100 fotografías de Granada que deberías conocer

«100 fotografías de Granada que deberías conocer» es un documento excepcional que, por venir en rústica, tiene un precio muy asequible, que los libros de fotografías suelen pasar de los 30 euros. La primera de las fotos que contiene es de 1854, una Vista General de la Alhambra, de Charles Clifford. Las más recientes, de Javier Algarra, muestran la zona de expansión de la Granada del siglo XXI, con el Campus de la Salud como protagonista de una memorable estampa aérea que quita el hipo.

 100 fotografías Granada

Entre medias, siglo y medio de la historia visual de Granada, la que fue y la que ya nunca volverá a ser. La que es y la que queremos que sea. La Granada monumental, pero también la Granada más íntima y recogida. La Granada de algunos grandes acontecimientos, engalanada para la ocasión y la Granada trabajadora e industrial. La Granada con sus granadinos, sentados en parques y plazas, paseando por las calles o charlando en los cafés.

La Granada festiva y la Granada laboral, la del día a día. La Granada que se recorría en coche de caballos y la que se transitaba en Seiscientos, después de que se abriera la Gran Vía y se encauzara el Genil. La gélida Granada congelada en invierno o la ardiente Granada de los veranos con botijo y barras de hielo.

 100 fotografías Granada Alhambra

Mis tres fotos favoritas están en las páginas 50, en la 116 y en la 125. Cada una tiene su historia. Que yo entremezclo con las mías. Porque esta colección de imágenes, además de hacerte recordar, te hace soñar, imaginar y viajar, en el tiempo y en el espacio.

¿Qué te parece? Si te interesa un ejemplar, pregunta.

 100 fotografías Granada napper

La ficha técnica, AQUÍ.

Jesús Lens, enamorado de su tierra.

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Ya llevo 101 kilómetros

Ya llevo corridos 101 de los 250 kilómetros de que consta la Meta #correr250kmsen1mes

Voy bien. De momento. Aunque haber tenido una semana de vacaciones ha ayudado bastante. Vamos a ver ahora cómo nos comportamos, que vienen fechas complicadas.

El caso es que, si te acuerdas, en esta entrada hablaba de la Constanciaaaaaaa necesaria para cumplir el reto. Y la segunda, el Inconformismo, esto es, salir… aunque no tenga ganas.

 Media Maratón Mala Follá Foto Pepe Villoslada

Como hoy, por ejemplo.

Y apuntaba que había una tercera variable importante para cumplir con el Reto, pero que entonces no caía.

Hoy sí. Hoy si he caído: Variedad.

En la variedad está el gusto. Y la necesidad. Porque la monotonía de repetir siempre el mismo recorrido es matadora y desmotivadora al máximo. Así que, además de buscar gente con la que compartir kilómetros, hay que cambiar de itinerarios. Así, la recuperación de mi hermano, tras su costilla magullada y el Palm’s affaire ha sido capital.

Como haber salido el otro día con la gente de la Bicha, para hacer una tirada nocturna espectacular, por el centro de Granada, la Carrera del Darro, escalada hasta la Fuente del Avellano, la Silla del Moro viendo toda la Alhambra iluminada; Cementerio, Cuesta de los Chinos y nueva escalada por la Cuesta de Gomérez para tirarnos por el Realejo, hasta volver a Puente Verde. Una gozada. Por el recorrido, claro. Pero sobre todo, por el fenomenal ambiente con esos corredores que salen dispuestos a compatir esfuerzo, afición y pasión. Como decía una de las atletas: ¡si no esperas, no eres bichero! Me gusta esa filosofía.

 Bicha

El caso es que hoy quería hacer 13 kilómetros, mínimo, para consumir la primera centena. Y decidí ve mundo y tirar por lugares diferentes. Así, salí por la zoma del Campus de la Salud, para descubrir dos nuevos bares y un restaurante. Con buena pinta. Habrá que ir a probar…

Me tiré luego por la zona del Palacio de Deportes donde, de golpe, hay florecido tres nuevos garitos, incluyendo un Restobar. Que no sé lo que es. Pero que parece muy pijo y minimalista. Luego pillé un carril. Me crucé con un tipo en bicicleta que me señaló que iba para La Zubia.

¡OK!

La Zubia estaba bien. Hasta que me cruzó otro camino. Me gustó. Y también lo pillé. Por mitad de la vega, pasando frente a grandes casas y cortijos de campo, un secadero, una plantación de nogales… ¡Colosal! Seguí en la misma dirección, por un sendero llamado “Camino del Avernal”.

