Hoy les escribo sentado en la terraza del Café Roxy, antes un cine donde Antonio y Saljo vieron los spaghetti western de Sergio Leone. Interrumpo la escritura para ver a la gente pasar o leer algunas páginas de “Zoco Chico”, de Mohamed Chukri, comprado hace un par de días en la Librairie des Colonnes y muchas de cuyas páginas salvajes fueron escritas en diferentes cafés de Tánger por los que también vamos parando: el Gran Café de París, el Fuentes, el Central, el Tingis… (AQUÍ os contaba que me iba y, AQUÍ, el porqué)
Situada en el Boulevard Pasteur, la Librairie des Colonnes es una gozada para los amantes de los libros, presidida por dos grandes fotografías, una del propio Chukri y otra de Federico García Lorca, lo que me recuerda la conversación surgida al calor del cuscús y los tagine de kefta, escuchando a un grupo interpretar “La Tarara”. Conformamos un grupo variopinto comandado por Antonio Lozano y Salvador Bellver, tangerinos de pro que nos conducen por los rincones íntimos de una Tánger memorística y emocional, pero sin nostalgias ni tristezas. Y vienen el escritor Carlos Zanón y Olga Cuadrado, de la Fundación Tres Culturas, en cuya compañía surgió la idea de este viaje, hace unos meses, en mitad de la A92, entre Sevilla y Granada.
Vienen, también, más personas del entorno de Antonio: su mujer, Clari, y sus hijos, Carlos y Javier. Su primo José Luis e Ingrid. Las familias de Olga, con Merchi, Pepe y el gran Martín; y Zanón y Mari Luz, y Rosa, Pepe y su hija Olga. Un grupo extraordinario.
Paseamos por la Medina y la Kasbah, al amanecer, cuando una Tánger perezosa empieza a despertar. Caminamos guiados por Alí, amigo íntimo de Antonio, al que no le importa abrir algo más tarde su tienda, mientras nos cuenta historias de esta ciudad milenaria.
Entramos en el Hotel Continental para disfrutar de su ambiente internacional y en el que recalaron luminarias como Bogart, cuya maltrecha foto nos saluda desde un oscuro salón. Fotos, también, del equipo que filmó “El cielo protector”, la obra maestra de Bertolucci. Más tarde pasaremos por el Café Mamounia donde se filmaron algunas de sus secuencias. También haremos parada en el Ville de France, que mantiene intacta la habitación 35 donde se alojó Matisse. Resulta toda una experiencia, ver la reproducción del cuadro que pintó justo allí, reproduciendo la vista que contemplaba desde su ventana, y comparar cómo ha cambiando el paisaje, atisbando la realidad actual.
Visitamos los barrios en los que transcurrió la infancia y la juventud de nuestros cicerones, recordando, imaginando, soñando. Y hablamos de literatura, cine, pintura, política, comidas, música… y de futuros viajes compartidos, por supuesto.
Jesús Lens