¡Qué rule! ¡Qué rule!

Reconozco que fui malo y pensé: ¡ahora sí que sí!

El pasado agosto nos desayunamos con la noticia de que se había planteado la posibilidad de trasvasar agua de la presa de Rules hacia Málaga. Y la Costa granadina, por supuesto, estaba en alerta ante semejante atrocidad. Y de ello hablo hoy en mi columna de IDEAL.

Presa de Rules

Tirando de hemeroteca, veo que ese runrún ya había saltado a los medios otras veces, pero con Almería como hipotética destinataria del tesoro hídrico atesorado en Rules. Ni que decir tiene que ese rumor jamás se ha materializado. En realidad, nunca fue muy creíble ni provocó excesivas reacciones.

Pero cuando es Málaga la que pide… ¡Ay, cómo cambia el cuento! Y por eso pensé que ahora sí sería posible que las administraciones se pusieran manos a la obra con las canalizaciones de Rules, tema sangrante, doloroso, incomprensible e ignominioso donde los haya.

Indignados como estamos con la cuestión del AVE, la estación de tren, el soterramiento de las vías y la desconexión ferroviaria; nos olvidamos de la que es, posiblemente, la peor muestra de estulticia administrativa y la mayor afrenta contra nuestra provincia: la inutilidad manifiesta de la presa de Rules.

Mayor aprovechamiento Rules
Mayor aprovechamiento Rules

Pongámonos en situación y tiremos del BOE. 20 de febrero de 1953. Declaración de interés nacional de los nuevos regadíos de Motril y Salobreña, con objeto de aprovechar los recursos hidráulicos disponibles del río Guadalfeo. Años 1981, 1982 y 1986: ampliación de nuevos regadíos de la Costa Tropical y finalización del embalse de Béznar. Año 2001: Declaración de interés general de la presa de Rules y de las conducciones derivadas del embalse para riegos en Motril-Salobreña. Año 2004: inauguración de la presa de Rules.

Año 2016. Quince años después y tras innumerables promesas y cruces de declaraciones, críticas y amenazas entre nuestros prebostes; ni una sola gota de agua proveniente de esta faraónica inversión ha llegado a los surcos y plantaciones de la Costa.

Sequía Costa Tropical

El calor y la sequía nos devoran. Que no será por culpa de ese cambio climático que, a decir de los de siempre, no existe; pero que nos da igual. El hecho cierto es que el campo agoniza de sed mientras las conducciones de Rules siguen siendo un proyecto fantasma en el que es más fácil encontrar psicofonías que euros. De ahí que, al asomar Málaga su patita, me hiciera yo ilusiones de que, lo mismo…

Jesús Lens

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Gracias, Pablo Juliá

Tiene tela que el primer damnificado del escándalo de los altos cargos fantasma de la Junta de Andalucía haya sido Pablo Juliá, un currante de tomo y lomo que, si algo no es, precisamente, es un fantasma.

Pablo Juliá

He tenido la suerte y el privilegio de coincidir con él varias veces, por cuestiones de trabajo, y además de ser una persona de trato exquisito y un hombre sabio, es un brillante profesional, que es de lo que se trata. Y a su magna figura dedico mi columna de hoy lunes en IDEAL.

Me da rabia ver su nombre mezclado con una trama de corrupción y amiguísimo en la que familiares de altos cargos del PSOE sin oficio ni beneficio han sido nombrados para puestos que, en algunos casos, no han llegado siquiera a ocupar, como ha ocurrido con los supuestos directores del Centro Andaluz del Flamenco y de la Filmoteca de Andalucía.

Pablo Juliá es un histórico de la fotografía andaluza con una acreditada trayectoria a sus espaldas que, además, ha sido un excelente gestor, aglutinando a su alrededor a una pléyade de artistas que, al calor del Centro Andaluz de la Fotografía, han dado lo mejor de sí mismos.

Por ejemplo, uno de los últimos proyectos del CAF, el «CLOSER» de José María Mellado, que supuso un cambio radical en la fotografía del artista gracias a las sugerencias, el empuje y el aliento de Juliá.

Pablo Juliá Closer

Según parece, el contrato de Juliá con la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales se negoció sin publicidad, lo que ha llevado a Podemos a pedir explicaciones a la consejera de Cultura de la Junta, Rosa Aguilar. Y, harto y cansado, Juliá ha tirado la toalla y no ha renovado su contrato con el CAF. Ni el CAF con él. Ahora, es de suponer, se abrirá un concurso público y se elegirá la mejor de las opciones posibles.

