Homenaje a Benny Golson

Hoy miércoles, desde las 22.30 horas, la Asociación de Jazz Ool Ya Koo presenta en el Club Magic un homenaje al saxofonista Benny Golson, a través del grupo Benny Golson’s Legacy, compuesto por Carlos Ligero al saxo tenor, Antoine Mader al trombón, José Ignacio Hernández al piano, Cucu Fernández al contrabajo y Sergio Díaz a la batería.

 Benny Golson

Nacido el 25 de enero de 1929, Benny Golson es un saxofonista tenor, compositor y arreglista estadounidense más asociado con diferentes estilos, como el bebop o el hard bop. Integrante de grupos capitales como The Jazz Messengers, en la discografía oficial de Golson hay más de veinte grabaciones como solista, lo que le acreditan como uno de los grandes maestros del jazz de todos los tiempos.

Como homenaje al maestro, el quinteto Benny Golson’s Legacy interpreta algunos de los temas de Golson que más han trascendido hasta nuestros días. Así, tendremos la oportunidad de escuchar canciones como Whisper Not, Along Betty, Blues March o I Remember Clifford, entre otros grandes clásicos, en un concierto irrepetible.

¿Servirá este concierto para animar a la publicación del disco grabado por Golson, dirigiendo a la Big Band de Granada, en uno de los conciertos más memorables del Festival de Jazz de Granada de hace unos años?

Sergio Díaz, a la batería
Sergio Díaz, a la batería

Una nueva ocasión para para disfrutar de la música más caliente en directo, un privilegio que, dada la actual situación del arte y la cultura en nuestra sociedad, no se debe desdeñar.

Sobre Ool Ya Koo y el Club Magic

La Asociación Ool Ya Koo tiene como objetivo el promover la divulgación, conocimiento y disfrute de la música de jazz -y otros géneros musicales afines- entre los ciudadanos así como potenciar la música de jazz en directo. Además, Ool Ya Koo quiere cultivar la unión y el intercambio de ideas entre aficionados, músicos y asociaciones afines, estableciendo vínculos y favoreciendo la realización de actividades conjuntas y fomentando la creación de nuevos aficionados entre la infancia y la juventud.

El Club Magic, en los bajos de la Plaza de Toros, se ha convertido en el templo por excelencia del jazz en vivo en Granada, albergando la programación semanal de conciertos de la Asociación Ool Ya Koo y colaborando con el Festival de Jazz de la ciudad, además de ofrecer música variada y adaptada a todo tipo de público a lo largo de la semana y los fines de semana.

En palabras de Juan Carlos Cifuentes, Cifu, mítico director del programa “Jazz entre Amigos”, el Club Magic hace honor a su nombre: hay magia en el ambiente.

Información:

Fecha: miércoles 19 de febrero

Hora: 22.30 horas

Lugar: Magic Club. Avenida Doctor Olóriz, 25 (Bajos de la Plaza de Toros). Granada

Precio de la entrada: Gratis para los socios de Ool Ya Koo. 6 euros con consumición para los no socios.

Granada ciudad de Jazz

¡Impresionante reportaje que ha escrito Belén Rico para Granada Hoy, sobre el jazz en la capital nazarí, publicado el pasado domingo! Y las fotos de Pepe Villoslada, tomadas en el Club Magic, donde se celebran los conciertos organizados por la Asociación de Jazz de Granada Ool Ya Koo; una gozada.

Granada ciudad de jazz I

Granada ciudad de jazz II

Un privilegio tener a compañeros en los medios locales que sienten, viven, disfrutan y difunden la cultura.

¡Larga vida al jazz en vivo!

PD.- Por si prefieres leer el texto, pincha aquí en el enlace de la web de Granada Hoy.

Jesús Lens

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Aúllan luego cabalgamos

Hoy publico en IDEAL mi columna, que habla de cine. Y de algo más. La vida, o sea. A ver qué te parece. Por cierto, ¿has visto la película de la que hablamos? ¿Y?

Hacía tiempo, mucho tiempo, que una película no provocaba tal tormenta mediática. Decenas de columnistas, articulistas y contertulios de radio y televisión hablan de ella. Y las Redes Sociales se han visto abarrotadas de imágenes, comentarios y reflexiones sobre el último film de Martin Scorsese, “El lobo de Wall Street”.

 El lobo de Wall Street cartel

Aunque buena parte de la conversación audiovisual del siglo XXI mira a la televisión y a series como “The Wire”, “Los Soprano”, “Mad Men”, “Breaking Bad” o la más reciente, “True Detective”, una joya; de vez en cuando aparecen películas totémicas que provocan un terremoto y se convierten en acontecimiento mediático de primer orden, de forma que, si no la has visto, estás fuera de juego.

 True Detective

“El lobo de Wall Street” es una de ellas. Es la película que hay que ver. Sí o también. Y, después, toca posicionarse. Hace poco, por ejemplo, un antiguo político conocido por sus famosos e inverosímiles peinados escribía en su Blog personal que casi nunca iba al cine y que maldita la hora en que decidió ver “una película asquerosa y cargada de antivalores”.

