Como en la gloriosa, memorable y maravillosa La neblina del ayer, la acción de esta nueva novela de Padura acaece en tres planos espacio temporales distintos: la Cuba contemporánea, la Cuba de los años 30 del pasado siglo y… la Ámsterdam del siglo XVII en la que vivió un tal Rembrandt, de oficio, pintor.
¿Qué liga estos tres escenarios tan diferentes, alejados y hasta contradictorios entre sí?
Un cuadro.
Un lienzo.
Pintado por el maestro. Un cuadro que aparece, inopinadamente, en el catálogo de una subasta a celebrar en Londres. Y que un tipo llamado Elías Kaminsky, residente en Miami, reconoce como perteneciente a su familia.
Si quieres leer más sobre la reseña que he escrito de «Herejes», date un salto a nuestra página hermana, en Calibre 38.
¡Ya tardas!
Jesús Lens
En Twitter: @Jesus_Lens