Me gustó eso del averno. Más adelante, me salí al paso el “Camino de los Jueves”.

 Camino del Jueves

Le pregunté a un jinete. Que ahora iba a salir a Armilla.

¡OK!

Armilla también me valía. Sobre todo, corriendo en silencio y soledad, escuchando el crujir de las hojas secas bajo los pies y el rumor del agua de una acequia.

Me gusta correr por esos paisajes tan humanos, a la vez que naturales.

Llegado a Armilla, pensé que sería hora de ir volviendo a casa. Pero disfruté del paseo por las cocheras del metro. Y la vuelta hasta el Nevada. Y, de nuevo, los raíles del metro. Hasta volver al Campus de la Salud, en su parte más despoblada, vacía y fantasmagórica. Si la gente del cine busca un escenario en que filmar una distopía sobre el fin del mundo, esa zona del Campus es perfecta: edificios posmodernos en mitad de calles llenas de hierbas y matojos. Sin un alma por la calle. Ni un coche. Ni una tienda o comercio. Nada que recuerde el factor humano.

 20110803 - FOTOGRAFIA: GONZALEZ MOLERO ESTADO ACTUAL DEL PTS

¡Amenábar, vente a Granada a filmar una de tus pesadillas!

Volví por el Parque Tico Medina a casa, tras hacer lo que yo llamo un Estrecho.

¿Por qué?

Pues… bueno. Esa sería otra historia.

Aquí, el recorrido.

Ahora me quedan 149 kms. por correr y 20 días para hacerlo.

 Bicha Runámbulos

La consigna es: ¡cada metro, cuenta!

Y el grito de guerra, por supuesto, es… ¡seguimos!

Jesús Lens

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La verdad sobre el caso Harry Quebert

¡Increíble! De verdad. ¡Me parece total y absolutamente increíble! ¿En serio este culebrón ha ganado todos los premios que dicen las solapas y la contraportada del libro que ha ganado? ¿De verdad es verdad que hay gente (seria) que, de verdad, ha escrito todas esas flores, loas y encendidas alabanzas que se leen en la faja roja que adorna el libro?

Esta es modestica...
Esta es modestica…

Quiénes me leéis sabéis que yo escribo reseñas porque me gusta y porque me da la gana. Así, hablo entusiásticamente de los libros que me entusiasman y, de los que me gustan menos, resalto lo más destacable, lo mejor que tienen. Sin embargo, cuando leo algo que no me gusta, no lo comento. Paso. Me callo. No soy profesional de la crítica y nadie me paga por escribir así que… no me gusta ser destructivo.

Excepto cuando me toman el pelo y se cachondean de mí. Con premeditación, nocturnidad y alevosía.

“La novela que todo el mundo recomienda”.

¡Toma ya!

Así la publicitaba la editorial Alfaguara en los grandes suplementos literarios de los periódicos nacionales de hace unos fines de semana. Y eso sí que no.

 la verdad sobre caso harry quebert best seller

Pero es que encima, cuando lees que es un cruce entre Larsson, Nabokov y Philip Roth; te agarra un retortijón en las tripas que te obliga a dudar entre echar la pota o cagarte por las patas abajo. ¡Y la publicidad no hace referencia a “Twin Peaks” y a Laura Palmer porque David Lynch ya no es el que era!

Y mira que la novela empieza bien, dando unas lecciones para aprendices de escritor que tienen su punto y su gracia. Con razón, también, dicen las frases promocionales que “La verdad sobre el caso Harry Quebert” será de lectura y uso obligatorio en todos los talleres de creación literaria que se precien.

Eran más o menos las 100 y estaba yo preguntándome la razón de que Fran, mi querido coautor, echara pestes de ella. Las 100 primeras páginas, quiero decir. Se trataba de una lectura ágil que, sin asomo de Larsson, Roth o Nabokov; nos enfrentaba a esa situación tan del gusto de los lectores: el bloqueo creativo y el miedo a la hoja en blanco. Además, unos primeros apuntes sobre esas biografías fingidas que, personalmente, tanto me gustan.

Pero fue pasar de ese primer centenar de páginas y la cosa empezó a joderse. Porque la trama, basada en la investigación de la desaparición de una chica, acaecida treinta años atrás; empieza a dar más vueltas que un trompo. Perdón. ¿Investigación he dicho? ¡Por favor! ¡Qué me detenga la policía de la credibilidad novelística sobre lo que debe ser una investigación!

 la verdad sobre caso harry quebert

Daría mucha risa todo lo que tiene que ver con la supuesta investigación si no fuera porque la comparación con Larsson hace que se nos abran las carnes. Casualidades, potras, conversaciones rijosas, encuentros afortunados y un “descubrimiento” tras otro hacen avanzar a trompicones una trama que se cree ingeniosa y adictiva por ir provocando sorpresa-bomba tras sorpresa-bomba en el lector, complicando cada vez más la historia y abriendo infinitas posibilidades a la resolución.