 Obviamente, le desearemos lo mejor al elegido, cuando llegue el momento, pero menuda papeleta, suplir a Juliá tras estos brillantes nueve años al frente de un Centro Andaluz de la Fotografia modélico y gracias al que hemos podido disfrutar de grandiosas exposiciones en diferentes espacios de nuestra provincia.

Pablo Juliá sabio

En esta vida hay muchos profesionales que hacen muy bien trabajo. Mucho más difícil es encontrar a personas que, además, consiguen atraer el talento ajeno y extraer lo mejor de las personas que les rodean. Pablo Juliá es una de ellas. ¡Gracias Maestro!

Jesús Lens

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Entre Pacos anda el juego

Cuando despertamos, Málaga seguía ahí. Tan cerca, tan lejos… En todos los sentidos. Hace un par de semanas les contaba que me había ido a la capital vecina a hacer un poco de turismo cultural y terminaba mi artículo diciendo que Málaga es un ejemplo a seguir, debiendo dejar a un lado (in)sanas envidias y provincianas rivalidades empobrecedoras. Y sobre este tema, aunque en clave diferente, escribo hoy en el IDEAL del domingo.

La presentación de Andalusia Soul en un campo de golf malagueño tras su puesta de largo en la Alhambra de Granada, (de la que hablé aquí) parecía acercarnos a la Costa del Sol un poquito más y, por momentos, hemos tenido la sensación de que nacía una preciosa Love Story entre el regidor pepero de Málaga, Francisco de la Torre y nuestro alcalde socialista, Paco Cuenca.

Andalusian Soul

Pero el idilio ha resultado ser un fugaz amor de verano: a la propuesta de Cuenca de que Granada y Málaga compartan la Agencia del Medicamento tras el Brexit, el regidor malacitano le ha dado calabazas y ha dicho que nones, que tampoco hay que pasarse, que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Que esto empieza a ir demasiado deprisa y que la relación no ha madurado hasta ese punto.

Además, y alarmado por este arrebatado amour fou nacido al calor del torbellino del Eje andaluz, un tercer Paco ha terciado en el affaire de forma abrupta: el concejal de IU en el consistorio granadino, Paco Puentedura, ha recordado a Cuenca que se debe a Granada y que nuestra ciudad no puede ser subsidiaria de Málaga.

Paco Cuenca Paco Puentedura

Esta relación entre las dos provincias me recuerda al personaje de Robert Mitchum en una obra maestra incontestable del cine negro, “La noche del cazador”, cuando aparecía en pantalla con las palabras LOVE y HATE tatuadas en sus nudillos. Amor y Odio, enfrentados en una lucha perenne a lo largo de la historia.

Hace ya varios meses, cuando Torres Hurtado tuvo la ocurrencia de “hacer nuestro” al aeropuerto de Málaga, le dijimos de todo menos bonico. Que lo que tenía que hacer era traer más conexiones al aeródromo granadino y dejarse de inventos picassianos. ¿Fuimos injustos?

Love Hate

Parecía que el buen rollito del Andalusia Soul podía servir para limar asperezas, tender puentes y generar nuevas sinergias interprovinciales. Ojalá que el Brexit y la pelea por sus despojos no sean la excusa para enzarzarnos en una disputa entre Pacos.

Jesús Lens

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¿Y el detective del Zaidín?

Le echo de menos. Le añoro especialmente estos días en que mi barrio celebra sus fiestas grandes; esas fiestas que, a golpe de batería, bajo y guitarra, le echan el cierre definitivo al verano, por mucho que el calor se haya empeñado en prolongarlo. Y a él le dedico mi columna de IDEAL de hoy sábado.

 Lens-Salazar-Alcaraz

Echo de menos a Matías Verdón, el mítico detective del Zaidín cuya última investigación se desarrolló precisamente por estas fechas, a finales del siglo pasado, cuando Aznar llegó al gobierno. Su última investigación pública, quiero decir. La última de la que su fiel notario, el escritor Alfonso Salazar, ha dejado testimonio público.

Porque, dicen, después de resolver el caso del niño perdido de una familia bien de Granada, complejo asunto que le costó el escaño a un diputado del PP de los de toda la vida, Verdón ha seguido husmeando por las calles del Zaidín. Y por las que se extienden más allá de los dos ríos que dan nombre al barrio.

Es verdad que, ahora, está muy mayor. Dicen que, incluso, se le puede encontrar en un Centro de Día, por las mañanas. Del que, sin embargo, no tarda en escaparse en cuanto el personal se descuida un segundo. También se dice que su fiel amigo, el Desastres, tuvo una revelación se ha hecho parroquiano habitual de un local adyacente a la calle Beethoven en que se practica el Culto.

