Bilisto Ciudadano Salvador

Lo justo y ecuánime, lo poético y pitagórico, sería que también fuera en las listas europeas. Como número 3, por supuesto. Para los amantes del número áureo, la cábala y la divina proporción, sería motivo de dicha sin fin.

Si Luis Salvador va como número 1 en la lista de Ciudadanos a la Alcaldía de Granada y como número 2 en la del Congreso de los Diputados, ¿por qué no termina de rizar el rizo y se encarama al número 3 de las listas europeas?

Tratar de seguir la trayectoria de Luis Salvador, sus quiebros, espantás, retornos, apoyos, vetos y giros de guion, es una misión tan imposible como la de Tom Cruise en la famosa saga cinematográfica.

Habría que remontarse, por ejemplo, a sus más de veinte años de militancia como socialista y recordar que formaba parte de un llamado Foro Ético, creado por cargos y militantes del PSOE como… ¡Beatriz Talegón, conspicua conspiranoica con veleidades independentistas!

No podemos olvidar que Luis Salvador quiso ser secretario general del PSOE granadino en 2012 y que, derrotado por Teresa Jiménez, en 2013 abandonó el partido para unirse a las huestes de Albert Rivera.

¿Se acuerdan ustedes de aquellas negociaciones, en junio de 2015, posteriores a las últimas elecciones municipales? José Torres Hurtado confesó que se vio fuera de la Plaza del Carmen por lo avanzado de las negociaciones entre Luis Salvador y el partido socialista. Entonces llegó el famoso asado pepero-ciudadano y la nueva entronización de un alcalde que no tardó en salir del Ayuntamiento, aunque escoltado por la UDEF. A partir de ahí, la relación de amor-odio con Paco Cuenca y el idilio con Pérez, escenificado en rueda de prensa.

A todo esto, y más allá del pulsus interruptus a Juan Marín, Salvador ya ha cambiado el acta de concejal por la de diputado anteriormente, dependiendo de dónde soplara el viento. ¿Qué intenciones abriga ahora, volviendo a ir en dos listas diferentes? ¿O Alcalde o nada? ¡Menudo papelón! ¡Qué mal vuelve a dejar a sus compañeros!

Hasta Sebastián Pérez, también dotado del don de la ubicuidad y amigo de la duplicidad de cargos institucionales, ha entendido que ya vale, que el Ayuntamiento de Granada se merece un respeto.

Jesús Lens

Cómic infinito en el Centro Guerrero

Vuelvo trastornado del Centro José Guerrero después de ver la exposición de Ana Merino, Max y Sergio García. Podría ocupar el espacio completo de esta columna nada más que con epítetos elogiosos y calificativos superlativos. ¡Y me quedaría corto! (AQUÍ, toda la información)

-¿Pero todavía no la habéis visto, insensatos?- parece decirnos Sergio García…

Lo van a ver ustedes de aquí en adelante: museos acogiendo la obra creada por profesionales del cómic y la ilustración, ex profeso para sus salas. Paco Roca y el IVAM de Valencia ya están trabajando en ello, por ejemplo. De ahí que sea básico ver, en vivo y en directo, el trabajo de Ana, Max y Sergio para el Guerrero. De aquí a unos años, cuando seamos encantadores ancianitos desdentados, podremos sacar pecho recordando el célebre ‘pues yo estuve allí’ reservado para las grandes ocasiones.

El reto era crear un cómic que ocupara, literalmente, los tres espacios del Centro Guerrero. La línea maestra de Max, enorme representante de la máxima ‘menos es más’, utiliza hasta las escaleras que conectan las plantas para jugar con el imaginario de las rectas paralelas. Incluso le presta un descansillo a Sergio para que introduzca al primero de sus personajes.

Sergio, que actualmente publica en The New York Times y en The New Yorker, aprovecha su intervención en el Guerrero para homenajear a la Gran Manzana que le ha brindado una inmejorable oportunidad para dar rienda suelta a su desbordante vena creativa e investigadora. Lo hace narrando, de forma circular, un día en la vida de seis personajes diferentes.

