en un puñado de recorridos; correr una Media Maratón es excesivo. Joder. ¡Si lo más que he hecho, de mayo/junio hacia acá, desde que empezó el calor, han sido un par de sesiones de 15 kilómetros, a lo sumo! Con tres semanas de parón, entre julio y agosto…
Por eso, haber decidido ir, y haber encontrado la complicidad de mi Alter, que ha inaugurado nuevo Blog, José Antonio Flores Vera; ya es meritorio.
Y haber terminado… ¡más!
Primero, porque la Media Maratón de Guadix es durísima. Sin un metro plano. Segundo, porque hacía un calor terrible. Y, tercero… ¿tengo que repetirlo? ¡Porque me faltaban una cantidad de kilómetros importantes en las piernas!
Porque, roto, extenuado y destrozado como estoy ahora; ya pienso en los próximos entrenamientos, de cara a las Medias Maratones de Motril y Granada. Que, espero, me saldrán mejor. Espero.
Porque, efectivamente, en esto de las carreras de fondo hay un punto de masoquismo y drogadicción que nos tendríamos que hacer ver.
Y ahí queda mi resumen de una carrera a la que, probablemente, no debería haber ido. Pero que conseguí terminar.
Por segmentarla, podríamos decir que, hasta el kilómetro 7, todo fue bien. Del 7 al 14, aguanté. A partir del 14, empecé a ir tocado. Y desde el 17, absolutamente hundido, con las pulsaciones a 150 para invertir 7 minutos en cada kilómetro, mientras era rebasado por decenas de atletas.
A ver si las cámaras de GesCon Chip captaron mi entrada en meta. Una entrada dedicada a la gente del Bar Restaurante La Catedral de Guadix.
A ver.
Porque si hay que morir… ¡que sea por una buena causa!
Y ahora… ¡seguimos!
Jesús Lens
En Twitter: @Jesus_Lens
PD.- Mientras yo sufría de lo lindo en Guadix, dos tipos llamados Kenenisa Bekele y Mo Farah también corrían una Media Maratón. En Newcastle. Atentos al brutal final de carrera. Ellos apenas sobrepasaron la hora en cumplimentar el recorrido de 21 kilómetros. Me consolaré pensando que, en Inglaterra, no hacía tanto tanto calor como en las Bad Lands accitanas… 😉