A estas alturas todo el mundo sabe que la película de Scorsese, que a mí me pareció extraordinaria, como señalaba en esta reseña, cuenta la historia de un sujeto real, Jordan Belfort, un arribista que se hizo multimillonario gracias a la Bolsa, espoleando ese instinto primario que todos llevamos dentro: ¿por qué no tengo yo derecho a ser millonario y a enriquecerme en el Mercado de Capitales? ¿Por qué no puedo yo ser protagonista del Sueño Americano? Un sueño que terminó transmutado en la peor de las Pesadillas Capitalistas, como tuvimos ocasión de comprobar con el crash de la subprime y sus colaterales efectos.

 El lobo de Wall Street Leonardo

Solo que Jordan, además de hacerse rico, hizo ostentación de ello. Y dio rienda suelta y notoria visibilidad a sus vicios y aficiones: drogas en cantidades industriales, sexo orgiástico con prostitutas, fiestas sin fin en las que la vejación de diferentes personas (convenientemente pagadas para ello) era la norma; accidentes de coche, barco y aviación…

La película de Scorsese que, junto a “Uno de los nuestros” y “Casino”, formaría parte de una apócrifa pero imprescindible Trilogía de la Codicia, es a todas luces excesiva, tanto en el fondo como en la forma. La cámara no para quieta un segundo, los picados y los contrapicados suceden a los travelling más vertiginosos y nos sentimos abrumados por todo lo que la pantalla nos va escupiendo; llegando a sentirnos golpeados, como si fuéramos un saco de boxeo.

 El lobo Leo

Porque ese es el valor de la película: describir con pelos y señales, sin ambages, una modalidad de capitalismo salvaje carente de cualquier tipo de ética, miramiento o consideración. No creo que nadie que vea la película pueda pensar que Scorsese enaltece a Jordan y a sus acólitos, como tampoco lo hacía con los gángsteres de sus otras películas. Sencillamente, cuenta las cosas como fueron. Y no debemos olvidar que contar la realidad de las cosas ya es un acto revolucionario en sí mismo.

Jesús Lens

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La gran estafa americana

Sería una enorme exageración decir que la más reciente película de David O. Russell es una gran estafa, jugando con su título, pero sí es verdad que me esperaba más de una de las películas que más premios y nominaciones han obtenido a lo largo del 2013. Por no hablar de su descomunal reparto. Y, por supuesto, sin olvidar que el género de ladrones, pícaros y timadores es uno de mis favoritos.

 La gran estafa americana cartel

El pasado viernes, pues, no me sentí estafado al salir del cine, pero reconozco que al ver que la película “solo” había durado dos horas y cuarto, sí que me llevé una monumental sorpresa: ¡a mí me había parecido que superaba las tres horas, como “El lobo de Wall Street”!

Y es que el bueno de Russell le da demasiadas vueltas a una historia estupenda, pero que hubiera ganado, y mucho, de haber sido condensada en aquellos maravillosos 90 minutos, las tres bobinas que tanto hicieron por la evolución del cine, al convertir la sala de montaje en una especie de segunda dirección en la que se eliminaba todo lo superfluo y accesorio a la trama principal.

 La gran estafa americana reparto

Vueltas que da la trama, sobre todo, para poder presentar a una serie de personajes, perdedores y soñadores irredentos, cuyo mayor logro es pasar por tipos importantes, dando igual que se trate de estafadores de poca monta que de agentes del FBI. Y para tratar de impresionar a los demás, hay que cuidar la imagen.

Ríos de tinta (y de tinte) han corrido a cuenta del bisoñé que el personaje interpretado por Christian Bale se encasqueta en la primera y morosa primera secuencia de la película. Los mismos que se merecían los rulos del otro coprotagonista de esta farsa, Bradley Cooper y sin menospreciar el fabuloso tupé de Jeremy Renner, los escotes de Amy Adams o las uñas de Jennifer Lawrence.

 La gran estafa americana rulos

La imagen es tan importante que el director le dedica minutos y minutos de metraje al aspecto de los personajes, sin que la historia avance lo más mínimo, con la cámara deteniéndose en ellos, por delante y por detrás, de frente y de perfil, mientras caminan, se sientan en el coche o toman copas en los bares, en muchas ocasiones, demasiado forzados y acartonados.

Y así nos vamos hasta esos 138 minutos que lastran la que hubiera sido una estupenda película protagonizada por encantadores timadores del tres al cuarto en la Nueva York de los años setenta.

 La gran estafa americana uñas

Porque el argumento es asaz interesante: un par de estafadores de poca monta son detenidos por el FBI y, para quedar en libertad, aceptarán trabajar con ellos en la detención de algún que otro sinvergüenza. Solo que el agente del FBI a cargo de la operación tiene altas miras y muchas veleidades, por lo que empezará a apuntar a piezas que vuelan cada vez más alto, complicando de esa manera la vida de todos.

Mención aparte merece la construcción de los personajes, las relaciones que establecen entre ellos y, sobre todo, la resolución de la película. Ahí sí luce el trabajo de un guion que respeta al máximo a cada una de sus criaturas y que resulta excepcionalmente antimaniqueo.

 La gran estafa americana cena

Pero de ser válida la opción de calibrar una película según la intención de volver a verla en los próximos cinco años, me temo que “La gran estafa americana” no pasaría el corte.

Jesús Lens

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