Alfonso010

Se dice. Se oye. Se comenta. Pero ¿les hacemos caso a esos rumores? Posiblemente. Porque la vida da muchas vueltas y, por ejemplo, sí es fiable la información que habla de Verdón, Desastres y Planchet de farra, una noche, en el Kebab de la Avenida de Cádiz que hay junto a las Fuentes.

Y es que el Zaidín ha cambiado mucho en estos años, convirtiéndose en el barrio más multicultural e interétnico de Granada. Un barrio en el que la crisis ha hecho estragos en el comercio tradicional, alterando usos y costumbres de los vecinos.

La primera aventura del Detective del Zaidín la puedes comprar aquí por 1 Euro
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Pero todo ello no hace sino abundar en la tesis de que necesitamos al Detective del Zaidín de vuelta en nuestras calles. También se dice que su hijo, aburrido tras su prematura prejubilación en Teléfonica, está pensando en tomar el testigo de Matías Verdón, fusionando su pericia tecnológica en el mundo de las telecomunicaciones con la experiencia vital de su viejo. Insisto. Se dice, se oye, se comenta…

Jesús Lens

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Café Society

Lo bueno de Woody Allen, más allá de su cita anual con las pantallas de cine, es que sus películas son fácilmente clasificables en dos categorías: las muy buenas y las obras maestras.

Café Society Allen

Me resulta curioso leer algunas críticas escritas con ese tonillo de superioridad, entre lo moral y lo intelectual, que hablan de “un Woody Allen menor”, como si la más diminuta de sus películas no fuera infinitamente mejor al 90% del cine que se estrena en las pantallas convencionales.

Ir a ver cualquier película de Woody Allen es un acierto seguro. Un 1 en la Quiniela. Uno de esos ritos anuales tan placenteros como el principio de las vacaciones o el fin de las Navidades. Pero, como ocurre con “Café Society”, cuando Woody Allen está plena forma, ir a ver una de sus películas se convierte en uno de los grandes momentos cinematográficos del año.

Contar de qué va una película de Allen es un ejercicio de futilidad. Sus películas van, siempre, de él mismo. De sus demonios, obsesiones, paranoias y de su fascinante mundo interior. De ser judío. Y de no serlo. Y de la muerte, claro.

En uno de sus verborreícos y deliciosos parlamentos, la voz en off que nos acompaña durante toda la película sostiene: «Vive cada día como si fuera el último, y uno de ellos acertarás”. ¿Se puede decir más con menos palabras?

Sí. Cuando dice algo así como que la vida es una comedia escrita por un guionista sádico. Por ejemplo. Perlas de la filosofía de un Allen que en “Café Society” vuelve a acertar de pleno. Con la ambientación, entre un Hollywood áspero y un Nueva York mucho más agradecido, con sus gángsteres incluidos.

Café Society poster

Acierta con ese triángulo protagonista, extraordinario, empezando por un Steve Carrell que, al principio, creemos que se nos va a hacer antipático. Pero no. Porque los personajes de Woody nunca lo son. ¿Y Jesse Eisenberg, una nueva vuelta de tuerca al Woody Allen actor por antonomasia? Esos trajes, ese destartalamiento, ese feliz atolondramiento, esas brillantes  réplicas apenas susurradas…

Y está, espectacular, Kristen Stewart, una actriz que, para algunos, tendrá que hacer penitencia hasta el día del Juicio Final por haber protagonizado la saga “Crepúsculo”, pero que en esta película está maravillosa.

Acierta Allen, por supuesto, con sus secundarios de lujo, desde los padres judíos del protagonista al cuñado filósofo. ¿Y ese hermano hampón y su pasión por el cemento? Su postrer conversión, de hecho, es tan desopilante como todo su tránsito por la película.

Acierta, Allen, con el juego entre Los Ángeles y Nueva York. Y con el garito del que se hace cargo el protagonista. ¡Qué gozada de sitio! Yo sería asiduo, desde luego. Y está el jazz, claro. Que suena mucho y muy bien.

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Pero, sobre todo, está el final. Un final prodigioso, en absoluto abierto. Un final onírico, viaje al final de la noche, y que le da sentido al desconcierto narrativo de algunas secuencias previas, que parecen saltar en el tiempo, sin orden ni concierto.

Un final, dos miradas perdidas en lontananza, introspectivas. Miradas que a todos se nos han escapado alguna vez. Y que, por eso, sentimos tan próximas y cercanas; tan cruelmente afiladas.

Jesús Lens

Twitter Lens