Un cuento del Nueva York más urbano y multicultural protagonizado por un músico, una dibujante, una anciana, un repartidor, un taxista y un anciano con Alzheimer. En determinados momentos, sus historias se entrecruzan. En otros, marchan por caminos paralelos, pero sin dejar de hablarse, de mirarse y hacerse guiños.

No dejen de admirar la obra en conjunto, pero fíjense también en los detalles: los edificios, los puentes, los vehículos, los cafés… ¡hasta banda sonora tiene el cómic de Sergio!

¡Vivan los quioscos de prensa!

La exposición termina el próximo domingo y no deben perdérsela. Bajo ningún concepto. Enhorabuena al Guerrero por invitar a creadores como Ana -sus poemas hay que escucharlos- Max y Sergio a tomar al asalto el Centro y convertirlo en algo parecido a un cómic infinito.

Jesús Lens

Los orígenes noir de Stanley Kubrick

Estos días se conmemora el vigésimo aniversario de la muerte de Stanley Kubrick, uno de los genios visionarios de la historia del cine, maestro de maestros y referencia obligatoria para generaciones de cinéfilos.

Stanley Kubrick fue un director ecléctico que dejó su huella en el cine de terror, con ’El Resplandor’ y en la ciencia ficción, con ’2001: Una odisea del espacio’. Filmó películas de romanos como ‘Espartaco’, históricas como ‘Barry Lindon’ o cintas de carácter antibelicista como ‘Senderos de gloria’ o ‘Full Metal Jacket’. De hecho, cuenta la leyenda que una de sus ambiciones fue rodar la película definitiva de cada género… incluido el noir.

Para descubrir la huella negra y criminal en el cine de Kubrick nos tenemos que remontar al 26 de junio de 1945, cuando publicó su primera fotografía en la revista Look.

Pero antes, pongámonos en antecedentes: Stanley Kubrick nació en Nueva York en 1928 y nunca completó su educación formal, más allá del instituto. Criado en el Bronx e interesado en disciplinas tan diferentes como la literatura y la fotografía, solía saltarse las clases para ver programas dobles en los cines del barrio. Artísticamente fue tan precoz que, a los 19 años, ya trabajaba para una de las revistas más importantes del mundo.

Su primera fotografía muestra a un vendedor de prensa en su quiosco, rodeado por los periódicos que anunciaban la muerte de Roosvelt. A partir de ahí fue publicando diferentes reportajes en Look, con una especial querencia por los retratos de ambiente callejero. Si a ustedes les gusta el cine clásico, el cine en blanco y negro, reconocerán la estética urbana de la ciudad de Nueva York en las estampas de Kubrick: parejas que se besan en las escaleras de incendios de los edificios, chavales admirando a jovencitas que caminan con paso decidido o, sencillamente, gente que charla mientras espera a cruzar una avenida o las expresiones de los viajeros en el metro.

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En 1947, Kubrick estuvo haciendo fotografías en el rodaje de la película ‘La ciudad desnuda’, una de las primeras en sacar las cámaras a las calles y en convertir a la Gran Manzana en escenario. La cinta de Jules Dassin, que toma el título prestado al libro del célebre fotorreportero Weegee, contribuyó a sentar las bases del género negro en el cine, tanto ética como estéticamente, lo que no escapó al ojo privilegiado de Kubrick, una esponja a la hora de absorber y asimilar estímulos.

En otro magistral reportaje para Look, Kubrick acompaña a Mickey, un joven limpiabotas que, además de abrillantar zapatos para llevar unos centavos a casa, va a la escuela, estudia, hace los deberes y cría palomas en la azotea de su edificio, como el Marlon Brando de ‘La ley del silencio’.

Son brillantes sus fotos de combates de boxeo en el Madison Square Garden, de músicos del jazz en garitos repletos de humo, de forzudos en el parque de atracciones de Conney Island… y resulta profético otro de sus reportajes, del 7 de diciembre de 1948: gente en las carreras de caballos consultando los programas de mano, repasando los pronósticos de los especialistas o los resultados de cada competición, frente a la ventanilla de las apuestas.

Mientras trabajaba como fotógrafo, Kubrick fue formándose como cineasta, filmando cortometrajes sobre el mundo del boxeo que tan bien conocía y aprendiendo técnica de forma autodidacta. Su primera película propiamente dicha fue ‘Fear and Desire’ (1953), de tema bélico, una de las constantes en su filmografía posterior.

El ya cineasta estaba empeñado en filmar un largo sobre boxeo, un universo en el que se sentía cómodo. Y así llegamos a ‘Killer’s Kiss’, una película policíaca filmada en 1955 y protagonizada por un joven boxeador metido en líos por su relación con la amante de un mafioso. La cinta, financiada con los ahorros del propio Kubrick, su familia, amigos y vecinos; ya muestra el carácter experimentador del director, su ángulos imposibles y algunos movimientos de cámara realmente espectaculares, respetando la estética de la menciona ‘La ciudad desnuda’.

Y así llegamos a 1956, cuando Kubrick conoció a un productor en una partida de ajedrez callejero de Washington Square, otra de las pasiones del cineasta. Formaron sociedad, compraron los derechos de otra novela policíaca y, aunque Kubrick escribió el guion, contrataron a uno de los grandes del noir literario norteamericano, Jim Thompson, para que puliera los diálogos.

Así nació ‘The Killing’, otra película policíaca, protagonizada en este caso por un portentoso Sterling Hayden, en la que se cuenta el atraco a un hipódromo en día de carrera, otro mundo bien conocido por Kubrick de sus años como fotógrafo para Look.

El trabajo fotográfico de Kubrick, al margen de ser estupendo por sí mismo, como atestigua el libro ‘Through a different lens: Stanley Kubrick photographs’, publicado por Taschen; le sirvió como escuela, como formación para su carrera como cineasta. Una carrera que comenzó teñida de ese noir que tanto nos gusta.

Jesús Lens

Feliz francofonía

Hoy coinciden en el calendario dos festividades diferentes: el Día Internacional de la Francofonía y, a la vez, el de la Felicidad.

Aunque me guste ir a la contra y mi espíritu de contradicción invite a no hacerle caso a las festividades oficiales, tampoco voy a empeñarme en ser un desgraciado, precisamente hoy. Pero eso del Día Internacional de la Felicidad… ¿no les parece un poco aventurado? De hecho, se está escribiendo mucho contra la Tiranía de la Felicidad y la Dictadura de la Sonrisa.

Tengo un conocido que, a la socorrida pregunta de ‘¿Qué tal? ¿Cómo estás? ¿Cómo van las cosas?’, invariablemente me responde que de maravilla. Que todo bien. Como nunca. Maravilloso y de fábula. Ni que decir tiene que no me lo creo: es imposible tanta felicidad sin fisuras y de forma permanente.

Desconfío de los happy flowers que, cuando no saben qué ponerse, se ponen una sonrisa. Así por sistema. No es que defienda la cara de vinagre, la expresión hosca, el ceño fruncido o el rictus de estar oliendo a caca; pero la felicidad por decreto me parece falsa, cínica y farisea. Y cansina. Muy cansina.

Por tanto, mejor celebro la Francofonía. Desde que conocí a Margarita Buet, la presidenta de la Alianza Francesa de Granada, me siento cada vez más afrancesado. Tiendo a leer a escritores de nuestro país vecino, escucho con devoción los sueños de Ravel y cada semana veo un par de películas francesas en versión original subtitulada. El desafío para los próximos meses: su gastronomía, una de mis asignaturas pendientes, más allá de los quesos y los patés.

Hoy se celebran una cultura y un idioma común y, con especial énfasis, la diversidad integradora de la Francofonía. ¿Despertará tanta controversia como, en los últimos años, nuestra celebración de la Hispanidad o habrán superado los franceses su propia Leyenda Negra?

Por mi parte, la voy a disfrutar leyendo ‘El archipiélago del perro’, de Philippe Claudel, recién publicada por Salamandra. Escuchando un poquito de jazz manouche y viendo un noir de Melville o una comedia de Guédiguian. Y si me encaja, hincándole el diente a un confit de pato. Formas sencillas de abundar en mi afrancesamiento y, a la vez, ser muy feliz.

