Ya falta poco. Apenas unos días para que Trump se convierta en Presidente de los Estados Unidos… y empiece a decepcionarnos. Y lo hará desde el primer momento. Porque es imposible que esté a la altura del personaje que él mismo ha creado a lo largo de estos meses. Y de ello hablo hoy, en IDEAL.
En su ya famosa rueda de prensa de hace unos días, Trump tocó techo. A partir de ahí, solo le queda ir hacia abajo: no creo que ni en su esperadísimo discurso de toma de posesión, tras su juramento en el Capitolio, se atreva a estar tan bronco, áspero, provocador y maleducado.
Y, a partir del 20 de enero, insisto, empezarán los bluffs. Porque, seamos sinceros, lo que esperamos de Trump, en el fondo, es comprobar si tiene redaños para cumplir con todas las barbaridades que ha ido prometiendo a lo largo de estos meses. Es lo que nos pide el cuerpo. ¡Caña, caña, caña!
Una vez derrotada Hillary, no hay marcha atrás, desde un punto de vista emocional. Una vez consumado lo imposible y admitido que The Golden Man is Mr. Presidente himself, solo esperamos pasos de gigante y quemar etapas, avanzando a toda marcha hacia un futuro claramente incierto. Pero… Show must go on!
Si Trump cumple con la mitad de las cosas que ha dicho que va a hacer durante su mandato, además de abocar a los EE.UU. a un contencioso armado con China, de la mano de Rusia; provocará un terremoto económico y social en todo el mundo, merced a su política proteccionista. El primer país en sufrirlo será México, con el agravante de la cuestión del muro, pero no tardarán en seguirle buena parte de los países latinoamericanos y asiáticos cuyas economías han crecido gracias a la globalización.
A la vista de todo ello, países como Alemania y Francia no dudarán en elegir a candidatos populistas que prometan una rapidísima creación de empleo, severo control de la inmigración y, sobre todo, seguridad dentro de sus fronteras. Y en Pitres, puerto de mar, puestos a prometer.
Todo ello, junto a la rápida y contundente resolución de conflictos como el de Siria, Palestina o Afganistán, nos situará al borde de la III Guerra Mundial. Esperemos, pues, que Trump empiece a ser un bluff, soso, aburrido y decepcionante, desde su primer día de mandato. Si no, avíaos vamos.
Jesús Lens