En teoría. Todo en teoría.

Porque, en realidad, como no te crees nada de lo que pasa, te importa un cojón cada supuesta nueva revelación en una historia de amor que… ¡por favor! ¿Eso es una historia de amor? ¡Coño! ¡Si hay más intensidad en las cartas de amor de un adolescente con la cara llena de granos supurantes que en las páginas de esta farsa!

Y no vamos a hablar del final porque, en ese caso, empezaría a aporrear las teclas de este sufrido portátil con tan mala baba que terminaría hundiéndolas, destrozándolas y haciéndolas fosfatina. Mierda, o sea.

 la verdad sobre caso harry quebert problemas

Y luego está el argumento de que “se lee muy fácil”, que yo mismo he utilizado para tratar de salvarle la cara a esta lectura. Pero es que, claro… ¿no se va a leer rápido, si hay partes que, de tan imbéciles, te las tienes que saltar, si te respetas a ti mismo como lector?

En fin.

Que me disculpen la cantidad de procacidades que he escrito sobre el, por otra parte, noble y legítimo producto del trabajo de un escritor, Joël Dicker, que seguro que se lo pasó muy bien escribiendo la novela. De hecho, si no hubiera sido por la campaña de marketing tan brutal a la que “La verdad sobre el caso Harry Quebert” ha sido sometida, seguramente la habría leído con otro talante y de otra forma. No diré que me habría encantado, pero quizá sí me habría divertido. Al no haber esperado una obra maestra del siglo XXI, no me habría decepcionado de esta manera.

 la verdad sobre caso harry quebert autor

No sé si tú la habrás leído o no. Ni que piensas. Pero me gustaría saberlo. ¿Vamos a ello?

Jesús Lens

 

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Banshee

Banshee es una serie brutal, no apta para todos los públicos, ni para todas las (in)sensibilidades y para todos los paladares.

 Banshee sangre

Ni para todos los (dis)gustos.

Imagina que el Clint Eastwood de los spaghetti westerns más salvajes llega a un pueblo como Twin Peaks, a cuyo alrededor se concentra la comunidad Amish de “Único testigo” y una reserva india, con su consiguiente casino.

 Banshee cartel

Imagina que ese vaquero, además de usar las pistolas, sabe usar los puños. Y los pies. Y los brazos. Y las piernas. Y siempre de una forma letal. Y que a ese personaje, más chulo que el Bruce Willis de ”La Jungla de cristal”, le gustara La Novia de “Kill Bill” que, casualmente, reside en el pequeño pueblo que da título a la serie.

 Banshee bar

Todo esto habría que salpimentarlo con gotas de “Promesas del Este” y de “Una historia de violencia”, añadiéndole un pizco de “La matanza de Texas”, claro.

 Banshee albino

¿A que resulta un plato de lo más apetitoso? Sería algo así como un steak tartar maridado con sangre frita.

 Banshee malos

Y es que en “Banshee”, la violencia es sangrienta. Muy sangrienta. Y dolorosa. Además de, por supuesto, excesiva, gratuita y desmedida.

Vamos, que es una serie que me está encantando.

 banshee sheriff

¿Y a ti?

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens

La mirada del momento

Mirada espejo

Ese momento en que, tras haber pasado una noche con los amigos, hablando de lo divino y lo humano, comentando los temas de actualidad, -“arreglando el mundo” que se dice- y debatiendo acaloradamente, con la tranquilidad de estar entre gente de confianza con la que se puede hablar con total libertad, sin necesidad de ser políticamente correcto y de andarse con paños calientes; entras en el ascensor que te sube a casa y te encuentras con la mirada de un tipo que, desde el espejo y muy serio, te espeta:

– ¿De verdad? ¿De verdad eres tú? ¿Estás seguro de quién coño eres? ¿Eres consciente de en lo que te has convertido?

Y te lo pregunta tan serio y con una cara de mala leche de tal calibre que no tienes más remedio que apartar la mirada y volver los ojos, avergonzado, hacia tus zapatos, rogando en silencio para que el ascensor llegue a tu piso lo más rápido posible…

 Mirada horror

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens