La anticipación del crimen

Si el año pasado no pude rechazar la oferta de comenzar el año en compañía de los Corleone, la gran Familia por excelencia del cine que más nos gusta, esta Nochevieja decidí disfrutar del tránsito interanual combinando dos de los temas que más me interesan en estos momentos: el género negro y el viaje en el tiempo.

Y lo hice viendo una de las películas menos recordadas de Steven Spielberg: “Minority Report”, estrenada en el año 2002 y protagonizada por Tom Cruise. Resulta curioso su caída en el olvido cuando, en su momento, la presencia en un mismo proyecto de dos pesos pesados como Spielberg y Cruise, provocó una enorme perturbación en la Fuerza.

La película, algo larga y con un final demasiado tópico y complaciente, resulta interesante, sobre todo, por el planteamiento de una sociedad futura en la que el crimen pudiera ser no solo previsto antes de que ocurriera, sino también evitado, gracias al departamento de PreCrimen de la policía de Washington, liderado por el capitán John Anderton (Tom Cruise).

El arranque de la película nos cuenta cómo funciona el sistema de detección precoz del delito, gracias a los cerebros conectados de tres seres singulares, tres mutantes conocidos como los Precognitivos.

Entonces, la sorpresa: el sistema prevé un próximo asesinato que será cometido nada más y nada menos que por el propio Anderton, quien sale por piernas, literalmente hablando, al aparecer su nombre en una de las bolitas que, a modo de bingo negro y criminal, expele el sistema. A partir de ahí, una historia de falsos culpables y persecuciones, de lucha contra contra el destino, de venganza, redención y superación de los traumas del pasado. Normal, por tanto, que la película se alargara hasta las dos horas y media. Máxime cuando hay una conspiración por medio…

“Minority Report” está basada en un relato corto del maestro de la ciencia ficción Philip K. Dick, uno de nuestros autores del culto, experto en mezclar el sci-fi con el género negro, como pudimos comprobar en “Blade Runner”.

Un relato de 1956 en el que el escritor le daba todo el sentido a una historia que planteaba una enorme paradoja: si el policía comete o intenta cometer el delito, tendría que ser detenido, juzgado y encarcelado. Ahora bien, si no lo comete, el sistema habría fallado, convirtiendo en inútil todo su trabajo anterior y, lo que es peor, cuestionando la validez de las sentencias dictadas gracias a él.

Reto al lector a que se haga con el relato y lo confronte con el final de la película, a ver cuál le parece más interesante y, sobre todo, le invito a que reflexione sobre las consecuencias de ambas resoluciones.

Máxime porque, lo que en 1956 era un argumento de absoluta ciencia ficción tan especulativa como improbable, sesenta años después empieza a no serlo tanto, gracias a esa especie de piedra filosofal en la que se ha convertido el Big Data.

Que le pregunten, si no, a la empresa española Synergic Partners y su trabajo en la ciudad Nueva York, analizando qué delitos se cometen con más frecuencia, dónde y cuándo… en aras a tratar de prevenirlos.

Si usted tiene previsto viajar a Nueva York, podemos recomendarle, desde ya, que trate de no estar en Brooklyn entre las 15 y las 19 horas, lugar y lapso de tiempo en los que se producen más delitos. ¡Sobre todo los viernes, que la llegada del fin de semana parece animar a los ladrones! Eso sí, en enero, la tendencia baja. ¿Será por la felicidad navideña o por que hace demasiado frío hasta para salir a pegar el palo?

Estadísticas sobre la comisión de delitos las ha habido desde tiempos inmemoriales, por supuesto, pero la empresa española ha conseguido “predecir” un 72% de los delitos cometidos en la urbe y hasta un 83% en el caso de los asesinatos. Predecir en sentido figurado, dado que no tienen la información de la policía en tiempo real, sino a posteriori. Pero las cifras demuestran que el sistema funciona.

El salto diferencial que proporciona la gestión del Big Data se basa en introducir cada vez más variables en los estudios, unas puramente policiales, como las denuncias o los sucesos acaecidos cada día; y otras más circunstanciales: celebración de eventos en la ciudad, niveles de renta, cotización de la Bolsa, datos de desempleo… e incluso variables atmosféricas, aunque no consta si se tiene en cuenta la fase creciente o decreciente de la luna.

El reto al que se enfrenta Synergic Partners es el de ir cada vez más allá en el análisis de los datos, de forma que se puedan extraer conclusiones que permitan tomar decisiones correctas a la hora de prevenir los delitos, lo que unido a procesos de geolocalización de las unidades policiales, nos invita a pensar en un futuro no tan alejado de lo que propone “Minority Report”. Pero sin la participación de mutantes videntes, por supuesto.

Jesús Lens

El peso del tiempo

Resulta inevitable, al comienzo de año, echar la vista atrás y reflexionar sobre el paso del tiempo. Y sobre su peso. Que, en ocasiones, son toneladas.

Uno empieza a cobrar conciencia del paso del tiempo cuando sus deportistas favoritos, en vez de parecer personas mayores, se convierten en críos insultantemente jóvenes, imberbes y descarados. Te das cuenta de lo viejo que eres la primera vez que te descubres tildando a un deportista de niñato millonario y malcriado.

Otro signo inequívoco del paso del tiempo viene dado por esas reuniones de amigos en las que los temas de conversación arrancan con un preocupante “¿te acuerdas de aquella vez en que…?”. Muchas risas, pero viejunismo rampante, al fin y al cabo.

Sin embargo, el mazazo temporal te deja definitivamente noqueado cuando empiezan a celebrarse los 20 o, peor aún, los 25 aniversarios de acontecimientos históricos e hitos deportivos, culturales o científicos de los que guardas recuerdo… por haberlos vivido o presenciado en primera persona, en vivo y en directo.

Por ejemplo, este 2018 se celebran 25 años del Nobel de la Paz a Mandela y de Klerk por propiciar el final del Apartheid, mientras que Sarajevo seguía sufriendo el deplorable sitio del ejército serbio. Clinton tomaba posesión como presidente norteamericano y el World Trade Center sufría un primer atentado terrorista. En Waco, asediados por el FBI, morían 74 davidianos, secta liderada por David Koresh. “Parque Jurásico” arrasaba en taquilla y Nirvana y Guns N’ Roses sacaban disco nuevo.

Y se cumplen unos nada desdeñables 20 años de la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, los 11 Óscar de “Titanic”, el Nobel de Literatura al granadino José Saramago, la constitución del Banco Central Europeo, la detención en Londres de Pinochet a demanda del Juez Garzón o la final de Roland Garros entre dos españoles: Moyá y Corretja, con Arancha Sánchez Vicario ganándole a Mónica Seles.

Pero 2018 nos trae el argumento definitivo de que el tiempo es relativo y de que, por tanto, Einstein tenía razón: en febrero de 1998, la poderosa Netscape presentaba en sociedad el buscador Mozilla con el que quería hacerle la competencia al imparable Explorer de Microsoft. Se presumía un duelo de titanes. Unos meses después, en septiembre, dos jóvenes estudiantes de Stanford, Larry Page y Serguéi Brin, fundaban en California una empresa llamada… Google. ¿Les suena?

Jesús Lens