Jesús Lens

Entrevista con Don Winslow

“Para desenmascarar la brutal realidad del narco, hay que escribir sobre sus víctimas”

Don Winslow defiende el heroico papel de los periodistas mexicanos que denuncian la corrupción y se juegan la vida enfrentándose al poder de los cárteles y advierte de los peligros que acechan a la libertad de prensa

Se acaba de publicar, de forma simultánea en Estados Unidos y en España, ‘La frontera’, la novela con la que el escritor Don Winslow pone fin a su extraordinaria Trilogía de Narco.

Veinte años le ha llevado al escritor neoyorquino culminar uno de los grandes monumentos literarios del siglo XXI, conformado por ‘El poder del perro’, ’El Cártel’, ganadora del prestigioso premio RBA de Novela Policíaca en 2015 y ‘La frontera’. Una trilogía de cerca de 2.500 páginas que podríamos definir como ‘El Padrino del siglo XXI’ y que constituye una perfecta radiografía del mundo del narcotráfico, un violento fresco repleto de sangre, droga, armas y traiciones que, por desgracia, está basado en hechos reales.

—El protagonista de esta Trilogía es un policía muy peculiar. No sigue las reglas establecidas porque quiere conseguir resultados. Es casi un libertario. ¿Podría representar algo parecido al espíritu de frontera, como un viejo cowboy del Lejano Oeste?

—Es cierto que el noir norteamericano bebe del western (el cowboy se convirtió en policía), pero no veo a Keller en esta tradición. Desde luego, yo no lo concebí de esa manera. Más bien, era un agente joven e idealista al que el asesinato de su compañero y el círculo interminable de la guerra contra las drogas convirtió en un cínico. No es tanto peculiar como realista.

—Algunos críticos conectan su Trilogía del Narco con ‘El Padrino’, pero sus personajes están a ambos lados de la ley, no pertenecen todos ellos a la mafia y al crimen organizado. ¿Tenía presente a Mario Puzo y a Francis Ford Coppola cuando escribía sus novelas?

—No puedes escribir una novela sobre el crimen organizado sin tener en cuenta tanto la novela como las películas de ‘El Padrino’. Son icónicas por alguna razón: sirven como modelo y como referente. Volví a leer la novela cuando estaba investigando para ‘El Cártel’. Lo extraño es que la propia gente de los cárteles estaba influenciada por las películas, de ahí que el primer jefe del cártel más importante se llamara ‘El Padrino’ a sí mismo.

—¿Piensa usted que algunas películas y, más recientemente, algunas series de televisión como ‘Narcos’ hacen apología de los traficantes de drogas?

—Con toda sinceridad: no he visto la mayoría de ellas, así que no sería justo hacer ningún comentario al respecto. Pero en general, sí: constituyen un riesgo real de convertir a los narcos en figuras románticas. Pienso que yo corro el mismo riesgo. Los narcos están llenos de colorido, son surrealistas y fomentan la dramaturgia. Recientemente hemos visto a Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán convertido en una celebridad mediática, con una imagen a lo Robin Hood que enmascara lo brutal de la realidad. Es un problema. Por eso es tan importante escribir sobre sus víctimas.

—Usted escribe casi en tiempo real, conectando sus tramas y personajes con la realidad política y policial del momento. En ‘La frontera’, sin ir más lejos, se incluyen acontecimientos tan dolorosos como el de los 43 estudiantes desaparecidos en la localidad mexicana de Iguala o la posibilidad de que el presidente de los Estados Unidos, misógino y racista, empeñado en deportar a cientos de miles de inmigrantes; se vea sometido al impeachment. Imagino que habrá sido tan excitante como agotador. Y peligroso. ¿Ha recibido usted algún tipo de amenazas o, si no, presiones de algún tipo, especialmente con ‘La frontera’?

—No. Soy un escritor de ficción que vive en los Estados Unidos. Nadie está tan interesado en tratar de silenciar lo que escribo. Nunca he querido compararme -o que me comparen- con los periodistas mexicanos que han sido asesinados por contar sus noticias. Ellos son los héroes, no yo. Una vez dicho eso… los editores pueden ser realmente brutales.

