Las Cinco +/- Una

Las he visto. Las cinco. Pero hace mucho, mucho tiempo. Y siempre que hago un barrido por la Cartelera del YOMVI y del Canal Plus, las busco.

Porque me gustaría volver a verlas.

Porque guardo un recuerdo extraordinario de ellas y me gustaría volver a disfrutarlas, con buena calidad, en versión original. Porque les recuerdo imágenes poderosas, tramas adictivas y secuencias brutales. Y una extraña poesía. Y personajes memorables.

Y, hasta la fecha… najis. Sí he ido pillando otras. Como “Acordes y desacuerdos”, “Homicidio” o “Una historia de violencia”. Pero estas cinco, no.

Habrá otras. ¡Claro que sí! Y las habrá mejores. Seguramente. Pero ahora mismo, me encantaría ver estas cinco películas:

 5 1

5 2

5 3

5 4

5 5

Y esta, justo por lo contrario. Porque la recuerdo como una decepción y, quizá, no estuviera tan mal:

 5 6

(Aunque nada más ver el cartel y la gabardina modelo Inmortale’s Style y ya me estoy arrepintiendo)

En fin. ¿Y a ti? ¿Qué pelis no excesivamente clásicas y (re)conocidas te gustaría volver a ver?

Jesús Lens

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Conjurado

Día 20. ¡Ay, como se notan el trabajo, las charlas, los compromisos y los eventos!

En los primeros 10 días de este diciembre corrí 101 kilómetros, como escribía aquí.

En estos segundos 10 días solo he sido capaz de sacar 67 kilómetros. Pero gracias al sobreesfuerzo de entonces, hoy todavía sigo estando en disposición de llegar a esta meta: correr 250 kilómetros en un mes.

 Conjuro presentación

Y es que a la constancia y a no ceder al acomodamiento, tal y como explicábamos aquí; y a la variedad en los recorridos de la que hablaba en la entrada anterior, hay que sumar una cuarta variable:

¡Planificación!

Y, de esa manera, aprovechando cuando más tiempo tenía, he llegado a este kilómetro 168 fresco y con ganas, que hoy hice una salida exprés que disfruté muy mucho, aunque hacían viento y frío. Solo 11 kilómetros, pero intensos. Sobre todo uno, picado con un fulano, que me salió a 4,42 minutos, una velocidad que solo alcanzo en carrera.

Pero lo bueno está por venir… ¡el domingo!

Atención:

 conjuro

¿Mola o no mola? ¡Pues apúntate AQUÍ!

La Subida al Conjuro, que lleva sin hacerse varios años, es de las que más me han gustado y he disfrutado en mi vida. De hecho, creo que es la carrera que mejor he hecho jamás. También es verdad que fue hace tres o cuatro años y que coincidió con mi mejor forma. (Encontrada la Entrada en el Blog constato que no. Que han pasado… ¡cinco años ya! Lee. Lee…)

Pero eso no quita para que, nada más verla, me apuntara. Aunque sepa que es una agonía y que voy a sufrir como un perro. Pero me gusta.

Y de paso, voy a sumar 18 kilómetros más a la buchaca, lo que me permitirá disfrutar de un par de días de recuperación y ¡a culminar la meta! Siempre que todo vaya bien.

Que la suerte es una quinta variable de la que no me puedo olvidar.

 Conjuro subida pedestre

Esta semana aproveché para correr desde la Facultad de Filosofía y Letras, en la que participé en una mesa redonda, hasta casa, para aprovechar la vuelta. Cargado con la mochila, reconozco que fue incómodo. Pero útil. Y, el miércoles, antes de ir a jugar al baloncesto, hice otros seis kilometrillos. También he salido con mi hermano así que… ¡balance positivo, haciendo de la necesidad virtud!

No voy tan sobrado como hace diez días, pero estoy contento.

Porque cada metro cuenta y… ¡seguimos!

Jesús Lens

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Afilado como un blues a medianoche

Hay reseñas en las que no puedo ser objetivo y ésta sobre la última novela de Javier Márquez es una de ellas. Por varias razones.

 Afilado como un Blues a Medianoche

La primera, porque Javier es un tío cojonudo. Y eso, imprime carácter y marca a la hora de escribir sobre cualquiera de sus textos o actividades, desde un cuento a un reportaje en las estupendas revistas Forbes o Esquire, a una entrevista o… por supuesto, una novela.

La segunda razón por la que no puedo ser objetivo es porque “Afilado como un blues a medianoche” es un proyecto que conozco desde hace tiempo y que he visto nacer, crecer, madurar, podar y hasta bautizar; por lo que lo siento como un poco mío. Tras haber hablado largo y tendido con el autor sobre la trama, los personajes y las diferentes situaciones que plantea, hasta llegar a su portentoso final; feo estaría ahora que dijera que hay algo que no me gusta, no me convence o me chirría.

 Afilado como novedad

Una tercera razón por la que me chifla, subjetivamente, esta nueva entrega de Márquez es que estamos ante la continuación de aquella joya titulada “Letal como un solo de Charlie Parker” que ya comentamos aquí y que no me cansé de recomendar, ígnea y abrasadoramente, a todo bicho viviente que me pedía consejo lector… y también al que no me lo pedía.

Y cuando digo continuación quiero decir, sí, segunda parte. A mucha honra y sin prejuicio alguno. Porque una de las muchas cosas que agradecerle a Coppola es que dinamitara e hiciera saltar por los aires, con El Padrino II, el manido tópico de que Segundas partes nunca fueron buenas.

¿Qué no?

