Proyecto escritorio

Una lesión deportiva, como una enfermedad, te desbarata la vida cotidiana hasta extremos insospechados. Por ejemplo, cuando algo tan sencillo como dar un puñado de pasos se convierte en un ejercicio heroico, el orden de importancia de las cosas cambia por completo.

Yo soy de escribir en cualquier sitio, careciendo de rituales especiales, manías, fetiches o costumbres. Sin embargo, tras cerca de dos semanas con una pierna estirada y el pie en alto, volver a sentarme en mi escritorio, junto a la ventana de mi biblioteca, ha sido uno de los grandes placeres de lo que llevamos de 2017.

¡Cómo he echado de menos esta mesa amplia, de madera clara y abarrotada de cachivaches, sobre la que escribo estas líneas! Y eso que no me han separado de ella más allá de diez metros de distancia: los que van hasta el salón en que descansa el sofá que ha monopolizado mi vida estos últimos días.

Días en los que he aprovechado para disfrutar, precisamente, del “Proyecto escritorio” de Jesús Ortega, subtitulado como “La escritura y sus espacios” y publicado por la granadina editorial Cuadernos del Vigía: ya que tenía vetado mi propio escritorio, he estado cotilleando sobre los lugares de trabajo de 77 autores que, además de fotografiarlos desde su personal punto de vista, los utilizan como vehículo de reflexión sobre el propio acto de crear y escribir.

Si los hombres somos lo que comemos, los escritores somos lo que leemos… y también donde escribimos. Ahora lo tengo claro. El espacio sí importa. Y mucho. Me encanta, por ejemplo, la transparencia que muestra la mesa de trabajo de Andrés Neuman, su vacío despojado de todo artificio: “Prefiero que el lugar donde escribo se parezca lo más posible a una página en blanco: que tenga todo el mundo por delante”.

Yo soy más, sin embargo, del estilo Ignacio Martínez de Pisón, con la mesa llena de libros que forman columnas en precario equilibrio. Y es que, efectivamente: “Los libros tienden a la acumulación y, por tanto, al desorden”. Y yo, en el caos, me encuentro muchísimo mejor.

El de Juan Pedro Aparicio, con el que tanto me identifico…

Pero si con alguien me he identificado es con Ricardo Menéndez Salmón, cuando dice que “nunca soy tan escritor como cuando no ejerzo el acto físico de la escritura… Escribo cuando viajo, cuando leo a otros a escritores y cuando sueño. Escribo, sobre todo, cuando paseo”.

Jesús Lens

Media Maratón Albayzín Alhambra

¿Quién habrá sido el genio que ha diseñado el nuevo trazado de la Media Maratón de Granada? ¿Quién ha sido el ideólogo?  Porque la sarta de improperios e imprecaciones que le soltaremos, el próximo domingo 30 de abril, será digna de escucharse. Sobre todo, cuando estemos echando el bofe en las exigentes cuestas del Albaicín o sudando el goterón, camino de la Alhambra. Y de ello hablo en IDEAL. (AQUÍ, las clasificaciones de la Media Maratón de Granada 2017)

Este año, la carrera granadina, además de cambiar de fecha, también ha cambiado su recorrido, endureciéndose hasta límites insospechados. Y, por todo ello, al ideoso diseñador de este nuevo trazado, solo podemos decirle un par de cosas: ¡GRACIAS y ENHORABUENA! Sí. Te vamos a maldecir mientras culebreamos por las cuestas. Es ley de vida. Pero, al terminar el recorrido, cuando estemos brindando con una cerveza helada, lo haremos a tu salud. También. Porque, con este trazado, la Media Maratón de Granada promete dejarnos estampas y momentos para el recuerdo. (AQUÍ toda la información)

¡Ya era hora de que la carrera por excelencia de la ciudad de Granada transitara por algunas de las zonas más emblemáticas de la capital nazarí! Que el recorrido de los últimos años estaba trazado como si la prueba fuera un engorro y hubiera que llevarla por la periferia, para no molestar.

El recorrido antiguo

Sé que a alguna gente, encontrarse cortadas las calles de la ciudad durante un par de horas, un domingo por la mañana temprano, le ocasiona infinidad de trastornos. ¡Qué le vamos a hacer! Vivir en sociedad supone ser tolerantes y echarle paciencia a esos acontecimientos que, alterando nuestra vida cotidiana y pareciéndonos absurdos e irrelevantes, a otros, sin embargo, les apasionan.

