Me lo regaló mi Cuate Pepe por mi santo, allá por el principio de año. ¡Ya tiene valor, el tío, regalarme un libro, sabiendo que además de lector voraz, soy comprador compulsivo! Y mira que lo tuve en mis manos en la maravillosa Librería Luces de Málaga, a finales de 2013. Pero por alguna razón no me lo terminé de llevar. Imagino que, inconscientemente, sabía que acabaría llegando a mis manos.
Como así fue.
Y, para leerlo, decidí aprovechar que me iba con mi Cuate a Málaga, cuatro días, a disfrutar de la Fase Final de la Copa del Rey de baloncesto, tal y como comentamos en esta entrada. (Por cierto, que ya tenemos nuestros abonos para los partidos de España en el Mundial de baloncesto, conseguidos a cara de perro por nuestra impagable Panchy, un hacha cibernética que consiguió evitar el colapso del sistema y pilló los abonos para la Vieja Peña)
Pero volvamos a Málaga. Nuestro grandioso anfitrión, Manuel, nos preparó un extraordinario plan gastronómico-festivo para aquellos días, detallado en la entrada anteriormente reseñada; por lo que no tuve mucha ocasión de leer. Lo justo, antes de dormir o, al despertar, aún arrebujado entre las sábanas. Pero fue un gusto disfrutar de las memorias baloncestísticas de ese crack que es Antoni Daimiel, al que aún sigo con delectación, siempre que puedo, en las noches de NBA que nos ofrece Canal Plus, ahora acompañado por Carnicero y Loncar, todo un Big Three de excelsos comentaristas.
Los aficionados al baloncesto tenemos dos voces incrustadas en nuestro inconsciente colectivo. Una, la de Ramón Trecet, los sábados por la mañana, en Televisión Española. La otra, la de Andrés Montes, en Canal Plus, haciendo pareja de hecho televisiva con Daimiel durante años y años. Montes le prestaba su genio y su locura a las retransmisiones, trufadas de apelativos imposibles, sobrenombres inolvidables y de sonoras onomatopeyas. Daimiel, por su parte, aportaba sus necesarias dosis de serenidad y el análisis riguroso, científico y concienzudo.
Y “El sueño de mi desvelo”, por supuesto, habla de todo ello, a través de diversos capítulos en los que repasamos la primera vida (deportiva) de Jordan (cuando Dios descendió sobre Boston y se encarnó en jugador de baloncesto), la magia de los Lakers, los cierres patronales, las huelgas y el trabajo del Comisionado Stern; la vuelta de Jordan, el divorcio entre Kobe y Shaq, la irrupción de Gasol en la NBA, los once anillos de Phil Jackson, el desembarco de españoles en la mejor liga del mundo, el reinado de Lebrón, etcétera, etcétera.
Y un capítulo muy interesante: el de fracasos, escándalos y jugadores problemáticos y complicados. ¡Porque también nos gusta la crónica negra y el lado oscuro del oropel, el lujo y los flashes! Y por supuesto, las anécdotas de los viajes a USA para seguir en directo los partidos: comidas, encuentros, desencuentros, conciertos, desconciertos…
Si te gusta el baloncesto, el libro de Daimiel es necesario. Si eres seguidor de la NBA y ves los partidos y/o los resúmenes diarios de la liga, es imprescindible.
Y si no eres muy aficionado que digamos… ¿quién sabe? Lo mismo te animas a amar este juego, leyendo a Daimiel 😉
Jesús Lens