Alrededor de la Medianoche

Vamos a arrancar este «Cine con Swing» hablando de una película que es LA película sobre el mundo del Jazz.

La música y los músicos

¡Acaso no acabamos de ver

a Dexter en Moratalaz

firme como el mismísimo califa de Córdoba

con los pies sólidamente plantados

en las arenas de un desierto

que se parecía al océano rizado

soplando hora tras hora

hasta cubrir la noche del suburbio

de ojos azules?

(Ebbe Traberg “Pon tus lágrimas a secar”)

.

Sólo cinco años antes de protagonizar la película de Tavernier, Dexter Gordon actuó en el campo de fútbol de Moratalaz ante miles de aficionados. ¡Eran otros tiempos! Aquella actuación inspiró este poema del maestro de críticos de jazz, Ebbe Traberg. Me gusta porque en cierto modo refleja bien la presencia física del saxofonista tal y como también lo recuerdo en la película Round Midnight.

 

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Se ha dicho que Dale Turner, el protagonista de la película, era, ¡siempre lo había sido!, Dexter Gordon, y al revés. Yo quiero ver también en Turner / Gordon a todos los músicos norteamericanos que se instalaron en Europa por uno u otro motivo: a Sydney Bechet, Kenny Clarke, Kenny Drew, Chet Baker, Johnny Griffin,… pero sobre todo a Bud Powell y LesterYoung. El libro de Francis Poudras en el que se inspira la película tiene como referente al malogrado pianista, pero fue al parecer Gordon quién propuso incluir anécdotas de Lester para componer su personaje. En una de las escenas, Francis encuentra a Turner sentado en un callejón intentando tocar sin éxito la melodía de “Autumn in New York”; no recuerda la letra y no puede tocar bien el tema. Entonces Francis se la tararea: “El otoño en Nueva York, se mezcla con el dolor. Soñadores de manos vacías, sueñan con tierras exóticas. Pero es otoño en Nueva York y es bello vivir otra vez”.

Pero como he dicho al principio, Dale Turner es Dexter Gordon, ya nunca podrá dejar de serlo. Al igual que Dexter, Turner fuma en el escenario mientras los otros miembros del cuarteto tocan sus solos en el escenario. También el protagonista de la cinta toca a veces el saxo sentado.

 dextergordon1948

Merece la pena referirse, aunque sea brevemente, a todos los jazzmen que aparecen en el disco. La mayoría de ellos habían cruzado sus carreras en algún momento. Porque los músicos que acompañan a Dexter son reales, aquí no hay ni trampa ni cartón. De ello se encargó el responsable de la banda sonora (Oscar a la mejor B.S.O. en 1986), que no es otro que Herbie Hancock. Éste se rodeó de buenos amigos, muchos de ellos miembros de distintas formaciones de Miles Davis, caso de Tony Williams, Ron Carter, Wayne Shorter, o John McLaughlin. El baterista Billy Higgins y Bobby Hutcherson habían colaborado en alguno de los mejores discos de Dexter (Go! o Gettin’ Around). El trompetista Freddie Hubbard, ya redimido después de años coqueteando con una música que no estaba a su nivel, aparecía en el disco de Takin’ Off del citado Hancock, dónde también estaban el propio Dexter y el siempre estupendo Higgins.

El gran Pierre Michelot, quién había trabajado con Young y Powell en París, y que colaboró con Dexter en el magnífico Our man in Paris, era otro amigo que se unía a la causa. Mención especial tiene el pianista Cedar Walton, recientemente fallecido, que también había acompañado en el pasado a Dexter Gordon. Walton, músico exquisito y de carrera algo huidiza, es el único pianista, aparte el mencionado Hancock, que aparece en la banda sonora y en la cinta.

 Dexter+Gordon

Tavernier y Hancock habían acordado recrear la música de los años 50 pero dándole un nuevo barniz a las interpretaciones. Por eso, la elección de las tres voces que aparecen en la banda sonora son tan particulares y distintas. Lonette McKee es el modelo más clásico, interpreta el “How long has this been going on?” de los Gershwin acompañado por Dexter. Cuando éste interpreta baladas tienes deudas, entre otros, con Lester Young, pero a su manera. La elección de Bobby McFerrin para cantar el tema central de la cinta resulta finalmente un acierto. Chet Baker no aparece en la película, pero su espíritu flota en el ambiente. Su vida errática y su espíritu frágil se asemejan en actitud, aún cuando los supera por afán autodestructivo, a Dale Turner. Su voz suena en un viejo tocadiscos interpretando el “Fair Weather” de Kenny Dorham.

Dexter Gordon fue esencialmente un músico bebop, pero no sólo… Su personalidad llenaba los escenarios tanto como su música. Con la perspectiva que nos da el paso del tiempo, la vida de este músico representa muy bien el modus vivendi de un tipo de jazzman (¿y de música?) que hoy día nos parecen muy lejanos. Quizás como dice Gordon / Turner en la película: “No hay suficiente bondad en el mundo”.

¡Quién hubiera estado en Moratalaz aquella noche de 1980!

 Dexter Gordon Blue Note

Ficha técnica B.S.O.

Músicos: Chet Baker, Ron Carter, Dexter Gordon, Herbie Hancock, Billy Higgins, Freddie Hubbard, Bobby Hutcherson, Bobby McFerrin, Lonette McKee, John McLaughlin, Pierre Michelot, Wayne Shorter, Cedar Walton y Tony Williams.

Cyd & Lens

#Cineconswing

El cristal con que se mira

El pasado sábado publicaba este artículo en IDEAL. A ver si te gusta. ¡Y no dejes de ver la exposición, que podamos hablar de ella!

Ardía de curiosidad por ver la nueva exposición de Juan Vida, en la Biblioteca de Andalucía. Y no solo por la polémica sobre su (des)emplazamiento en la sala de La Madraza de la Universidad de Granada.

Juan Vida es uno de los artistas más conocidos y reconocidos de Granada y visitar “El cristal con que se mira” es obligatorio para cualquier persona con curiosidad por saber lo que se mueve en el mundillo cultural de esta ciudad. Y, también, con curiosidad por saber lo que pasa por la calle y por averiguar cómo lo ha plasmado Vida en su obra.

 Juan Vida

No es una exposición fácil de ver. Ni agradable. Ni bonita. Como no es fácil, ni agradable ni bonito lo que está pasando a nuestro alrededor, en los últimos años. El espectador no va a encontrar hermosas puestas de sol, elegantes monumentos, paisajes impresionantes o heroicos retratos. ¿O quizá sí?

Cae la tarde. Dos familias disfrutan de un picnic campestre. Los coches, la cesta sobre el mantel, la hierba, los pinos y, colgando de una rama, un hombre ahorcado. O la arena del desierto, una palmera, la mancha azul del mar y, multiplicada sobre el lienzo, repetida hasta el infinito; la figura de un africano agachado que avanza a cuatro patas.

 Juan Vida cristal

Pistolas, cuchillas, navajas y sangre son las protagonistas de muchas de las obras que componen “El cristal con que se mira”. O autorretratos del propio Vida, con la boca cosida y un puñado de moscas en su comisura, imágenes muy potentes, surrealistas, que recuerdan a Buñuel y sus hormigas.

Al principio de su carrera, Goya pintaba idílicas estampas, con los cortesanos jugando a la gallinita ciega o volteando peleles. ¡Luz y color en grandes lienzos repletos de luminosidad y optimismo! Después llegarían las Pinturas Negras, los Caprichos y los Desastres de la Guerra. En pequeño formato. Oscuros. Pesimistas. Crueles. Salvajes. Desgarrados y desgarradores.

“El cristal con que se mira” también viene en pequeño formato. En formato iPad. Porque el tamaño también importa. Los marcos, comprados en bazares chinos. Cuestión de calidad. O de la falta de. Como las condiciones laborales de las personas que los habrán fabricado y vendido. Presuntamente.

 Juan Vida cristal mira

No es ésta la exposición que le recomendarías ver a una persona con la que no tengas mucha confianza. De hecho, algunas de las obras que la integran me parecen más interesantes por lo que apuntan que por lo que muestran. Más atractivas por el concepto que por la propia ejecución. Ahora bien, con la de veces que hemos criticado que el arte vive dentro de su propia pompa (y burbuja), sin atender la realidad del mundo que lo rodea, ajeno a lo que pasa en el entorno, ¿cómo dejar de ver una exposición realizada con el material de derribo con que está fabricada la precaria sociedad de este inclemente siglo XXI?

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens

El autor novel

El lunes, el lunes 11 vamos a hablar en el Centro Artístico, Científico y Literario sobre escritura. Y sobre publicar. Y sobre vender.

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Hablaremos sobre la figura del autor novel con José Manuel Tapia Ramos, Ysabel Sánchez Ballesteros, Francisco Javier Sánchez Manzano y Salvador Sagrado.

Eso será a las 19 horas. Ya sabéis. En el Centro que está sobre la Sala de Exposiciones de CajaGRANADA en Puerta Real.

Y todo seguido, a las 20.30 horas, aprovecharemos para presentar “El algoritmo de Dios”, la inclasificable obra de uno de los autores convocados por Ediciones Dauro en unas jornadas de lo más atractivo e interesante. Oficiaré junto a mi querido compañero de viajes y letras, Wenceslao Carlos Lozano.

 EL ALGORITMO DE DIOS

¿Nos vemos?

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens

Capitán Phillips

Habrá quien vaya a ver la película como la más reciente de Tom Hanks. La que le puede reportar su tercer Óscar. Y acertará.

 Capitán Phillips Hanks

Habrá quien vaya a ver la película como la más reciente de Paul Greengrass. La que le puede elevar a los altares del firmamento cinematográfico del mainstream. Y acertará.

Habrá quien, como yo, vaya a ver la película para saciar su curiosidad y averiguar cómo cuatro africanos desarrapados pudieron hacerse con un inmenso carguero de millones de toneladas de bandera norteamericana, abordándolo desde una lancha. Y acertará.

Habrá, sin embargo, quien considere que esta película es una americanada y que bla, bla, bla… ¡Éste! ¡Éste será el que yerre y se equivoque de medio a medio, dejando que sus prejuicios le nublen el tino y el entendimiento!