—Usted ha escrito en una ‘falsa’ tercera persona, pero siempre se encuentra en la mente de cada personaje, en su interior, utilizando monólogos en primera persona. Para el lector, es casi mágico porque puede entender cuáles son los sentimientos, los planes y las motivaciones de cada personaje. ¿Le resulta complicado escribir de esa manera?

—No, dado que siempre he escrito así. Imagino que fluye con naturalidad. De hecho, ni siquiera sabía que hubiera una denominación para ese estilo, con la falsa tercera persona. Mi trabajo es introducir al lector en un mundo al que, de otra manera, nunca podría acceder y la técnica que he elegido para conseguirlo es esa: ver el mundo a través de los ojos de los personajes. Me aproximo a ellos casi de la misma manera en que lo hace un actor cuando prepara la interpretación de su personaje. Es todo interior y subjetivo a la vez.

—En ‘La frontera’, los capos, los Hijos y Art Keller son los protagonistas, pero hay otros personajes importantes, casi anónimos, que representan a la gente normal y corriente. Destaca Nico, un niño guatemalteco que huye de las Maras y se sube en el tren conocido como ‘La Bestia, emprendiendo un viaje homérico, al estilo de la ‘La Odisea’. ¿Cómo decide la importancia que debe tener cada uno de los personajes en las diferentes tramas?

—Es realmente complicado. En general, no tomo esas decisiones hasta después de haber escrito, al menos, un par de borradores del libro completo. En otras ocasiones me doy cuenta de que estoy escribiendo con personajes extraordinarios que se dejan conducir, y sigo con ellos. Alguna vez he comenzado a escribir sobre algún personaje que iba a ser poco importante, pero de repente descubro que me gusta tanto que evoluciona y se convierte en protagonista. El periodista Pablo de ‘El Cártel’ fue uno de ellos y el Nico de ‘La frontera’, otro.

—Piensa usted que hay periodistas que son auténticos héroes, enfrentándose y luchando contra las estructuras más corruptas del poder y contra los cárteles?

—Me temo que ya he anticipado esta pregunta un poco antes. Sí, absolutamente. Y nunca en mi vida he visto a periodistas en situaciones tan peligrosas como hoy. No ayuda, desde luego, que nuestro presidente les llame ‘el enemigo del pueblo’. Me temo que hemos empezado a dar por sentada la libertad de prensa y no nos damos cuenta de en qué podríamos convertirnos sin ella. Pero lo vamos a ir descubriendo.

—¿Piensa que MORENA hará mejor las cosas en México, en relación con el tráfico de drogas?

—Bueno, mucho peor no lo podría hacer, ¿verdad?

—Leer la Trilogía del Narco es asomarse a un inquietante abismo que obliga al lector a cuestionarse, una y otra vez, todo lo que creía saber sobre la bautizada como Guerra contra las Drogas. ¿Piensa usted que ‘La frontera’ puede influir en la percepción de los lectores sobre la misma o sobre las políticas de Trump en temas como inmigración y el muro?

—Eso espero. Mire, yo soy un escritor de novela negra. Mi primera obligación es escribir una buena historia, convincente, con personajes y situaciones interesantes. Ahora estoy escribiendo muy apegado a la realidad. Si haciendo bien ese trabajo primordial también consigo aportar un poco de comprensión sobre algunos de esos temas que usted cita, me siento bien.

—Ha pasado usted veinte años escribiendo esta trilogía. ¿Cómo se siente ahora, después de ese esfuerzo titánico?

—Todavía no lo sé, dado que estoy en plena gira con ‘La frontera’ y sigo hablando y escribiendo sobre el tema de narco. No tengo la sensación de haber terminado. Vuélvamelo a preguntar dentro de unas semanas. Pero sí me pregunto a mí mismo: he pasado un tercio de mi vida trabajando en esta historia, por tanto, va a ser interesante comprobar cómo me siento sin ella.

Jesús Lens

 

 

Ficha:

Título: La frontera
Autor: Don Winslow
Editorial: Harper Collins Ibérica
Páginas: 957
Precio: 23,90 euros