En el fin de semana en que se disputa la Copa del Rey de baloncesto, una de las competiciones más apasionantes del deporte español, la NBA celebra su fiesta particular: el Partido de las Estrellas.
A mí me gusta mucho más la competición que el deporte de exhibición, pero los concursos de triples, mates y habilidades sí me parecen apasionantes, que los piques entre los jugadores son parte del show. Y cada uno de ellos nos ha dejado lecciones extrapolables a la vida cotidiana.
Por ejemplo, lo de Diallo saltando a Shaquille O’Neill y quedándose colgado del aro por el codo, después de un mate inverosímil y espectacular. Lo de saltar por encima de jugadores es habitual en los concursos de mates, pero Shaq mide nada menos que 2,16, lo más parecido a una montaña humana que se pueda imaginar. Sobrevolarle y acabar con un mate brutal, metiendo hasta el codo en el aro, es una perfecta metáfora sobre la posibilidad de superar los obstáculos de la vida, por grandes que sean. Eso sí: además de tener condiciones, hay que entrenar, esforzarse y… mejor lo dejamos, que se me va la pinza con la verborrea de la autoayuda más facilona.
Pasemos a los triples. A la final llegaron esa bestia parda que es Stephen Curry, megaestrella de los campeonísimos Golden State Warriors; y Joe Harris, discreto jugador de los Brooklyn Nets. ¿Cómo consiguió ganar Harris al mejor tirador de la historia del baloncesto? Haciendo un notable ejercicio de concentración para meter todas las canastas que valían doble, las llamadas Moneyball, y dejar los fallos para los lanzamientos sencillos. ¡Impresionante, su seguridad y su clarividencia, dando lo mejor de sí mismo en cada uno de los lanzamientos que más valían!
Y nos quedan las habilidades. En la final, Trae Young iba bastante por delante de Tatum, más alto y más lento. Solo les faltaba por meter el triple. Young llegó antes a la línea de tres, se cuadró para lanzar… ¡y se encontró con que Tatum encestaba su tiro antes que él! ¿Cómo?
El alero de Boston, viendo que iba a perder, lanzó desde el centro del campo. Quizá lo hizo para entorpecer el tiro del propio Young, más que para anotar. Quizá fue una casualidad. Una chufla. El hecho es que, con su osadía y su arrojada decisión, ganó el concurso.
Jesús Lens