Decir que hoy, 1 de septiembre, está entre ayer y mañana, es una tautología que, sin embargo, no carece de sentido. El 1 de septiembre es el día en que todo vuelve a comenzar, el otro primer día del año, más importante que el propio 1 de enero, desde un punto de vista laboral y productivo.
Nos despertamos el 1 de septiembre y, de repente, el final de año ya está ahí. Llegan las prisas, los nervios, las presiones y ansiedades. Tras el parón del verano, todavía queda mucho por hacer. El 1 de septiembre es día de reuniones y agendas, de planes, de redefinición de objetivos y de estrategias para conseguirlos.
El 1 de septiembre vuelven los trajes y las corbatas, aunque sigamos a cerca de 40 grados. Vuelven las prisas, los atascos y los nervios; los ascensores llenos de gente y la impaciencia de los conductores en los pasos de cebra.
Y, sin embargo, este 1 de septiembre es uno de los más improbables de nuestra vida. Tras el fracaso de Rajoy, ayer, en la primera votación para su investidura, nos encontramos en esta especie de jornada de reflexión, análisis, porras y apuestas, a la espera de ver lo que ocurre mañana.
Personalmente, creo que, en el mismo instante en que Cs firmó el pacto de investidura con el PP, Mariano Rajoy dio por cerrada esta legislatura e inició la campaña electoral para las terceras elecciones generales, convencido de que puede alcanzar la mayoría absoluta, a costa de los votos del partido de Rivera, precisamente.
Y, mientras, los asuntos locales pasan a un segundo plano. Hoy nos preocupan menos la Mesa del Ferrocarril y la desconexión, los desmanes económicos de la anterior corporación municipal y las ordenanzas antibotellón.
Lo más preocupante de la actual coyuntura es que, ante la más que previsible derrota de Rajoy de las Cortes, buena parte de los asuntos locales se tratarán, desde el próximo lunes, en clave preelectoral. Y eso nunca es bueno, que incita al postureo, la retórica y los gestos para la galería, más que a la búsqueda de necesarios consensos y soluciones prácticas, técnicas, útiles y duraderas.
Extraño 1 de septiembre, encapsulado entre la tomatina ayer y la ¿incertidumbre? de mañana, lo que nos impide concentrarnos en el aquí y el ahora, que es justo lo que deberíamos estar haciendo.
Jesús Lens