¡Espérate a leer la segunda de las aventuras protagonizadas por el inefable, grandioso y colosal Eddie Bennett y me lo cuentas! Una novela que, por supuesto, se disfruta aunque no hayas leído la primera de la saga.

 Letal como un solo de Charlie Parker

Y es que, aunque la siguiente exclamación sea una subjetividad tan grande como la capacidad lumínica de Las vegas, ¡has de leer esta novela, sí o también! Porque te lo vas a pasar… de cine.

Y ahí ya soy muy, pero que muy objetivo. Porque el universo que ha creado Márquez es muy, muy cinematográfico. Muy de mitad del siglo pasado. Y muy, profundamente norteamericano. Y es que Eddie Bennett vive y trabaja en las míticas Las Vegas en que reinaban Sinatra, Sammy Davis Jr. y, por encima de ellos, Dean Martin.

Pero los que gobernaban, en la sombra, eran otros personajes. Gángsteres y mafiosos sin escrúpulos que tenían conexiones con la mismísima Casa Blanca, convertida en el Camelot de los Kennedy. Y está Marilyn, claro. Porque el trabajo de Bennett, una especie de Sr. Lobo cuya especialidad es arreglar problemas, le lleva a trabar conocimiento con una leyenda del cine que, también era mujer. Además, Bennett se hará colega de un tipo que dejará mudos a todos los amantes del género negro y criminal.

Podría pensar alguien, eso sí: ¿qué hace un tipo de Sevilla y, además, insultantemente joven, escribiendo sobre Las Vegas y el Hollywood de los 60?

 Afilado como Javier Márquez

Créanme: el caudal de información y documentación que atesora Márquez sobre todo aquello de lo que escribe le convierte en una voz tan autorizada en la materia que no será raro que Martin Scorsese lo contrate como consultor cuando, por fin, enfrente el rodaje de su película sobre Dean Martin.

Ritmo, música, balas, peleas, juego, conspiraciones, estilo, copas y algunos de los diálogos más cínicos, crudos y descarnados de la actual narrativa española se encuentran, sabiamente combinados, en “Afilado como un blues a medianoche”. Una novela, además, dotada de una sólida estructura y que confirma a Javier Márquez como uno de los grandes de las letras negras escritas en castellano.

 Afilado como un Blues a Medianoche portada

Pero, claro. Esto es solo mi opinión. Subjetiva. Ahora, de ti depende si me crees y, de paso, te haces un favor a ti mismo; o si no lo haces y decides pasar de leer una de las grandes novelas del 2013. Lo que, sin duda, sería un gran error. Por tu parte.

Jesús Lens

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¿Y tú quién eres?

Hoy, en IDEAL, uno de esos artículos que surgen cuando te paras y echas la vista atrás. O adelante…

Todo empieza cuando te encuentras hablando de determinados programas de televisión que viste, casualmente, mientras hacías zapping. O cuando te descubres estando de acuerdo con ciertos columnistas de opinión a los que antes jamás habrías leído y con las opiniones de algunos contertulios de radio a los que ni siquiera sabes desde cuándo escuchas.

 Y tu quien eres

La sintomatología crece cuando de tu boca brotan las prestaciones de ese BMW cuya compra no pudiste evitar, dada la oferta que te hicieron en el concesionario, merced a la mediación de un compañero de trabajo. ¡Y mira que tú buscabas una moto! Pero ocasiones como ésa son únicas… Por cierto, ¿no fue el mismo compañero que te animó a vender el piso de la ciudad y a dejar el barrio para irte a la urbanización de las afueras, mucho más tranquila y recogida?

Esa noche estás con los amigos, cenando en ese restaurante de grandes platos cuadrados del que todo el mundo habla. Que tú hubieras preferido la taberna de toda la vida, pero que Margarita consiguió una mesa en el reservado. Solo para vosotros. Los amigos. Los de verdad. Con los que te fuiste a aquel resort del Caribe en vacaciones, aunque el cuerpo te pedía irte de mochilero a Nueva Zelanda…

 Y tu quién eres

Esos amigos con los que comentas lo del colegio privado para el pequeño Jorgito. Y la posibilidad de mandar a Ana a la Pontificia. No porque tú seas religioso ni comulgues con determinadas confesiones sino porque los mejores expedientes y las mejores oportunidades surgen de esos centros. Y, ya se sabe, con la educación de los hijos ni se juega, ni se especula ni, mucho menos, se escatima. Y más, en los tiempos del PISA…

Como con la salud. Que no están las cosas como para hacer tonterías con algo tan importante como la salud. Que siempre has sido un gran defensor de la sanidad pública, pero que para ciertas cosas es mejor estar cubierto por un seguro privado. ¡Dónde va a parar, la atención, en según qué consultas y para según qué especialidades! Eso sí: para las cosas realmente graves (toquemos madera), no hay que desdeñar, de momento, a los profesionales y los recursos de la Seguridad Social. De momento…

 Y tú quien eres fonendo

A la hora de pagar, Andrés se hace cargo de la cuenta. De la factura, más bien, que la puede desgravar. Los demás le dais el dinero en efectivo. Doscientos euros por barba, redondeando, que Andrés es muy detalloso y siempre paga las copas en el Club.

Esa misma noche, cansado y ojeroso, al entrar en el coche, sufres un sobresalto: miras por el retrovisor y, con la guardia baja, tu propia imagen te pilla de improviso. Ahí estás tú, mirándote de frente y dándote cuenta de que, en realidad, no tienes nada que decirte. Nada de lo que hablar. Porque, poco a poco, te has convertido en un gran desconocido para ti mismo.

Jesús Lens

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