 

Enhorabuena, insisto, a la concejalía de deportes del Ayuntamiento de Granada porque, ahora sí, podré decirles a mis amigos corredores de toda España que se apunten, sin dudarlo, a la GRAN-MEMA 2017 y que vengan a compartir ese fin de semana con nosotros. Seguramente no harán el mejor tiempo de su vida (con el anterior trazado también era muy complicado hacer buenas marcas) pero disfrutarán de uno de los recorridos más hermosos e inolvidables del mundo, como bien reza el lema de la Carrera de las Dos Colinas en la que se inspira esta nueva Media Maratón de Granada. Por cierto, ¿se acuerdan de cuando propuse que la carrera pasara a denominarse Media Maratón de la Malafollá granaína? 😉

20150531.- X Edicion de la Carrera de las Fuerzas Armadas, Carrera Las Dos Colinas. Tramo Paseo de los Tristes. FOTO: FERMÍN RODRÍGUEZ

Así las cosas y a falta de poco más de dos meses para la carrera, la pregunta es… ¿cómo llevan ustedes los entrenamientos?

 

Jesús Lens

Granada es un western

Sí. Lo es. Un western. Granada. Literalmente hablando. No me refiero al cine, por una vez. No hablo metafóricamente ni barrunto la posibilidad de que las Badlands de Guadix vayan a acoger el rodaje de una nueva película del Oeste. Lo que digo es que Granada es un western en sí misma. Y de ello hablo hoy en IDEAL.

¿Leyeron ustedes el IDEAL de ayer? Al periódico físico, me refiero. Al de papel. Que ya saben que una de mis máximas es que no es lo mismo saber lo que pasa que estar informados. Para saber lo que pasa, basta con picotear por Internet, pinchar algunos enlaces, aceptar unas cookies y dar a unos cuantos Me gusta en las redes sociales.

 

Estar informados es otra cosa. Implica leer. Pero leer de verdad. Y escuchar, más allá de oír. Y si ustedes leyeron ayer este periódico tendrán que convenir conmigo… en que Granada es un western.

 

Portada y páginas 2 y 3: “Desmantelada una potente multinacional granadina dedicada al narcotráfico”. Página 3: “La guerra contra los enganches ilegales y la marihuana, sin tregua”. Página 4: “Denuncian a dos menores por maltrato animal tras una pelea de gallos” y “Prisión para el atracador que intentó robar un bar del barrio de la Plaza de Toros”. Página 5: “Los doce niños que se amotinaron en el Ángel Ganivet e hirieron a dos policías se declaran culpables”.

Es necesario llegar a la página 7 para encontrar esos temas que ya nos suenan a conocidos: el retraso en el Metro, el caso Serrallo o la fusión hospitalaria.

 

Es importante leer el periódico y estar informados porque, de lo contrario, si solo picoteamos de las noticias que nos interesan, permanecemos ajenos a la realidad de lo que pasa en la calle. Y en la calle hay hachís y marihuana como para parar un tranvía, gallos de pelea tuertos, sin cresta ni espolones, después de enfrentarlos en peleas ilegales; motines en centros de acogida y atracos a mano armada, felizmente frustrado en el caso que nos ocupa.

Todo eso es, también, la realidad de Granada. Y como bien escribía Alejandro Pedregosa en su columna del pasado sábado, está directamente relacionado con los paupérrimos índices de riqueza y empleo de la provincia de Granada, con sus bajos niveles de industrialización y tecnificación y con las proverbiales carencias mil y una veces denunciadas, pero jamás corregidas.

 

Jesús Lens

 

Pensémonos a nosotros mismos

Permítanme que insista en los resultados del Observatorio de la Cultura según los cuales, Granada se ha convertido en una ciudad bastante intrascendente a nivel nacional. Analizado el informe, me llama la atención la importancia otorgada a la gastronomía, el diseño y la moda, disciplinas muy importantes, pero cuyo alcance cultural se me hace complicado de ponderar, comparándolo con el impacto del Museo del Prado, por ejemplo. Y de ello escribo hoy en IDEAL.

Es decir, ¿penaliza a Granada, culturalmente hablando, no tener ni un solo restaurante con Estrella Michelín y el abuso de las tapas XXL? Que lo mismo los restauradores deberían pedir subvenciones a las administraciones para subir escalones en el ranking, visto lo visto. Y que conste que no es un tema baladí. Ya lo escribí hace un par de años largos, en este artículo, preguntándonos por qué no hay en Granada ni una sola distinción Michelín a nuestros restaurantes.

También hay que destacar el hecho de que la Fundación Contemporánea que emite el informe esté promovida por La Fábrica y que, entre las primeras 10 referencias culturales más importantes de España haya dos, Matadero y PHotoEspaña, que están íntimamente relacionadas con su actividad.

 

Dicho lo cual, centrémonos en Andalucía, donde la Bienal de Flamenco de Sevilla sería lo más de lo más, seguida del CAC malagueño, el Festival de Cine español, el Museo Picasso, el CAAC de Sevilla, el Pompidou, el recién abierto Palacio de la Aduana de Málaga, el C3A de Córdoba, la Colección del Museo Ruso y, en décimo lugar, nuestro Festival Internacional de Música de Granada.

 

El CAC, el CAAC y el C3A son centros de arte contemporáneo y los dos que conozco son una virguería y siempre que voy a Málaga o Sevilla, hago por visitarlos. El de Córdoba no lo conozco. Pero, ¿están, los tres, en el Top 10 de referentes culturales de Andalucía? ¿De acuerdo con qué baremos? Porque, con las cifras en la mano, el Parque de las Ciencias de Granada es el museo andaluz más visitado. ¿Y no pinta nada para este Observatorio?

Más llamativo aún: la colección del Museo Ruso de Málaga. ¿En serio? ¿De verdad? Perdónenme pero discúlpenme: no me lo creo. O, al menos, no lo veo claro. Ustedes saben que no adolezco de ese reduccionista granadinismo con orejeras que nos lleva a contentarnos con el “como Graná, ná”, que ayer mismo criticaba en esta otra columna los lamentables tijeretazos que las administraciones le han metido a la cultura en nuestra tierra. O en este otro, hablando de Málaga como ejemplo a seguir.

 

Pero antes de fustigarnos, hacer saltar las alarmas y tocar a rebato, analicemos con calma y sosiego los intersticios de este tipo de informes y pensémonos a nosotros mismos, más allá de lo que piensen los demás.

 

Jesús Lens

Observatorio de la cultura

Lo único bueno que tienen los resultados del último Observatorio Español de la Cultura es que difícilmente podremos caer más bajo. Y es que Granada no se encuentra entre las diez ciudades españolas con mayor relevancia cultural. De hecho, es la vigésima.

Lo de destacar las diez primeras es para poner el acento en el hecho de que Sevilla y Málaga si están ahí. Concretamente, Sevilla es la sexta ciudad española en calidad cultural y la séptima en innovación y Málaga, ocupa el quinto lugar en ambas clasificaciones. ¡Ay, Málaga, la de veces que te mentamos, con envidia y admiración, por haber conseguido una esencial unión institucional, política, empresarial y ciudadana en favor de tus grandes citas e infraestructuras culturales!

 

Granada, sin embargo, empieza a ser irrelevante, más allá del histórico Festival de Música y Danza, sin citas ni eventos significativos que nos hagan destacar allende nuestras fronteras.

Hace unas semanas, hablando sobre la candidatura de Granada a la capitalidad cultural de 2031, Francisco Cuenca destacaba la necesidad de trazar una hoja de ruta que nos permita presentar una candidatura sólida. Para ello es necesario comenzar por un análisis DAFO de debilidades y fortalezas del sector cultural granadino. Que lo mismo nos llevábamos más de una sorpresa.

 

Y es que Granada, autoproclamada como Capital Cultural de Todos los Reinos -incluido Poniente- lleva sesteando, años y años, presa de una acomodaticia autoindulgencia que está resultando letal y devastadora.

Más allá de lo que diga el Observatorio, ¿qué tal si nos fijamos en los presupuestos de las grandes citas culturales granadinas, las que tienen impacto y repercusión y generan efecto imán? ¿Cómo es posible que sobrevivan con los tijeretazos que les han metido, los unos y los otros? Véase el ejemplo del Festival de Jazz, sin ir más lejos, uno de los decanos y, hasta hace poco tiempo, de los más importantes de España.

 

¿Qué han hecho las distintas administraciones con citas esenciales e innovadoras como el rompedor Festival Internacional de Teatro, el Womad o el lejanísimo y añorado Espárrago Rock? Eliminarlos y/o expulsarlos. ¿A cambio de…? ¿Qué criterios artísticos priman en la gestión de infraestructuras municipales como el Teatro Isabel la Católica o el Palacio de Congresos?

 

Los lamentables datos del Observatorio de la Cultura deberían servirnos como acicate para el análisis, la reflexión… y la inmediata toma de decisiones.

 

Jesús Lens