Ahora, lo que se lleva, es poner a caer de un burro a “Homeland”. Tras una primera temporada extraordinaria, nadie esperaba que la segunda fuera tan buena o incluso mejor. Y, quizá por eso, ahora toca darle palos a una serie que, para mí, sigue siendo adictiva al máximo, más allá del efecto sorpresa.
De hecho, el capítulo 3, con Carry en el psiquiátrico y Brody en Caracas, ambos luchando contra la locura, el encierro y las alucinaciones; es uno de esos momentos existencialistas que, como aquel memorable “El fin de semana”, resultan complicados de ver (en realidad, no pasa nada en ellos) pero al terminar te dejan un extraordinario a la vez que amargo sabor de boca.
Sí es verdad que el hilo argumental de esta tercera temporada deriva más hacia un “24” sin la violencia extrema de Bauer, más pausado; pero los personajes deben crecer. Y ese nuevo director de la CIA va a dar mucho juego. Así como Saul y su compleja y enigmática esposa. Y sí. Dana debe tener menos protagonismo. Aunque es de los mejores personajes postadolescentes que he visto en televisión, de los que más sentido narrativo tenían, al servir como sombra y como espejo a su padre.
Yo, desde luego, sigo apostando por ella. Y, por supuesto, por “The Walking Dead”. Ésta es una de esas series que me gusta ver despacio, recreándome en cada episodio, por lo que solo veo uno cada vez. Su ritmo moroso, que tanto irrita a algunos, es precisamente lo que más me gusta. Esa sensación que transmiten los protagonistas de estar en un zoológico mientras los zombies se agolpan en las vallas para verlos, se contagia al espectador a través de la pantalla.
Y, claro, el capítulo “Infectados”, con ese nuevo enemigo a batir, inesperado, sorprendente, silencioso, cruel… ¡la de juego que va a dar!
La tercera en discordia es, para mí, la que más y mejor ha ido creciendo desde su estreno: “Boardwalk Empire”. Al principio, era una serie muy manierista en la que la forma, los decorados, la música, los movimientos de cámara muy espectaculares y el ambiente estaban muy por encima de los personajes. Había más de Scorsese que de Terence Winter.
En la segunda, entre Van Alden y Harrow, los secundarios hacen crecer la traba y un bosque cada vez más abigarrado, con Jimmy Darmody y Eli como trágicas y contradictorias némesis de Nucky. En la tercera, Gyp Rosetti se lo lleva de calle, aprovechando los guionistas para dar más protagonismo a Chalky White; la gran sorpresa de la cuarta temporada, al verse enfrentado al relamido, sádico y amenazador Doctor Narcise. ¡Ese Harlem!
Ha evolucionado tanto esta serie y Nucky se las ha tenido que ver con tantos y tan crueles enemigos, ha tenido que lidiar con problemas en casa y fuera de casa y se ha complicado la vida personal, familiar y profesional tantas veces y de maneras tan distintas; que me están dando muchas ganas de volver a verla, entera, una vez que se ha confirmado la renovación por una quinta temporada.
Además que la mezcla de los personajes de ficción con otros gángsteres auténticos (Al Capone, Meyer Lanski, Lucky Luciano…), cuyos inicios conocemos gracias la serie; la hace aún más interesante. Y creíble. Por ejemplo, para esta cuarta temporada, los guionistas cuentan con la asesoría de nada menos que Dennis Lehane, que incluso ha escrito algún capítulo. Y es que Nucky está tejiendo sus redes en Tampa, California. Justo el lugar en que se desarrolla la novela negra y criminal “Vivir de noche” con que Lehane nos ha deleitado este año. Nada queda al azar en una serie que reúne a mucho de lo más mejor de la televisión del siglo XXI. Si no la sigues, ¿sabes ya que te la estás perdiendo?
Jesús Lens
En Twitter: @Jesus_Lens