 Capitán Phillips poster

Porque, creo que está claro, “Capitán Phillips” es una película de acción de primer orden cuya trama, sabiendo lo que pasa y cómo termina la historia; sigues con total atención, imantado a un asiento en el que solo te rebulles cuando la tensión alcanza determinados momentos, de una feroz intensidad. Y que no están al final, precisamente.

Tampoco son muchos, la verdad sea dicha. Los justos y necesarios. Porque la película es ajustada, documental y quirúrgica al narrar buena parte de los hechos que cuenta. Empezando por el abordaje. Justo lo que más ganas tenía yo de ver. Y que resulta perfectamente creíble. Al menos, a mí me lo parece. Que no digo yo que tuviera que ser así. Pero que pudo ser. Verosimilitud total.

Y, dejando al margen a Hanks, que hace todo lo que se espera de él, lo realmente impresionante de la película es el reparto de secundarios, encabezados por un Barkhad Abdi que, si no fuera porque Tom Hanks es demasiado grande, se lo habría comido con patatas, dada la intensidad con la que interpreta a Abduwali Muse, el gran pirata del siglo XXI.

 Capitán Phillips piratas

Nacido en Mogadiscio y criado en Yemen, Abdi llegó a Estados Unidos con catorce años de edad, instalándose en Minneapolis. Ésta es su primera interpretación (¡quién lo diría!) y tras haber dirigido algunos vídeos musicales, ahora está filmando su primera película tras la cámara, “Ciyaalka Xaafada”.

Y, junto a él, otro trío de cracks de la interpretación: Mahat M. Ali (keniata emigrado a USA y debutante en una película), Barkhad Abdirahman (igualmente sin experiencia previa y keniata emigrado a Estados Unidos, aunque de origen somalí, hasta el punto de que sus abuelos viven en el Cuerno de África) y Faysal Ahmed (nacido en Yemen y emigrado a Norteamérica con catorce años, cuya anterior experiencia como actor fue participar en una obra de teatro en su escuela de Minneapolis).

 Tom Hanks

Es gracias a estos cuatro monstruos que la película consigue mantener la credibilidad y el interés a lo largo de sus más de dos horas de metraje, hasta el punto de que el resto de personajes norteamericanos de la función palidecen total y absolutamente. Que no sé si ocurría así en el guion original o si fueron el devenir del rodaje y del montaje los que terminaron llevándonos a tan singular puerto. Pero que funciona. ¡Vaya que si funciona!

Eso sí. Una matización. Cuando he hablado de “película de acción”, que nadie se piense que estamos ante uno de esos títulos cargados de pirotecnia en los que termina saltando todo por los aires. Máxime, al hablar de una película de piratas.

En absoluto y para nada.

La acción de “Capitán Phillips” es ajustada y medida. Fría. Clínica, como decíamos anteriormente. Como si estuviera intervenida con anestesia. Y eso que en pantalla veremos diversos barcos de la armada, persecuciones en el mar, aviones, helicópteros, a los SEAL y demás parafernalia propia del ejército estadounidense, a cuyo comandante en jefe, Barack Obama, no le tembló el pulso a la hora de poner toda la carne en el asador para resolver el primer secuestro de un barco norteamericano en los últimos 200 años.

 Capitán Phillips abordaje

Sí. Hay que ver “Capitán Phillips”, una extraordinaria película épica del siglo XXI. Un siglo en el que la épica es totalmente distinta a lo que solía ser, tanto en la realidad como en las películas. Y que tiene en Paul Greengrass a uno de sus mejores y más reconocidos notarios.

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens

 

El anarquista que se llamaba como yo

De entre las cosas que más me gustan en esta vida está el husmear tranquilamente entre los anaqueles de una librería, coger libros, hojearlos, soltarlos, volver a uno en concreto, echarle otro vistazo, sentir que tienes ganas -necesidad casi- de llevártelo y… ¡que un buen librero coincida con tu criterio!

 Libros 1616 Books

Así que me ocurrió hace unos meses, en la Librería 1616 de Salobreña, con mi querido Antonio y “El anarquista que se llamaba como yo”, de Pablo Martín Sánchez, una lectura que me acompañó durante mi viaje por los países nórdicos y que ahora recuperamos para nuestra página hermana, Calibre 38.

Una reseña que, por ejemplo, incluye este párrafo: “Un vasto, prolijo y apasionante fresco sobre una parte de la historia de España que, aplastada por el peso de la salvaje Guerra Civil y la grisura de la posguerra; resulta ser vibrante y luminosa, gozosa. Y no porque la vida fuera fácil y los años veinte españoles fueran precisamente felices días de vino y rosas, sino porque existía una conciencia de clase, un anhelo de justicia social y una capacidad de compromiso que, hoy, parece ciencia ficción. Y, sobre todo, porque existía la esperanza del cambio. La mera posibilidad de conseguirlo”.

 El anarquista que se llamaba como yo

Y que tienes, completa, a través de este enlace.

¿Qué te parece? ¿Te animas a leerla? ¿Y a leerlo?

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens