Las diez mejores películas del año

Estas son, a juicio de la (prestigiosa) revista Cahiers du Cinéma francesa las mejores 10 cintas del 2013.

La pregunta es, ¿cuántas de ellas, al margen de los Blockbusters norteamericanos, se han estrenado en Granada?

1. El desconocido del lago (Francia), dirigida por Alain Guiraudie

 

2. Spring Breakers (EE.UU), dirigida por Harmony Korine

 Spring Breakers

3. La vida de Adèle (Francia), dirigida por Abdellatif Kechiche

 

4. Gravity(EE.UU), dirigida por Alfonso Cuarón

 

5. Un toque de violencia (China), dirigida por Jia Zhang Ke

 

6. Lincoln (EE.UU), dirigida por Steven Spielberg

 

7. La jalousie (Francia), dirigida por Philippe Garrel

 

8. Nobody’s Daughter Haewon (Corea del Sur), dirigida por Hong Sang-soo

 Spr

9. Les rencontres d’après minuit (Francia), dirigida por Yann Gonzalez

 

10. La bataille de Solferino (Francia), dirigida por Justine Triet

Bueno, tampoco te molestes mucho en buscar. Salvo error u omisión… ¡ninguna!

Y así… ¡seguimos!

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens

Blue Jasmine

Cuando salí del cine, escribía en las Redes Sociales algo así como que “la última película de Woody Allen es un brutal ejercicio de sadismo”, opinión que no solo mantengo sino que, además, comparto.

 Blue Jasmine poster

Sadismo contra el personaje interpretado por Cate Blanchett, que empieza la película como una desquiciada sin remedio y la termina… bueno. Ya veréis/habréis visto cómo termina, ¿verdad?

El caso es que Cate interpreta a Jasmine, la esposa de uno de esos magnates de las finanzas que, como Madoff, arruinó a cientos de miles de personas a través de una estafa piramidal. Esposa que firmaba cualquier papel que los abogados de su marido le ponían por delante y que, disfrutando de un lujo asiático y absolutamente desmedido, decía no saber qué pasaba a su alrededor, como si todo aquel despiporre High Class fuera maná que llueve del cielo. En tres palabras, tal y como describía su cuñado su actitud: se hacía la longui.

 Blue Jasmine

Hete aquí que la crisis financiera derrumba tan fabuloso como fantasioso castillo de naipes, conduciendo al esposo a la cárcel y arruinando a la muy noble y creída Dama de las Camelias: de un día para otro, lo ha perdido todo y tiene que dejar su burbuja de cristal neoyorquina para instalarse con su hermana, Ginger, en San Francisco.

Una hermana de clase trabajadora, con un ex marido zafio y brutote, unos hijos gruesos y un novio aún más zafio que su anterior esposo. Una hermana que acoge a Jasmine en su apartamento, abriéndole las puertas de su vida, ofreciéndole apoyo, consuelo, cariño y comprensión. Pero, claro, la transición entre dos vidas tan diferentes es muy, muy complicada.

 Blue Jasmine Allen

Y ahí es donde Woody Allen juega con el espectador: mostrando en flash back la vida anterior de Jasmine y comparándola con la actual. Pero alternando dos miradas: la principal, la de la propia Jasmine, la protagonista. Y la complementaria, la de su hermana. La de esa Ginger que tiene un corazón de oro, aunque sea un patito feo. La Ginger que disfruta de la vida, de las cosas sencillas del día a día que comparte con su novio. La Ginger que no entiende por qué sigue llorando su hermana, tras haber descubierto que su marido era un estafador.

Estamos ante una película de tesis de Woody Allen. Y las películas de tesis tienen el riesgo de poner más énfasis en el discurso y en la idea que en su plasmación en pantalla. Así las cosas y estando de acuerdo con que la Blanchett hace una interpretación magistral, el resto de personajes están demasiado poco trabajados y resultan caricaturescos. Más, viendo la película doblada, con esos acentos falsos e impostados que hacen que no te creas nada de lo que dicen Sally Hawkins, Bobby Cannavale o el mismísimo Louis C.K.

Hay un documental biográfico sobre Woody Allen en el que, además de decenas de testimonios de personas que lo conocen, lo han tratado y han trabajado con él; interviene el propio Allen, defendiendo la importancia de las cosas sencillas de la vida: un paseo, tocar el clarinete con los amigos, ver un partido de baloncesto…

 Blue Jasmine Blanchett

“Blue Jasmine” es una de esas películas imprescindibles para conocer la relación entre la vida el arte para un artista como Woody Allen, una venganza contra una gente y una casta a las que Allen parece detestar y odiar. Y, por eso, porque le da más importancia al mensaje que a la resolución de la película; a mí no me ha parecido ni tan intensa y bien cerrada como “Match Point” ni tan encantadora como “Midnight in Paris”. Sí me ha gustado mucho más que los ejercicios español e italiano de su Gran Viaje por Europa; pero eso no era difícil.

¿Hay que ver “Blue Jasmine”? Indiscutiblemente sí. Aunque no sea una película para tirar cohetes. Al menos, hasta volverla a ver, en una Versión Original cada vez más necesaria para ponderar las virtudes y/o los defectos de una película.

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens

 

Un retrato muy Real

Me asaltaba la duda: ¿por qué las familias más irreales del mundo, las más artificiosas y alejadas de lo que pasa por la calle, se llaman Familias Reales?

Hoy, una Familia Real, la danesa, se muestra más real que nunca, gracias al retrato que les ha hecho el artista Thomas Kluges y que acaba de ser hecho público, levantando (muchas) risas, críticas, controversias y (pocas) loas y alabanzas.

Foto: Evan Frederiksen/Søofficers Foreningen
Foto: Evan Frederiksen/Søofficers Foreningen

Yo, por supuesto, me declaro muy fan de este retrato y de esta forma de acercar la Monarquía a sus conciudadanos.

¡Miren, miren y deléitense con la pequeñuela de la izquierda! O con la normalidad con la que posa el padre de la izquierda, como si acabara de volver de la oficina y se hubiera quitado la corbata para jugar con el bebé.

Vale. Vale. Muchos estaréis pensando que la señora de rojo podría ser la madre de Norman Bates y que el zagal protagonista del cuadro podría encarnar, perfectamente, al niño de “El Resplandor”. También es posible que al señor del bastón le falte una jarra de vino en la mano derecha, dado su aspecto abotargado, pero… ¿no queremos realismo Real?

¡Pues toma hiperrealismo!

Ahora sí que tengo ganas de que Antonio López termine su largamente diferido retrato de la Familia Real española. Para comparar, mayormente.

¿Tendrá que cambiar Antonio López, de nuevo, todo su cuadro?
¿Tendrá que cambiar Antonio López, de nuevo, todo su cuadro?

¿Tú no? Desde luego, Thomas Kluges ha puesto el listón muy, muy alto…

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens