Taxi Noir

“—¿Por qué quieres ser taxista, Bickle?

—No puedo dormir por las noches”

 

Así comienza “Taxi Driver”, la mítica película de Scorsese interpretada por Robert De Niro, muchas de cuyas secuencias, imágenes icónicas, diálogos y monólogos forman parte de la mejor y más adictiva cinefilia.

Sandino, el protagonista de “Taxi”, la más reciente novela de Carlos Zanón, publicada por la colección Salamandra Black, tampoco puede dormir por las noches. Pero hace ya mucho tiempo que es taxista. En Barcelona, una de esas ciudades que son un mundo, un universo en sí misma.

 

Por no gustarle, a Sandino no le gusta ni conducir. Pero es taxista. Como su padre. Como su hermano. El mundo de Sandino está hecho de libros, películas y, sobre todo, de canciones. De muchas canciones. Y de personas. Aunque a las personas reales les asigna papeles alternativos en las ficciones que le gusta tramar en su cabeza. Una cabeza diferente. Que funciona a su aire.

 

Sandino sale de casa el martes, de madrugada, para enfrentarse a lo desconocido. Otra noche de insomnio. ¿Y van…? Pero éste no va a ser un martes cualquiera. Porque Lola, su mujer, le ha dicho que tienen hablar. Sandino sale corriendo, tras apurar el café. Prefiere dejar la conversación pendiente. Para la noche. Cuando regrese a casa. Porque intuye lo que hay detrás de una frase que es una sentencia. De muerte.

Carlos Zanón en la librería Picasso de Granada

Entonces, comienza la odisea.

 

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Jesús Lens

Tomar perspectiva

Ha regresado fuerte nuestro alcalde, de Argentina. Se ve que le han sentado bien los aires porteños. Y el cambio de aires. Unos días fuera de Granada le han tenido que venir de maravilla a Francisco Cuenca, que no hay como alejarse de un lugar para cambiar la perspectiva, tomando distancias.

Además, lo bueno de irse a un lugar como Argentina es que, con el cambio horario, cuando te despiertas, ya es mediodía en Granada y solo quedan un puñado de horas por delante para que los miembros de la oposición critiquen todo lo que haces, lo que no haces, lo que podrías hacer y lo que deberías hacer aunque sea imposible hacerlo.

 

¡Qué sensación, la de estar hincándole el diente a un asado, unas empanadas, unas milanesas o unos choripanes para almorzar, sabiendo que tus compañeros de Ciudadanos y Vamos Granada ya están a punto de irse a dormir! ¡Qué tranquilidad de tardes, en el Café Tortoni, haciendo patria chica, mientras Luis Salvador, Manuel Olivares, Rocío Díaz o Sebastián Pérez duermen el sueño de los justos, soñando con reprobaciones y mociones de censura!

Habrá quien piense que escribo estos párrafos con un deje de malsana ironía, para criticar el viaje de Cuenca a Buenos Aires. Nada más lejos de mi intención. Desconfío enormemente de la gente que no viaja, no sale, no se aleja y no ve otros mundos, aunque sea de vez en cuando.

 

Insisto en que marcharse unos días al extranjero tiene un doble efecto beneficioso y positivo: ves cosas nuevas y diferentes a la vez que tomas perspectiva de los paisajes cotidianos.

 

Así, no me extraña que el alcalde haya venido con fuerzas renovadas de su viaje a Argentina, impulsando un pacto por las infraestructuras con el apoyo de los empresarios. Y planteando “una revisión del PGOU para abordar la Granada del futuro, con nuevas localizaciones para activar espacios destinados a empresas tecnológicas, aprovechando el potencial humano de nuestra comunidad para localizar más empresas relacionadas con la ciencia y el conocimiento”.

Sin embargo, la inmensa mayoría de los nuevos contratos laborales firmados en los últimos meses, en Granada, eran de dependiente y camarero. Contratos temporales y precarios.

 

Urge cambiar el modelo de ciudad. Lo que no sé si tenemos claro es a qué Granada aspiramos para el año 2030. Un debate a todas luces interesante, necesario… y urgente.

 

Jesús Lens